El último día de Hind en Lo Pagán antes de morir en la explosión del mercadillo
El atestado de la Guardia Civil sobre la explosión del bar Casa Javi en junio desmenuza las horas previas del suceso y las intenciones de la dueña de quitarse la vida
El mercadillo se desplegó a lo largo de la avenida Salzillo y la calle Torres Fontes de la pedanía de Lo Pagán, en San Pedro del Pinatar, como cualquier jueves del año. Ese 19 de junio el bazar era un mosaico de tenderetes de frutas, ropa y bolsos que atraía a vecinos y turistas. Pero a las 12.15 horas, el bullicio se convirtió en alaridos tras un estruendo seco, que fue seguido de una onda que hizo temblar escaparates y lanzar frutas y prendas al aire. «Parecía que estábamos en guerra», diría después José, un vecino.
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En el número 49 de la avenida, tras la persiana con el rótulo de Casa Javi, algo había estallado. El primer guardia civil en llegar —fuera de servicio— encontró un escenario de cristales, hierros retorcidos y gente desorientada. En el suelo había dos mujeres. Una, inconsciente, con una herida en la cabeza; la otra, consciente pero en shock, con el pecho marcado por heridas y el rostro ensangrentado. A unos metros, saliendo del local, una mujer de vestido marrón claro, cubierta de polvo, cabello enmarañado, con signos de quemaduras. Era Hind El Bahri, de 38 años, la propietaria del bar.
Los bomberos lo vieron pronto. En la cocina, una bombona de butano con la goma cortada limpiamente. En el hornillo, el otro extremo del tubo, también seccionado. No parecía un accidente fortuito. La botella estaba abierta. El gas había llenado el local hasta que algo —un mechero, un cigarro— provocó la deflagración. La hipótesis inicial era un acto intencionado.
El bar no estaba abierto al público. Casa Javi —o Bar Happy, según la licencia— funcionaba sobre todo de noche. Compartía pared y techo con el bar Atlantique, que también tuvo que ser precintado por daños. En el momento de la explosión, los clientes y trabajadores heridos eran del mercadillo, no del bar. La lista final del 112 recogió quince víctimas: tres muy graves, cinco graves, siete leves.
Entre los más graves, la propia Hind y una mujer de 56 años que sufrió un traumatismo craneoencefálico. Ambas morirían una semana después en La Arrixaca.
Las horas previas, según testigos, no fueron tranquilas. La noche anterior, Hind había cerrado tarde y se fue a la playa con varios conocidos, entre ellos Abdelhakim S., un cliente habitual apodado Zokoko.
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Una víspera de excesos
Bebieron, fumaron cachimba y se bañaron en la curva de Lo Pagán hasta que la Policía Local les pidió que recogieran. Eran las cuatro de la mañana y, según Zokoko, Hind ya había lanzado frases como «me queda poco para irme». Después, ella y él durmieron en el bar. Él en un sofá y ella en un altillo sobre la cocina. Zokoko asegura que se despertó con la explosión y que antes de salir la oyó repetir: «Ojalá que me muriera».
Era, según ambos, una mujer con muchos gastos, atrasos y sanciones municipales por fumar en el interior o permitir cachimbas sin licencia. El negocio no iba bien. Poco antes del mediodía, Antonia V., amiga y cuidadora del hijo de Hind, fue a verla al bar. Encontró el local a oscuras, sin luz. Hind estaba sola, con pupilas dilatadas, inquieta, golpeándose las piernas. «Antonia, que no puedo más... la luz, el bar, la casa... que no me puedo comprar ni unas bragas. Hoy me voy a morir», le dijo. Antonia, acostumbrada a oírle desvaríos bajo el efecto de la cocaína, no la tomó en serio. Se marchó con su pareja a recoger al niño al colegio. Quince minutos después, oyó el estruendo.
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El otro incendio
No era la primera vez que Casa Javi sufría un episodio violento. El 11 de junio de 2024, un fuego obligó a desalojar a los vecinos. Aquello lo recordó el hijo de Hind, de ocho años, que no vivía con ella. Dormía en casa de Antonia y su pareja, mientras su madre residía la mayor parte del tiempo en el bar, en el altillo de la cocina.
En su declaración, el niño contó que sabía lo del incendio anterior y que le habían dicho que la explosión del 19 de junio podía haber sido provocada. Tras el ingreso de su madre en la UCI, la Fiscalía de Menores ordenó su traslado al centro de protección de Santo Ángel.
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La escena quedó bajo custodia hasta la llegada del Equipo de Incendios de la Guardia Civil de Valencia. Los técnicos municipales confirmaron que no había daños estructurales en el edificio, aunque la onda expansiva arrancó puertas y ventanas, derrumbó tabiques y desprendió falsos techos. El informe de bomberos insistió en la bombona abierta y el latiguillo cortado. «Se les informa a judicial que la botella de butano se encontraba abierta y seccionado el latiguillo», remarcó.
La Guardia Civil verificó que la expareja de Hind, con quien tenía un expediente por violencia de género, estaba trabajando fuera de la localidad en el momento de los hechos. No había indicios de su implicación. La línea principal de la investigación apuntaba a un intento de suicidio de la propia Hind, con consecuencias letales para ella y para al menos otra víctima, según exponen las diligencias de la Guardia Civil a las que LA VERDAD ha tenido acceso.
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El 26 de junio, la Consejería de Salud confirmó la muerte de Hind y de la otra herida grave, una mujer de 56 años. La primera, por las quemaduras sufridas; la segunda, por un traumatismo craneoencefálico. En los folios del expediente quedan las imágenes del interior del local destrozado.
La cocina ennegrecida, la goma seccionada con un corte limpio, las mesas volcadas. Quedaban también las declaraciones recogidas —el «hoy me voy a morir» de la mañana, el «ojalá me muriera» después del estallido— y la constatación de que, en la esquina de un jueves cualquiera, el gas, la cocaína y, quizá, la desesperación se llevaron por delante dos vidas.
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El local ya fue atacado con un artefacto incendiario en 2024
El atestado de la Guardia Civil sobre la explosión del bar Casa Javi, en Lo Pagán, revela que el establecimiento ya fue objeto de un ataque violento un año antes. Ocurrió la madrugada del 11 de junio de 2024, cuando dos personas encapuchadas se acercaron a la fachada y lanzaron un artefacto incendiario a través de la puerta principal. Por este motivo, una de las hipótesis que se barajaron al inicio de la investigación fue que la explosión fuera otro ataque a Hind, algo que fue descartado posteriormente.
Según la investigación de entonces, las llamas se propagaron con rapidez por el interior, afectando a la barra y la zona de cocina, y generaron una intensa humareda que obligó a evacuar a vecinos de las viviendas superiores. Aunque no hubo heridos, los daños materiales fueron considerables y el local permaneció cerrado durante varios meses.
Los técnicos concluyeron que el incendio fue provocado de forma intencionada, pero no se logró identificar a los autores. El caso quedó archivado provisionalmente por falta de pruebas.
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