Tercer sector y sindicatos, tejiendo alianzas
Ante el avance de los discursos de odio, es necesario tejer alianzas entre los actores sociales que trabajamos por un desarrollo más inclusivo
La relación institucional entre las organizaciones sindicales y las entidades del llamado tercer sector viene sustentándose sobre una larga trayectoria de diálogo y colaboración, conscientes ... ambas partes de que esa ha sido siempre la vía más eficiente para coadyuvar al principal objetivo que nos une: mejorar las condiciones de vida de las personas.
Son, en la actualidad, muy numerosas las cuestiones en las que representantes de las personas trabajadoras y representantes del tercer sector de acción social hemos sostenido una reivindicación común: el fortalecimiento del sistema de rentas mínimas, el impulso de la inserción laboral de colectivos vulnerables, el desarrollo de la ley regional de servicios sociales y del pacto de lucha contra la pobreza y la exclusión social, el impulso de políticas más eficaces en materia de igualdad de oportunidades, la mejora del modelo de concierto social para la provisión de servicios públicos...
Aunque es evidente que sindicatos y asociaciones y organizaciones del tercer sector desempeñamos funciones diferentes y articulamos nuestras estrategias en planos distintos, en cierta manera, estas son complementarias y acaban confluyendo, especialmente, en el ámbito de las políticas sociales. Es ahí donde nos hemos visto coincidiendo, en primer lugar, en el diagnóstico, pues tenemos clara la insuficiencia de los recursos actuales para dar respuesta a las situaciones de vulnerabilidad social y atender su demanda creciente en la Región de Murcia. Y, hemos coincidido, asimismo, defendiendo, como objetivo básico, que desde todos y cada uno de los sistemas que conforman nuestro estado de bienestar se contribuya a lograr una sociedad más cohesionada, inclusiva e igualitaria, en la que nadie se quede atrás.
Partiendo de consensos tan elementales, creo que merece la pena hacer el máximo esfuerzo por superar eventuales tensiones o discrepancias –por otra parte, más de forma que de fondo–, apostando por un diálogo constructivo y respetuoso, que nos permita poner en marcha mecanismos de acción conjunta para influir en el diseño de políticas que erradiquen la desigualdad, la pobreza, las discriminaciones, la exclusión y la falta de oportunidades que, en la mayoría de los casos, tienen origen en el desempleo o una situación laboral precaria.
Desde UGT, también tendemos la mano a las entidades del tercer sector para, con su apoyo y sus aportaciones, seguir avanzando tanto a través del diálogo social y civil como de la negociación colectiva, en el desarrollo de un marco de relaciones laborales más justo e inclusivo, en el que ninguna condición, como el origen, el sexo, la orientación sexual o el hecho de padecer una discapacidad, menoscabe el derecho a acceder a un empleo de calidad, en las mismas condiciones que cualquier otra persona.
Precisamente, inmersa ya en los trabajos preparatorios de nuestro próximo Congreso Confederal, nuestra organización está especialmente implicada en el refuerzo de la igualdad como eje transversal de nuestra acción sindical, y estamos impulsando, al servicio de este compromiso, medidas como la mejora de los salarios –especialmente de los más bajos–, la negociación de Planes de igualdad y LGTBI, la extensión de cuotas de reserva para personas con discapacidad, tanto en el empleo público como privado, la protección del derecho a las adaptaciones en supuestos de discapacidad sobrevenida, la generalización de cláusulas sociales en la contratación pública, la priorización de los colectivos más desfavorecidos en las políticas activas, o la protección integral de la salud, incluida la salud mental y la prevención de drogodependencias, en el ámbito laboral.
En definitiva: visibilizar, respetar e integrar la diversidad sí; segmentar socialmente la precariedad y la falta de oportunidades, no.
Dicho esto, no puedo dejar de mencionar que se nos abre otro importantísimo espacio de colaboración y diálogo en cuanto a la mejora de las condiciones de trabajo de las personas ocupadas en el propio tercer sector de acción social, pues son ellas de quienes, finalmente, depende la calidad de los servicios prestados por las entidades y la eficacia de los programas que éstas ejecutan.
Sin embargo, la falta de estabilidad y suficiencia presupuestaria impide, en muchos casos, que las y los profesionales del tercer sector puedan ejercer su labor en las condiciones laborales y salariales justas y dignas, acordes a la importancia de un trabajo que desempeñan en beneficio del conjunto de nuestra sociedad.
El tercer sector y los sindicatos compartimos lugares comunes de participación, diálogo y acción, en los que es preciso mantener y ampliar nuestra cooperación y entendimiento, en aras a garantizar el progreso y bienestar de la mayoría social que representamos. Y es que, ante el avance de los discursos de odio que criminalizan la migración, la pobreza o la diversidad, y amenazan el respeto de los derechos humanos y sociales más elementales, tejer alianzas entre todos los actores sociales que trabajamos por un desarrollo más inclusivo y sostenible, es más necesario que nunca.
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