La espada del poderoso
¿Puede decirse del asesino del gobierno israelí que es «un compendio del mundo», como dijo Goethe de Napoleón?
Qué puede el genio literario de Goethe contra la espada de Napoleón? Nada. ¿Qué vale la palabra sabia, la palabra elegante, la palabra rigurosa, racional ... o piadosa contra la espada de Napoleón, contra la espada de los poderosos del mundo? Nada, no pueden nada. Desanimémonos, no hay nada que hacer. ¿Y qué puede el grito desgarrado, desesperado, desesperanzado, contra el cañón del poderoso? Nada, no puede nada. Levantemos las manos en señal de rendición, no hay nada que hacer.
Pero Goethe, que llegó a entrevistarse con Napoleón, admiraba al emperador francés, de quien dijo que era un seductor. Y años después dijo a su entrevistador Eckermann: «Es un compendio del mundo». ¿Puede decirse lo mismo de Trump, el nuevo emperador? Y sobre todo, ¿puede decirse lo mismo de Netanyahu? ¿Seduce a alguien el psicópata israelí? Salvo a Trump, claro. ¿Puede decirse del asesino del gobierno israelí que es «un compendio del mundo», como dijo Goethe de Napoleón?
El criminal presidente de Israel es más bien un compendio de inmundicia, de crueldad, de sadismo, de inhumanidad, un infierno pestilente hecho hombre a quien nadie recordará con admiración, sino con horror y espanto. Si cualquier dictador dice siempre que a él lo juzgarán Dios y la historia hay que decir que a este dictadorzuelo imbricado en un régimen democrático no sé cómo lo juzgará su Dios hebreo, pero la historia lo recordrá como lo que es: un príncipe de las tinieblas, un adalid del mal, un satanás del infierno más atroz.
Netanyahu hace lo que le da la gana, detiene a quien quiere. Los de Hamás son terroristas indeseables, pero para él todos son terroristas, los niños inocentes e indefensos, las personas que llevan comida de subsistencia mínima a lo que queda de vida en Gaza. Él tiene la espada y los cañones contra la Razón y contra los derechos humanos. Hoy diríamos que tiene los tanques, los misiles y las armas nucleares contra los que nada puede la palabra.
Pero ojo: la suma de palabras, de gestos, de razones, acaban haciendo mella contra las bombas de los aviones. Y de la misma manera que el mundo descubrió el espanto de Hitler y del holocausto contra los judíos y dijo ¡basta! también el mundo acabará diciendo basta a quienes ayer fueron víctimas y hoy son verdugos.
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