«Anoxia en el Mar Menor, Los Alcázares inundado... ¿Qué más tiene que pasar?»
«ANSE, los vecinos y los científicos llevan años avisando de que esto llegaría, siempre tuvieron razón y no se les ha hecho caso», afirma el responsable del Aula de Cultura de la Fundación Caja Mediterráneo
G. S. FORTE
Martes, 28 de enero 2020, 21:37
El prurito conservacionista de Alejandro Cano (Lérida, 1971) le llegó antes de que a inicios de este siglo comenzara a trabajar en el centro ... de educación ambiental Cemacam Torre Guil, en Sangonera la Verde (Murcia), entidad de referencia que llegó a dirigir. Antes ya había entrado a formar parte de la Asociación Columbares, donde participó en proyectos de educación ambiental e integración social, e incluso aprovechó una época en Inglaterra para ser voluntario en el National Trust, una entidad de conservación del patrimonio local. Más recientemente, el pasado noviembre, se unió a la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE).
-¿Acrecentó su sensibilidad medioambiental cuando pasó a formar parte del Cemacam Torre Guil o fue su ya notable sensibilidad medioambiental la que le llevó hasta allí?
-Mi relación con el medio ambiente comenzó por una mezcla de curiosidad y de decisión práctica: A mediados de los 90 también tuvimos una crisis económica y las salidas profesionales no eran fáciles. En vez de opositar opté por continuar mi formación en temas relacionados con la gestión y la educación ambiental. En esa época se presentó la oportunidad del CEMA Torre Guil. Fueron diez años muy especiales, en los que tuve la suerte de trabajar en un edificio singular en plena naturaleza. Pero, sobre todo, valoro la calidad humana y profesional de las personas que conocí allí. Fue un privilegio y una experiencia laboral inolvidable.
«Hay una concienciación imparable; ya no se trata solo de reciclar, los murcianos disponemos hoy de más información que nunca»
-Recientemente ha dado el paso de sumarse a una de las principales asociaciones conservacionistas de nuestra geografía. ¿Qué le ha movido a hacerlo?
-Sí, desde el pasado mes de noviembre soy socio de ANSE. Hace muchos años que conozco la buena labor de conservación y protección del medio ambiente de esta asociación. Pero me hice socio justo después de la catástrofe del Mar Menor del pasado mes de octubre. ANSE, las asociaciones de vecinos y la comunidad científica llevan años avisando de que esto llegaría. Siempre tuvieron razón y no se les ha hecho caso. Asociarme a ANSE es un pequeño apoyo, un reconocimiento a su labor, pero también una manera de tomar partido en estos tiempos un tanto extraños.
-Al tiempo que sufrimos embestidas que los científicos relacionan con el cambio climático, o la degradación del Mar Menor, la sociedad está cada vez más concienciada con el cuidado del medio ambiente. ¿Cree que tiene relación una cosa con la otra?
-Creo que el cambio climático está acelerando ese proceso de concienciación que ya habíamos iniciado. No es el único problema ambiental al que nos enfrentamos, pero sí es la amenaza que posiblemente nos condiciona y nos obliga a cambiar nuestro modelo de desarrollo y nuestra conciencia ambiental de una forma más radical. Dicho de otra forma, es algo que ejerce de ultimátum y tenemos que reaccionar porque no hay alternativa.
-¿Percibe un cambio en la sensibilidad medioambiental de la sociedad murciana?
-Aunque avanza algo más despacio de lo que me gustaría, el proceso de concienciación ciudadana ya es imparable. Ya no se trata solo de reciclar, los murcianos disponemos hoy de más información que nunca. Poco a poco nuestros patrones de consumo tienen más en cuenta las cuestiones ambientales. Nos estamos volviendo más exigentes y cada vez le damos más importancia a temas como el origen de los productos que consumimos, la calidad del aire que respiramos o el cuidado de los entornos y los espacios naturales de los que disfrutamos. En este sentido, soy optimista.
-¿Qué futuro augura en estos temas?
-Esto es difícil de contestar. Tenemos claramente un problema de tiempos. Quizás todo dependa de una cuestión sencilla: ¿Seremos capaces de encontrar soluciones y adaptarnos más rápido que el ritmo al que crecen nuestros desafíos ambientales? No tengo la respuesta. Como mucho, podemos hablar de tendencias. Como consumidores, cada vez tenemos menos excusas para no asumir cambios en nuestros hábitos. Las energías limpias son cada día más competitivas y los vehículos híbridos y eléctricos ya son una realidad. Tenemos, sin salir de la Región, ejemplos de empresas punteras en producción de biofertilizantes, de agricultura ecológica o de energía solar. Los cambios son evidentes. A corto plazo, estoy convencido de que el próximo gran salto será el de la movilidad. Los carriles bici, los proyectos de nuevos aparcamientos disuasorios o el anuncio de que, a partir de 2023, Murcia, Cartagena, Lorca o Molina tendrán que delimitar sus zonas centrales y restringir el tráfico, son una muestra de lo que viene. Solo es el principio. En ciudades como París ha aumentado el uso de la bicicleta más del 50% en un año. Y su alcaldesa, Anne Hidalgo, acaba de presentar un proyecto por el que cualquier ciudadano tendrá las necesidades básicas a 15 minutos a pie de su casa, para acabar de este modo con la dependencia del vehículo. Así que el futuro ya está aquí y dependerá de nuestra resistencia al cambio y de la voluntad y la capacidad de gestión de nuestros políticos decidir si queremos tomar ejemplos como el de París o seguir, por ejemplo, enredados con el funcionamiento de Madrid Central.
«Necesitamos mucho diálogo constructivo, menos ruido y más educación, cumplimiento de las normas y ayudas e incentivos»
-¿Qué necesitamos para tomarnos todo esto en serio?
-Tenemos alertas por contaminación atmosférica, anoxia en el Mar Menor, Los Alcázares inundado tres veces desde septiembre... No sé qué más tiene que pasar, la verdad. Está claro que un cambio del modelo de desarrollo no es fácil y siempre genera conflictos de intereses. Por eso, más que nunca, necesitamos mucho diálogo constructivo, más ciencia y gestión técnica, menos ruido, más educación, más cumplimiento de las normas y más ayudas e incentivos a los sectores afectados. En cuanto a los ciudadanos, son necesarias más responsabilidad y participación en colectivos y asociaciones desde las que podamos hacernos ver y oír. Y, por supuesto, necesitamos que nuestros políticos y gestores estén a la altura de los retos que se nos plantean.
-¿Qué hace usted en su día a día para cuidar del medio ambiente?
-Reciclar, reutilizar, no malgastar o reducir el consumo de plásticos y de energía. Son hábitos que creo que ya tenemos interiorizados en mi familia. Pero esto es lo básico y fácil de asumir. Para ir un paso más allá, e intentar reducir el impacto de nuestra vida cotidiana, el año pasado también decidimos contratar la electricidad con una comercializadora de electricidad de origen renovable comprada además a productores de la Región de Murcia. Lo próximo, a medio plazo, será el coche eléctrico.
-¿Algún rincón favorito de la Región?
-Sin duda, mi pueblo, Blanca. Es mi casa, donde está mi familia y mis amigos de toda la vida. Allí tengo mis raíces y es el lugar donde siempre vuelvo. El paisaje del Valle de Ricote forma parte de mi identidad. Soy feliz haciendo senderismo por cualquiera de las sierras que rodean al pueblo. Mi favorita es la ruta que va desde Blanca a Ricote por la Umbría y la Ventanica de Ojós.
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