La falta de auxiliares en un IES de San Javier reduce la atención a alumnos con menos autonomía
«Cuando nos llaman, tenemos que dejar el trabajo para ir a llevarle al aseo», relata el padre de un menor con discapacidad motriz
Rafa no sale al recreo cada mañana devorando un 'bocata' como la mayoría de sus compañeros. El alumno con síndrome de Moebius se alimenta con una sonda gástrica. Este Rafa no ha ganado un Grand Slam, pero ha llegado a cuarto de la ESO superando a diario todos los inconvenientes de una enfermedad extremadamente rara y, con la ayuda de sus padres, promueve la Fundación RafaPuede para la inclusión. Para esos verdaderos 'campeonatos' carece de la ayuda necesaria.
«Antes iba yo cada día al instituto para darle el almuerzo con una jeringuilla, hasta que conseguimos que hubiera personal de apoyo», explica su padre, Rafael Moreno. El problema es que, con una sola auxiliar técnico educativa (ATE) en el IES Mar Menor, resulta difícil atender a todos los alumnos con necesidades especiales. «Mientras atiende a uno, no puede resolver las necesidades de los otros», señala Rafael.
Cuando la única ATE cae enferma, como ocurrió hace pocos días, la vida se complica hasta el extremo para todas las familias con hijos con autonomía reducida. «Ahora estoy de baja médica, pero mi mujer y yo trabajamos en invernaderos y, cuando nos llaman, tenemos que dejarlo para ir a llevarle al aseo si no hay personal en el centro», comenta Pedro Pichazaca, padre de Edgar, un alumno de Primero de ESO con discapacidad motriz. «Ya va siendo más mayor y cogiendo peso, así que es complicado para una sola persona», comenta el padre.
Algunos menores dependientes requieren de atención plena de al menos dos profesionales en el instituto
Solo la ilusión del menor al acceder por primera vez al instituto compensa la escarpada cuesta que supone para la familia superar las dificultades del día a día con tres hijos y un duro trabajo por cumplir. Pedro destaca «la suerte que tengo con mi jefe, que es muy consciente de mi caso y me dice que un hijo es lo más importante». Sabe que tendrán que hacer muchos sacrificios «para que no sufran».
Las familias de Rafa y de Pedro no son las únicas que se encuentran cada día con una carrera de obstáculos para hacer realidad, con medios insuficientes, lo que los responsables públicos llaman educación inclusiva. En el IES Mar Menor, centro de referencia para menores que requieren apoyo en un municipio con 31.905 habitantes, cada curso aumenta la matrícula de alumnos con autonomía limitada, algunos de ellos con necesidad de atención plena que requieren de dos auxiliares para facilitar su movilidad.
Ante el aumento de matrículas de alumnos con distintas discapacidades, el instituto solicitó a final del pasado curso a la Comunidad Autónoma otro ATE para poder atender a todos, pero aún no han recibido refuerzo.
Estudiando necesidades
La Consejería de Educación responde que «se están estudiando las necesidades del centro». Sobre otra de las carencias del centro, la falta de ordenanzas, desde la Consejería aseguran que «hay tres trabajando y se ha agilizado la tramitación para cubrir cuanto antes el cuarto ordenanza». Desde la Asociación de Madres y Padres de Alumnos, señalan una situación diferente debido a las bajas de algunos trabajadores, «lo que supone grandes problemas en la atención a las familias y alumnos en un centro con 1.600 alumnos». «Se da la situación de que el centro llega a tener dos o incluso un único ordenanza, así que, si sale a cumplir una de sus tareas, no se encuentra a nadie en el puesto», explican desde la Asociación de Padres y Madres de Alumnos.
