La Unión hace la fuerza
Un grupo de vecinos de la antigua ciudad minera pone en marcha una iniciativa para repoblar con sus propias manos uno de los espacios más degradados de la Región
GINÉS S. FORTE
Miércoles, 5 de febrero 2020, 12:00
Paseando por la Sierra Minera de Cartagena-La Unión, como acostumbra, Santiago Valverde se encontró el pasado junio un eucalipto infectado. El hallazgo dio de ... sí hasta convertirse en el germen de 33 en Verde, una singular iniciativa ciudadana que se ha marcado el objetivo de repoblar con especies autóctonas la zona, muy degradada por décadas de intensa extracción de metales. Valverde, un conocido conservacionista de La Unión, que ha protagonizado en la comarca desde el descubrimiento de la primera escultura humana de la época romana del municipio hasta la denuncia de la mortandad de aves en las balsas ácidas de la compañía Zinsa, publicó en sus redes sociales la imagen del eucalipto ('Eucalyptus'), una especie invasora, originaria de Australia, que ha contribuido al empobrecimiento medioambiental de este territorio. «En cuanto muera, metemos ahí unas encinas», le respondió en una de estas plataformas de internet José Luis Sánchez, presidente de la Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono (ARBA) de Cartagena. A Valverde le saltó entonces en la cabeza el clic que ha puesto en marcha el proyecto: «Para qué vamos a esperar a que se muera, podemos plantar esas encinas ya mismo», respondió.
Camino del 33
El famoso árbol enfermo se encuentra en pleno Camino del 33, que es como se conoce a la senda minera que llevaba a los trabajadores de la antigua industria extractiva desde La Unión hasta el pueblo costero de Portmán. Ahora forma parte de los más de 26.000 metros cuadrados del espacio del Parque Minero que un grupo de entusiastas está repoblando de especies nativas, «únicas en el continente europeo», según afirman, como el ciprés de Cartagena ('Tetraclinis articulata'), el arto ('Maytenus senegalensis'), el cornical ('Periploca angustifolia'), la jara de Cartagena ('Cistus heterophyllus', que se encuentra en extremo peligro de extinción) y la tapenera de la Sierra Minera ('Capparis zoharyi'), junto a otras mediterráneas, como el madroño ('Arbutus unedo') o el lentisco ('Pistacia lentiscus'). Se trata de un terreno cedido por el Ayuntamiento de La Unión para este proyecto en el que también se han implicado ARBA y ANSE (Asociación de Naturalistas del Sureste). Jorge Sánchez, biólogo de esta última organización, dimensiona la verdadera importancia de la iniciativa al recordar que «quizá no se ha actuado nunca en una zona tan profundamente arrasada como esta». En este espacio se encuentra, entre otros, parte del lavadero de la mina Remunerada y algunos depósitos de estériles. Su entorno, la Sierra Minera de Cartagena-La Unión, «constituye uno de los puntos calientes de la biodiversidad del continente europeo, al concentrar en un reducido espacio una gran cantidad de especies de flora muy diversa, tanto de origen europeo como africano, además de un elevado número de endemismos», según destacan los artífices de 33 en Verde.
Jorge Sánchez, de ANSE: «Quizá no se ha actuado nunca en una zona tan profundamente arrasada como esta»
A la degradación a la que la minería ha sometido a los suelos incluidos en el proyecto se suma otro aspecto que les añade más singularidad: están conformados por un sustrato silicatado, y por tanto impermeable. De este modo, las raíces de las plantas pueden aprovechar bien un agua que no se filtra hacia las profundidades del terreno, como ocurre por el contrario en las habituales tierras calizas. «Además es una de las zonas más lluviosas de la costa», afirma Sánchez. «Es un espacio húmedo emplazado en un litoral semiárido, como ocurre con Calblanque, lo que le da un carácter muy singular», añade el experto.
Bajo el Sancti Spiritus
Este espacio, emplazado bajo la umbría del Cabezo del Sancti Spiritus, la mayor cota de toda la sierra (434 metros), pretende ser la primera pieza de un ambicioso trabajo de recuperación de toda la zona, dentro del área de 26 kilómetros de longitud que comprende la sierra minera, desde su nacimiento junto a la ciudad de Cartagena hasta Cabo de Palos. A lo ancho de ese gran área ya se acometen otros proyectos de repoblación, de tan castigado territorio, que 33 en Verde trata de complementar. De hecho, sus promotores explican que con su acción buscan continuar el trabajo del recientemente finalizado Life Tetraclinis Europa, financiado con fondos europeos y de la Comunidad Autónoma, para la recuperación de los bosques de cipreses de Cartagena, un objetivo que la Unión Europea ha registrado como prioritaria.
«Si no conseguimos sumar más terreno, al menos tendremos un bosquete como zona de dispersión de semillas»
Lo que convierte a 33 en Verde en especial es que está encabezado por un grupo de vecinos de La Unión que, de forma particular, ha decidido repoblar su sierra con sus propias manos. En su empeño han logrado la implicación del Ayuntamiento, propietaria del terreno, de la Dirección General de Medio Natural de la Región de Murcia y de las citadas organizaciones ARBA y ANSE, que básicamente aportan su extenso conocimiento en este tipo de actuaciones.
Ahora se proponen implicar también a una empresa privada, Portmán Golf, para que les permita extender la plantación de especies autóctonas a tres parcelas de su propiedad colindantes con la que ya se está recuperando. Si se llega a un acuerdo, el espacio de actuación «sumará entonces unos 100.000 metros cuadrados», explica Valverde. «Pero si no se logra, al menos tendremos un bosquete como zona de dispersión de semillas».
El objetivo último es que la naturaleza haga su trabajo. 33 en Verde actúa como espoleta de regeneración de la sierra. El proyecto se ha marcado un plazo de tres años para completar su misión, y a partir de ahí que sea el ecosistema recuperado el que continúe su propagación al resto de estos montes. Los trabajos, en todo caso, no se van a limitar a la plantación de las especies que se trata de recobrar. «No es solo un proyecto de repoblación y punto -aclara Valverde-, sino de conservación, porque queremos que tenga continuidad». El plan incluye un seguimiento cercano de las plantas para reponer las que no prosperen, el restablecimiento de los goteros que no funcionen, la retirada de los escombros esparcidos por la zona y mantenerlo todo en buen estado. Dentro de este afán se han propuesto hacerse con un aljibe de 17.000 metros que se encuentra monte arriba, para que sirva tanto como fuente de riego como depósito del que los servicios de emergencia (Bomberos, Protección Civil) puedan tomar agua en caso de incendio. «No queremos arriesgarnos a hacer un trabajo que luego se lleve por delante sin más un descerebrado con el fuego».
La sierra minera de Cartagena-La Unión «es uno de los puntos calientes de la biodiversidad europea»
El grado de implicación ciudadana en esta iniciativa no extraña a Jorge Sánchez. «Cada vez es más habitual», apunta el técnico de ANSE. Hasta el punto de que ahora «ya es la sociedad la que nos llama para emprender medidas de conservación», relata. En este contexto, los grupos conservacionistas, como ANSE y ARBA, emplean su bagaje para ayudar a llevar a buen puerto unas iniciativas que parten de otros, en este caso particulares. «La sociedad es ahora mucho más consciente que hace unos años», abunda José Luis Sánchez, de ARBA. «Las redes sociales y la sociedad de la información están contribuyendo a generar una conciencia colectiva de cuidado de lo que es de todos».
Precisamente, la respuesta a través de las redes sociales de este especialista en bosques a aquel comentario sobre el eucalipto enfermo del Parque Minero encendió la mecha de 33 en Verde. Buena parte del explosivo que le dio continuidad, en todo caso, lo ha puesto el afán conservacionista de Santiago Valverde, que no para. «Esta mañana he estado con la primera teniente de alcalde de La Unión [Elena José Lozano] para intentar hacer algo similar en parcelas urbanas», explicaba el pasado jueves. «Y esta tarde nos vemos con ARBA para conseguir que se impliquen». La nueva iniciativa trata de extender la plantación de especies autóctonas, como el cantueso ('Thymus moroderi'), la jara blanca ('Cistus albidus') y la sabina ('Juniperus') a los espacios ajardinados del municipio, y a otros de su entorno urbano, como la salida de la localidad hacia el cementerio, y distintos puntos de Roche y Portmán, las dos pedanías con las que cuenta La Unión.
Si todo se anda bien, la zona volverá a lucir, gracias a un puñado de voluntarios, como no lo hacía desde el siglo XIX, cuando la actividad minera regresó tras siglos dormida en esta sierra cargada de historia.
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