Resistir para seguir
Hasta 29 magistrados, 11 de ellos del Supremo y entre los que hay conservadores pero también progresistas, han avalado las cuatro causas judiciales que cercan a Pedro Sánchez: el caso Ábalos, las investigaciones a su esposa y a su hermano, y la filtración que tiene imputado al fiscal general. La consigna de Moncloa es resistir
Lobato no es un desconocido para mí. Fue alcalde de un pequeño municipio madrileño donde viví muchos años y algunos de quienes fueron sus concejales ... son personas a las que conozco en profundidad. Por eso no me sorprendió su desconfianza ante la filtración desde Moncloa de la carta del novio de Ayuso a la Fiscalía. Juan Lobato es un tipo honesto, no un 'killer' sin escrúpulos de los que abundan en la política capitalina, donde los 'navajazos' de los afines suelen ser tan frecuentes y más peligrosos que los de los adversarios. Recuerdo que esto último se lo dije a Teodoro García Egea cuando ascendió a la cúspide del PP y se marchó a Madrid. El verdadero poder no está allí en Génova y Ferraz, sino en el antiguo edificio de Correos y en el Palacio de la Moncloa, sedes de los Gobiernos autonómico y central que hoy ocupan Díaz Ayuso y Pedro Sánchez. Lobato estaba sentenciado desde hacía tiempo en un partido que no gobierna la Comunidad madrileña desde 1995 y donde las disputas intestinas son históricas. Desde su elección como secretario general de los socialistas madrileños, había pedido tiempo para armar un proyecto, pero su falta de apoyo público a la ley de amnistía y los pactos con Bildu, así como los sondeos poco halagüeños (en realidad en Madrid la batalla electoral es entre Ayuso y Sánchez) le habían situado entre los barones socialistas que podrían salir en los próximos congresos regionales. Consciente de su situación, cuando Lobato quiso buscar apoyos en las agrupaciones locales se topó con que muchos dirigentes cobran como asesores de Moncloa, de Ministerios o de empresas públicas. Bastó una señal de arriba para que todos estos cargos locales le dieran esta semana la espalda. El número e identidad de esos dirigentes madrileños contratados es una incógnita porque solo 5 de los 17 ministerios de Sánchez difundieron en 2019 los nombres de su personal eventual. No ha habido más información desde entonces.
Ese control del partido socialista de Madrid, y el de un número creciente de instituciones públicas, no le han servido a Sánchez para frenar los sumarios de presunta corrupción que llegan hasta su entorno más cercano. Política y judicialmente, el caso Koldo ya es el caso Ábalos y amenaza con extenderse como una mancha ignominiosa porque la confesión ante el juez del corruptor Víctor de Aldama ya alcanza directamente a Santos Cerdán, la presidenta del Congreso, Francina Armengol y el ministro Ángel Víctor Torres, entre otros. A este caso se suma la investigación judicial sobre la filtración relativa al exnovio de Ayuso, que ha supuesto la imputación por primera vez en la historia del fiscal general del Estado. Tras los wasaps mostrados por Lobato al Tribunal Supremo, muy pronto veremos declarar a la jefa de gabinete del ministro Oscar López. El tercer caso, igualmente relevante, es la investigación judicial a Begoña Gómez, la esposa del presidente, por presunto tráfico de influencias, corrupción en los negocios y apropiación indebida. Y ahora hay que sumar una cuarta investigación penal, al hermano del presidente, por la presunta creación irregular de un puesto de trabajo en la Diputación de Badajoz. En total, nueve órganos judiciales investigan a distintas personas próximas a Pedro Sánchez por diferentes delitos. Hasta 29 magistrados, 11 del Supremo entre los que hay conservadores pero también progresistas, han avalado estos cuatro procesos judiciales, señalaba esta semana mi excompañera María Peral, en El Español.
En este convulso contexto político y judicial, con una revelación casi diaria que contradice las sucesivas versiones del PSOE y el Gobierno, los socialistas están celebrando en Sevilla su 41 Congreso Federal. No podía haber peor momento. Las primeras declaraciones de la ministra Montero y de Santos Cerdán apuntan a un intento de resituar el foco en sus rivales mientras en lo interno se llama al cierre de filas, hablando de acoso judicial y de la necesidad de renovar solo algunos liderazgos territoriales, como si el problema del PSOE fuera hoy Lobato o Tudanca. Parece evidente que la portavoz nacional del partido no está dando la talla y que Santos Cerdán está más que quemado por el caso Ábalos, pero probablemente no habrá más sustitución que la que afecta a Esther Peña. La composición de la nueva Ejecutiva Federal y la intervención hoy de Pedro Sánchez darán pistas sobre el nuevo rumbo de un PSOE que atraviesa esta semana su etapa más delicada. Lo que está meridianamente claro es que el plan de Sánchez es resistir, apoyado en los buenos datos de la economía española y en unos socios parlamentarios que aprovechan su debilidad para obtener réditos particulares. Pero lo cierto es que no hay otra alternativa de gobierno: ningún grupo apoyará un Gobierno del PP en que tenga entrada Vox, la pareja de baile que nadie quiere pero que los populares necesitan aritméticamente. Si la situación judicial en uno de sus cuatro frentes no se complica hasta el escándalo, salpicando directamente a Sánchez, el PSOE agotará la legislatura con la legitimidad que le otorga su frágil mayoría parlamentaria, una vez difuminadas todas las antiguas líneas rojas.
Habría sido deseable que el Congreso Federal del partido que más tiempo ha gobernado España desde la Transición hubiera estado más centrado en actualizar sus propuestas que en un cierre de filas con Sánchez, entre acusaciones de acoso por la «derecha judicial», sin que nadie de los suyos pidiera la más mínima explicación por el comportamiento del exsecretario de organización y ministro José Luis Ábalos. Cualquier otro líder político estaría tocado en su partido, pero el hiperliderazgo y la resiliencia de Pedro Sánchez no tienen parangón. A la vista está.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión