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Una tregua agosteña

PRIMERA PLANA ·

A corto plazo no habrá cambios en el Gobierno regional, ni reconciliación entre Fernando López Miras y Patricia Fernández. Son asignaturas pendientes para septiembre. Lo que quita el sueño al presidente y candidato de los populares es la posibilidad de otra mortandad de peces en el Mar Menor a menos de un año de las elecciones

Domingo, 31 de julio 2022, 07:22

No habrá cambios en el Gobierno regional, al menos este mes de agosto, ni giros imprevistos en la crisis interna del PP regional. Tanto López Miras como Patricia Fernández optarán por dejar enfriar la tensión entre ambos. Una relación hoy al rojo vivo por las declaraciones del secretario general, José Miguel Luengo, negando la existencia de un acuerdo entre ambos, y por la filtración por parte de Pilar Barreiro, el 'cerebro' que asesora a la primera edil de Archena, del contenido de los whatsapp que se intercambiaron el presidente del partido y la alcaldesa tras sentarse a negociar un proceso de integración del nuevo PP que iba a salir del congreso regional. Un día después de que el jueves López Miras dejara ver que mantiene vacante el puesto que le ofreció, ella rompió su silencio público con un comunicado en el que mantiene que el acuerdo «obviamente existe» y «sigue para mí plenamente vigente», dijo. Mano tendida, aseguran ambos, en un ambiente de desconfianza mutua y con Génova que no da crédito a lo que ve. La situación cada vez se parece más a la de aquel PP que aspiraba a la mayoría absoluta con Pedro Antonio Sánchez en 2015 y no la alcanzó tras los opacos pulsos internos que forzaron la candidatura de Barreiro a la alcaldía de Cartagena, con funestos resultados allí para ella, pese a los incipientes trabajos de la trama Púnica, y para el PP regional, que se quedó a un escaño del objetivo. Se veía venir, pero allí que fueron hacia el iceberg. Más o menos como ahora.

De igual modo que un pacto entre Fernando López Miras y Patricia Fernández está hoy muy lejos, también lo está una eventual crisis de gobierno, pese a la treintena de dimisiones de altos cargos en esta legislatura, los últimos el director general de Universidades y la presidenta del Consejo Escolar. Si en el corto plazo no hay cambios en el Ejecutivo regional no será, a mi juicio, porque López Miras no comparta la idea extendida de que su Ejecutivo necesita 'caballos de refresco' para la recta final a las elecciones en varias consejerías con dirigentes abrasados, sino por el temor a que las sustituciones por el flanco naranja, o de la consejera de Educación, la ex de Vox Maribel Campuzano, no fueran bien encajadas por alguno de los relevados, generándose una pérdida de apoyos en la Asamblea que le pondría cuesta arriba la gobernabilidad hasta la cita con las urnas con todo un abanico de posibilidades, desde verse forzado a una mayor asistencia a rendir cuentas al hemiciclo a la apertura de alguna comisión de investigación. O quién sabe si una marcha atrás en la ley del presidente que le dejara fuera de la carrera electoral. Demasiado vértigo como para pensar en ello, ahora que el verdadero motivo de preocupación para López Miras es la evolución del Mar Menor. Ahí es donde se la juega este agosto. Otro gran episodio de mortandad de peces sería demoledor para sus expectativas electorales. Y eso es impredecible porque el delicado equilibrio medioambiental de la laguna hace que el proceso de eutrofización pueda desbocarse en cuestión de días, sobre todo si continúan las elevadas temperaturas y la entrada de nutrientes. No arden los montes de la Región pero sí el Mediterráneo, con una temperatura tres grados por encima de la media habitual frente a nuestro litoral. Retirar toda la ova posible del Mar Menor está evitando la catástrofe, pero no es una garantía absoluta contra los letales episodios de anoxia si sobreviene una infernal y prolongada ola de calor.

Para el resto de formaciones políticas, este agosto será también un momento para cargar pilas y encarar un otoño que en lo político y lo económico será tórrido. El principal rival de López Miras, el socialista José Vélez, tendrá que espabilar a la vuelta del verano porque continúa mostrando niveles de conocimiento público impropios de un candidato a la presidencia. El jueves reapareció en Molina de Segura en un acto de partido con la ministra de Sanidad, Carolina Darias, después de que quedara en evidencia su ausencia en la última visita de la vicepresidenta Teresa Ribera. Pero no hizo declaraciones. Se le ve poco y habla menos. Pese a tener la cercanía propia de los alcaldes con mayor éxito electoral, Vélez está exhibiendo una clamorosa falta de sociabilidad, lo que tira por tierra sus esfuerzos en el trabajo entre bambalinas en los distintos Ministerios del Gobierno central. La marcha de Lastra y la vuelta de Patxi López, entre otros, obligará a Vélez a tejer nuevas alianzas en un Ferraz que se parece ya poco al que él contribuyó a forjar poniéndose del lado de Pedro Sánchez frente a los barones.

Como PP y PSOE, en Vox estarán a lo que manden de Madrid, pero de forma más acusada porque Abascal se fía lo justo de sus líderes territoriales. No se esperan novedades hasta diciembre, cuando se elige al candidato a la presidencia de la Comunidad. Con lo que tienen al frente aquí, que es asombrosamente pobre, la marca ya les asegura un buen resultado en la Región. Si encima aciertan con un cabeza de cartel con un mínimo de tirón, los populares se pondrán a temblar. Más les vale cerrar heridas internas y acudir unidos a las urnas.

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