El lenguaje de la sostenibilidad
DANIEL ROLLERI
Martes, 11 de mayo 2021, 22:01
Vivimos inmersos en una época de cambios porque, cada vez más, toca mudar de piel hacia la sostenibilidad. Algunos cambios son sinceros y creíbles, otros ... impuestos o de cara a la galería. Los hay efectivos, útiles, disruptivos, producto de la investigación, pero también improvisados o de dudosa eficacia que seguramente no superarán el alcance de un vuelo gallináceo.
Es también una época de confusión en la que por un lado se buscan soluciones tecnológicas, regulatorias, culturales, etc. Y por otro nos enteramos de que para 2030 la producción mundial de residuos plásticos podría aumentar en un 41% y la cantidad acumulada en el océano podría duplicarse. Es una confusión que a menudo es potenciada por la ganas de 'luchar en contra de' o por simplemente estirar un poco el cuello para destacar y colgarse la medallita. Como quienes ahora ponen agua en tetrabrik en eventos o en reuniones de trabajo sin saber que quizá sea peor el remedio que la enfermedad. ¿Marketing, inocente falta de conocimiento, oportunismo? Quién sabe. La cosa es que estamos en pleno proceso de agitar la coctelera y los ingredientes están muy pero muy revueltos para disgusto del señor Bond. Para mí es buena noticia, porque me veo en el deber de pensar en clave de ver el vaso medio lleno. La necesidad de rectificar está asomando su pico del nido creando una incipiente cultura de propósito en la sociedad.
Pero hay que aprender a discriminar el trigo de la paja. Si no lo hacemos, a medio y largo plazo la confusión tenderá a perpetuarse. La única manera de impedirlo como consumidores es ponernos las pilas e informarnos, meternos en el ajo de la sostenibilidad, de la cual no habrá marcha atrás. Cuanto antes nos movamos con comodidad en estas nuevas aguas mejor, porque a esta altura es un hecho objetivo que vamos contra reloj.
La necesidad de rectificar está asomando su pico del nido creando una incipiente cultura de propósito en la sociedad
Debemos familiarizarnos con el lenguaje del cambio, así como las distintas generaciones lo hicieron con temas como los avances en la salud, la aparición en las calles de los vehículos a motor, el estallido de las tecnologías que entraban a los hogares, el esquema intuitivo del funcionamiento de los ordenadores, las redes sociales e incluso con el curso intensivo sobre la jerga de la Covid que hicimos todos en 2020.
Ahora toca empaparnos de sostenibilidad, pero no nos podemos dar el lujo de dejarlo en manos de un proceso natural, orgánico o espontáneo, que podría demorar demasiado en dar sus frutos. Hay que forzarlo, porque en esto nos jugamos mucho y tiempo no nos sobra.
Y en este necesario proceso de información deberían jugar un papel clave las administraciones de todos los niveles, ampliando y facilitando el arduo y empinado camino que transitan muchas organizaciones de la sociedad civil con escasos medios.
¿Puede la sociedad en su conjunto entender, acoplarse y contribuir al cambio si no maneja ciertos conceptos nuevos como economía circular, huella de carbono, reducción, valorización de residuos, consumo responsable, alternativas sostenibles, ecodiseño, compostaje, límites del planeta, descarbonización de la economía, triple balance de las empresas y muchos otros que nos ayuden a tener una composición mental del desafío que enfrentamos y del cambio que necesitamos?
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