Adiós a un Periodista (con mayúscula)
Duele tener que escribir de David Beriáin en pretérito. Duele añorar desde ya su mirada excepcional, las nuevas conversaciones que nunca serán. En mayo de ... 2003 viajamos juntos a la sede de la OTAN para atender unos 'briefings' organizados por el profesor Alejandro Pizarroso en el marco del posgrado en Comunicación y Conflictos Armados de la Universidad Complutense (que entonces cursábamos) y aquel viaje a Bruselas nos brindó una amistad luego sostenida en el tiempo.
«Me voy a Afganistán y no sé cómo voy a decírselo a los míos, pero quería compartirlo desde ya con vosotros, porque el periódico me acaba de dar el 'OK'», nos espetó pocos días después al salir de clase. Fue su primera cobertura en una zona de conflicto armado. La primera de las muchas que vendrían después.
El maestro Enrique Meneses le pasó 'la antorcha' cuando en un curso de verano de la UNIA dijo de él (y ante él) que practicaba un periodismo que pocos se atrevían a hacer, que le cedía el testigo desde la admiración sincera y que confiaba en que David se lo pasaría a otro que gustara de la misma senda, muchos años después.
«Estoy abrumado, esta responsabilidad sí que me da miedo», repetía cuando recordábamos las palabras del maestro.
Días pasados comentaba con mis alumnos qué cualidades deberían definir a un periodista. Hablábamos de la importancia capital de aprender a mirar y escuchar; de pararse a pensar, de trabajar la expresión, de no escatimar esfuerzo en el aprendizaje continuo sobre la naturaleza humana ...
David Beriáin encarnaba todo ello. Dignificaba la profesión periodística. A menudo comentábamos que el futuro del periodismo pasa por el pasado. «Podemos hacernos cuantas preguntas, proyecciones... podemos salir corriendo detrás de cada gurú prometiendo que los blogs o Twitter van a salvar esta profesión... Pero lo que realmente salvará a esta profesión es conocer su pasado, conocer las razones que la han hecho necesaria. No te canses de decírselo a tus alumnos si se quejan pensando que la historia del periodismo no sirve para nada».
Que la tierra te sea leve, amigo mío.
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