Alfonso Sánchez: «El viejo regadío pasó a la historia y ahora el modelo es depredador»
«Hay que incentivar una fórmula de rentabilidad asociada a la calidad y la sostenibilidad más a largo plazo»Alfonso Sánchez Profesor de matemáticas y vicepresidente y portavoz del Consejo para la Defensa del Noroeste
La familia de Alfonso Sánchez (Madrid, 1963) no logró del todo el futuro ansiado que trataron de buscar emigrando, así que nuestro protagonista parece vengarse ... anclándose ahora con todas sus fuerzas en las tierras de sus antepasados, a las que trata de proteger desde el Consejo para la Defensa del Noroeste, del que es socio fundador, o desde la ahora desaparecida Federación de Asociaciones de Caravaca, que también colaboró a fundar, por ejemplo. Los macroproyectos urbanísticos, la especulación hortícola, el regadío intensivo y la contaminación por nitratos se encuentran entre las bestias contra las que lucha este exconcejal del Ayuntamiento de Caravaca.
–¿Qué echa de menos de la agricultura actual respecto a aquella que conoció en su familia?
–La agricultura que yo conocí, hasta los años 80, se basaba en mantener un equilibrio. Generalmente se sembraba un solo ciclo de cultivo anual, con rotación, dejando descansar una parte (en barbecho), durante al menos un año también rotativamente, y diversificando (alternar entre alfalfas, cereal, remolacha, calabazas y hortalizas). En el regadío se respetaban de un modo sagrado las costumbres ancestrales, como la zona regable de cada hila y los turnos de riego. Eso pasó a la historia. Lo que ha traído la agricultura intensiva, es un modelo extractivista y depredador con el suelo y con el agua, contaminando y sobreexplotando con total impunidad. Es todo lo contrario de lo que se venía haciendo y respetando.
«Si no se toman medidas, llegaremos a un colapso medioambiental como el del Mar Menor»
–¿No se alegra de la riqueza que crea este modelo para el Noroeste?
–La realidad para el Noroeste es que este nuevo modelo de agronegocio, en manos de unas pocas empresas, deja muy poco valor añadido en la comarca. Y apenas tributan, porque actúan en buena medida al margen de licencias o permisos, y porque no se someten a las figuras impositivas que se les debería aplicar. Sin mencionar los costes en infraestructuras que deterioran y los graves impactos medioambientales que generan (contaminación de las aguas, del suelo y del aire). Aquí apenas crean empleo, lo traen de fuera, y suponemos que en condiciones precarias. Y tampoco se realiza transformación del producto en origen. El gran avance del porcino intensivo también es preocupante. Entre 2009 y 2020 casi se ha duplicado su cabaña, frente al tremendo retroceso de la ganadería extensiva o semiextensiva, del ovino y el caprino, característica del Noroeste, y que en ese periodo ha reducido un 60% sus pequeñas y medianas explotaciones (2009-2020). Esto ha supuesto mucha pérdida de empleo. Además, supone una amenaza al turismo rural y a la hostelería.
–¿Qué podemos hacer?
–Estamos en una situación muy crítica. Hay que incentivar un modelo de rentabilidad asociado a calidad y sostenibilidad más a largo plazo. El ejemplo de la finca de la Junquera, en Caravaca, debería tenerse en cuenta. En ella se fomenta una agricultura regenerativa y ecológica, de restauración de suelos y de recuperación de los paisajes agrícolas y de la biodiversidad. Al final crea puestos de trabajo estables y de calidad y consigue una mejor rentabilidad en términos globales. También es importante lo que está haciendo Biosegura, en una finca de Bullas, basado en la agricultura ecológica y en la venta directa y de proximidad de sus productos.
–¿Qué peligros acechan al medio ambiente del Noroeste?
–Más de 3.000 hectáreas se han transformado a regadío intensivo desde 1990 de modo irregular, afectando seriamente a las fuentes tradicionales, que han perdido alrededor de un 60% de su caudal, y hay un auge de la ganadería intensiva, mientras nos enfrentamos a la desaparición de las prácticas tradicionales y los entornos rurales. A esto se suman preocupantes niveles de contaminación por nitratos en fuentes y manantiales, y sobre todo en los ríos Argos y Quípar. Si no se toman medidas, llegaremos al colapso medioambiental de muchos ecosistemas acuáticos, como en el Quípar, al igual que sucedió en el Mar Menor.
–Como matemático, ¿qué fórmula le parece que nos falta por aprender para mantener nuestro planeta sano?
–Se aprueban cada vez más leyes de protección, como si cada nueva normativa fuera la solución a los graves incumplimientos de las anteriores. Quizá la fórmula que nos falta por aprender se deduce de los principios de la decencia y de la ética, si es que llegamos a tiempo.
«El actual agronegocio deja muy poco valor añadido a la comarca»
–¿Ve a sus alumnos concienciados con estos temas?
–Intentamos que lo estén. Creo que sí. Realizamos muchas actividades, como huertos escolares ecológicos o el reciclado y la reducción del uso del plástico y el consumo responsable, hábitos saludables...
–¿Con qué rincón del Noroeste se queda?
–En Moratalla, un lugar interesante es entre Zaen, la Risca y Bajil (Campo de San Juan), bonito paisaje, campos de aromáticas, choperas, las Cuevas de Zaen al fondo y el carrascal único de Bajil.
–¿Y del resto de la Región de Murcia?
–Sin lugar a dudas, y por muchas razones, Sierra Espuña. Fui alumno de aquella bonita Escuela-Hogar abandonada, anteriormente Sanatorio antituberculoso.
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