Abracemos a los árboles
LA ISLA ·
COP22, 23, 24..., a estas alturas una cosa queda clara: la solución al calentamiento no va a salir de ninguna de ellasCOP20, 21, 22, 23... uno contempla la progresión de cumbres del clima entre la desazón y la indiferencia. El resultado es siempre tan anémico y ... tan sin pimienta que a estas alturas una cosa está clara: la solución al calentamiento global no va a salir de ninguna de ellas, sino cuando a los presidentes de EE UU y China les dé la gana y se quieran sentar a debatirlo. Y es que las dos principales potencias del mundo están también entre las más contaminantes. La propia COP27 así lo ha denunciado en un informe, siendo responsables de hasta el 45% de los gases de efecto invernadero. Y, claro, si quien más contamina es quien menos hace, ¿para qué sirven estas cumbres? Uno ve un 'misisipi' de gente circulando por ellas durante días –científicos, activistas, expertos, hasta estudiantes...–, todos gente a pie de calle y todos cargados de razones y de buenas intenciones, pero todos con el mismo problema: simple y llanamente, no mandan un pimiento. Los que mandan, los de la corbata, están en otra parte. Así que todas las cumbres empiezan con el mismo timbre de alerta –no queda tiempo, hay que actuar y hay que hacerlo ya– y todas acaban con el mismo chasco. Después de tanto tiempo y tantos avisos, uno se da cuenta de que llevan muchos años avisando por última vez cada vez que avisan, y así no hay manera, porque el mensaje de premura pierde fuerza.
Al menos, cuando estaba Greta, esa niña sueca a la que muchos criticaban por no entender qué hacía tras una pancarta una chica con edad de estar tras una muñeca, había un rostro, un carisma, un elemento de atención que servía para cobrar foco y zarandear conciencias. Sí, se llevaba todo el protagonismo, lo que quieran, pero ahora, sin su presencia, la cumbre queda huérfana. Ante el desánimo reinante, había al menos un espejo donde mirarse. Este año la cumbre ha quedado más deshumanizada y es inevitable que pierda foco.
Así que mientras el mundo se calienta y casi chisporrotea y los que pueden hacer algo no hacen nada, parece que solo nos queda abrazarnos a los árboles. «Me siento como si estuviera perdiendo todas las hojas», dice Anthony Hopkins en la perturbadora 'El padre'. Sí, así de desabrigados deben sentirse ellos con lo que viene, así que abracémoslos por si al final las pierden todas y de aquí a poco ya no hay ni árboles a los que poder abrazarse.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión