Zurdos
En pocos metros cuadrados nos juntamos dos zurdas y un zurdo, algo extraño
Estoy en una notaría resolviendo un asunto. Cuando el notario concluye su labor me dirijo a otro pequeño despacho para pagar. Atiende una mujer joven ... que comenta con una compañera de edad parecida algún asunto del trabajo. La segunda, que se mantiene de pie, escribe una nota en un papel. Me doy cuenta de que escribe con la zurda. Pero al minuto, la compañera anota algo en otro papelito, igualmente con la mano izquierda. Yo soy zurdo, de manera que en pocos metros cuadrados nos juntamos tres, dos zurdas y un zurdo, algo extraño, no es habitual que todos lo sean en cualquier encuentro o coincidencia de personas.
Pienso entonces en este señor de la motosierra. Sí, el tal Milei, de cuyo nombre no querría acordarme, presidente de Argentina, por cierto. Con la fijación e inquina que le tiene este esotérico personaje a los zurdos, si hubiese entrado en ese momento a ese despacho (pongamos que quería firmar ante notario que ya no habrá más elecciones en la Argentina, que a partir de ahora será el presidente único y vitalicio) y se encuentrara con una habitación repleta de zurdos, hubiese gritado: «'Vade retro', Satanás», de la misma manera que el conde Drácula ante una cruz.
Ya sé que este señor que anda cortando derechos y ayudas con su motosierra se refiere a los zurdos ideológicos, a la gente de izquierdas en general, pero en su desvarío brujeril yo creo que ya no distingue entre clase de estudios o de zocatos (como decimos coloquialmente en Murcia), y lo mismo que Maduro (otro) hablaba con un pajarito y decía que era el alma volátil de Chávez, Milei habla con sus animalitos muertos y se asesora con su hermana. En realidad este hombre tiene un nombre adecuado: Milei, que para él significa Mi-Ley, la suya, y no la ley de todos.
Lo curioso es que va de liberal como otros de sus amigotes, admirados y admiradores mutuos, pero todos ellos utilizan el liberalismo para sus fechorías y no tienen ni idea de lo que es el verdadero liberalismo. En el liberalismo de Adam Smith, fundador del liberalismo económico, había una ética y una argumentación racional, no un montón de barbaridades interesadas, como ocurre con Trump (Smith hablaba de libre comercio, no de disparatados aranceles) o con ese patriotismo contradictorio y de pacotilla que predican por aquí algunos. Si el Partido Popular quiere gobernar sin que le gobiernen todos estos, debe de dejar las distancias y diferencias claras.
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