La residencia de Telefónica de San Javier dejará paso a un área comercial con 430 viviendas
El proyecto también contempla un parque inundable que conectará con la rambla Macodesa para reducir el peligro de inundaciones
Durante las últimas décadas, ha sido un santuario abandonado del pasado, poblado por roedores, camadas de gatos y aficionados al botellón. La residencia de Telefónica, ... en otros tiempos núcleo de la vida social, fue declarada en estado de ruina por el Ayuntamiento en 2024 y desaparecerá en las próximas semanas del paisaje urbano. La Sareb, entidad conocida como el 'banco malo', propietaria de la finca, ya ha obtenido licencia municipal de derribo, que se ejecutará durante este verano. «Los forjados ya estaban cayendo, igual que los suelos interiores», explica el concejal de Urbanismo, Antonio Martínez Torrecillas.
Tras varios planes privados para recuperar el edificio y darle una nueva vida como residencia de estudiantes para la Facultad de Ciencias del Deporte, el propietario ha decidido demolerlo y ejecutar un plan especial en loa 87.000 metros cuadrados del solar de uso residencial. Situado entre el centro urbano y la carretera Nacional 332, la nueva urbanización tendrá unas 430 viviendas con un coeficiente de edificabilidad del 0,5, es decir, que se podrá construir una superficie edificada equivalente al 50% del total del terreno, ya sea en una o varias plantas. Incluirá una zona comercial y espacios ajardinados, además de un parque inundable, que prevé frenar las escorrentías que bajan por la rambla de Cobatillas, más conocida como la de Macodesa. La retención de las aguas de escorrentía pretende evitar la llegada de riadas a este enclave y al barrio de los Ríos colindante, ya que la rambla traslada caudal de lluvias de los municipios del interior desde las sierras cercanas.
La residencia, que nació en los años sesenta como un edificio de estilo mediterráneo en torno a un patio con un claustro acristalado, tenía 65 habitaciones. Su fachada encalada con toldos amarillos ha dado paso con los años a una ruina insalubre que causa inquietud en los vecinos del entorno, que se quejan de peleas y algún incendio. Aún se puede ver el torreón central con su mirador, desde donde se podía ver el Mar Menor.
La intervención abarca una parcela de 87.000 metros situada entre el casco urbano y la carretera 332
El origen de la residencia conduce a una mujer, la religiosa María del Amor Hermoso Díaz, propietaria de los terrenos, fallecida en 1962. Como integrante de la orden de las Hermanas Franciscanas de la Purísima Concepción, que atendía a huérfanas de las inundaciones del río Segura de 1879, impulsó la creación de un centro de acogida.
La caída de las vocaciones religiosas y la escasez de recursos económicos dejaron el proyecto en dique seco durante varios años, hasta que las monjas lo vendieron a Telefónica, que vio un enclave ideal como destino de descanso de sus empleados.
Cerró en 1992 tras la disolución de la institución que gestionaba estos inmuebles para el descanso de trabajadores
Dicen quienes lo conocieron que el diseño de las dependencias interiores fue pionero. Desde la fuente del patio interior, mobiliario minimalista, techos de madera, a la biblioteca, el bar y las salas de ocio. En sus salones se celebraron fiestas y bailes, según recuerda la cronista de San Javier, María Griñán. Telefonistas, administrativos, ingenieros y demás personal de Telefónica de toda España llegaban a descansar en San Javier. Con la disolución en 1992 de la Institución de Telefónica de Previsión, que construía estas residencias por distintos destinos españoles, la de San Javier cerró sus puertas.
Derribo en La Manga
Asimismo, otro derribo acabará después del verano con una rémora de La Manga. Los 30 locales comerciales de las galerías asociadas al hotel Doblemar ya tenían sentencia de muerte desde el año pasado, cuando el Ayuntamiento de San Javier las declaró en estado de ruina inminente. En julio de 2024 ya se demolieron 11 locales, pero aún quedan 30 en pie, algunos semicaídos, invadidos por desechos y grafitis.
Los locales fueron construidos en los años setenta. Entre los propietarios, que tendrán que pagar la demolición y limpieza del entorno, figura la familia propietaria de la cadena Roc Hoteles, con alrededor del 60%, más otros pequeños propietarios y sociedades de activos inmobiliarios. Con la eliminación de los viejos locales, la parcela de 3.700 metros cuadrados, más los 1.600 metros cuadrados de zonas comunes, podrán tener otra vida con fines comerciales. De hecho, los Roc tienen previsto construir un área comercial enfrente del hotel de cuatro estrellas que poseen en la Gran Vía de La Manga.
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