«Hay riesgos emergentes por el cambio climático y las nuevas tecnologías»
«La UE está avisando de que los accidentes cerebrovasculares son la segunda causa de muerte relacionada con el trabajo»
La burgalesa María Ángeles Villanueva ha desarrollado toda su carrera profesional en el Instituto de Seguridad y Salud Laboral, desde las inspecciones a pie de ... obra hasta la dirección del centro. La psicóloga, optimista por los mejores resultados de 2023 tras los datos de 2022, alerta de los nuevos riesgos laborales emergentes, y muestra su preocupación por el incremento de accidentes cerebrovasculares.
–En los últimos años se ha registrado un incremento de la siniestralidad laboral. ¿A qué obedece?
–En realidad si nos retrotraemos a hace 20 años, se ha producido un descenso importante de los índices de incidencia. Es cierto que en el año 2021 el índice aumentó con relación a 2020 probablemente como consecuencia de la recuperación de la actividad. En el año 2022, según los datos provisionales, se ha producido un ligero descenso, pero fue muy preocupante el número de los accidentes mortales que se produjeron.
«Deberíamos contar con normativa específica para los riesgos psicosociales»
–Los accidentes mortales se duplicaron en 2022 en la Región; pasaron de 20 a 44, ¿qué medidas han tomado?
–Se convocaron reuniones extraordinarias del Consejo Asesor Regional de Seguridad y Salud Laboral, que es un órgano tripartito en el que se integran los agentes sociales, la patronal, los sindicatos y la Administración, para analizar qué estaba ocurriendo, porque es verdad que los accidentes mortales se incrementaron muchísimo. Hemos tomado medidas que estamos ya llevando a cabo, como las campañas de sensibilización dirigidas a toda la sociedad en cuanto a la necesidad de prevenir los riesgos laborales, centradas sobre todo en dos tipos de accidentes muy frecuentes, como son las caídas de altura, que se incrementaron el año pasado, y los accidentes por vuelcos de carretillas elevadoras. También se ha dirigido la campaña a visibilizar los problemas derivados del estrés laboral y los accidentes de tráfico. Los accidentes de tráfico suponen aproximadamente un 12% del total de la siniestralidad laboral. En junio empezaremos también con la campaña de prevención del golpe de calor por exposición a temperaturas extremas.
–¿Han logrado concretar qué características y contexto tienen en común esos accidentes mortales?
–Han sido de cuatro tipos, fundamentalmente. Las patologías no traumáticas, es decir, accidentes cerebrovasculares, infartos, derrames, que es un tipo de patologías que Europa nos está advirtiendo de su incremento. Lo que ocurre con este tipo de accidentes es que muchas veces es difícil encontrar la relación entre el trabajo y ese factor que haya podido desencadenar el accidente cerebrovascular. Las caídas de altura, en las que no se han adoptado las medidas de prevención necesarias. Por último, los atrapamientos por vuelcos de carretillas elevadoras y los accidentes de tráfico entre los conductores profesionales.
–Además del incremento de la actividad postpandemia, ¿hay otros factores? ¿Se ha bajado la guardia en la prevención? ¿Hay mayor sobrecarga de trabajo y estrés?
–Es una mezcla de circunstancias. Efectivamente, algunas empresas han rebajado un poquito las actividades preventivas; las evaluaciones de riesgo son herramientas muy importantes que permiten al empresario conocer los riesgos en su empresa para adoptar medidas preventivas. También se produce quizá una falta de formación; los trabajadores deben de tener una formación sobre los riesgos que hay en su puesto de trabajo y sobre qué medidas se pueden adoptar para evitarlos. Hemos salido de una pandemia y el año pasado probablemente se incrementó la actividad, y muchas veces el aumento de actividad implica un aumento en la siniestralidad. Pero la realidad es que este año las cifras son bastante mejores. Queda todavía mucho año, pero en relación al ejercicio pasado, en el periodo enero y febrero de este año se han rebajado bastante las cifras. Siempre que hay un accidente mortal es una muy mala noticia, pero de nueve accidentes mortales que hubo el año pasado entre enero y febrero, este año llevamos cuatro. En los graves y los mortales también se ha producido un descenso de casi la mitad. Vamos a pensar que las medidas y la campaña, que está consensuada con los agentes sociales, están mejorando las cifras.
–Nos escandaliza ver a un trabajador subido al andamio sin el arnés, pero con las horas extra, la sobrecarga laboral, la presión, es más difícil establecer la relación causal cuando se produce un accidente cerebrovascular...
–Tenemos un proyecto en marcha desde el Instituto para analizar las causas de esas patologías no traumáticas, de esos accidentes cerebrovasculares, y ver si efectivamente no solo hay factores de índole individual, que puede haberlos, como un exceso de colesterol o hipertensión, sino que haya también factores relacionados con las condiciones de trabajo como el estrés laboral; que haya unas condiciones de organización y de contenido del trabajo que pueden dar lugar a que los trabajadores estén sometidos a exigencias laborales superiores a las que pueden desarrollar y esta situación pueda contribuir a que esas personas tengan un infarto o un derrame que les produzca el fallecimiento.
–¿En qué consiste el estudio que están realizando?
–Con todos los accidentes graves, muy graves y mortales laborales hacemos un informe técnico sobre las causas que los han producido que enviamos a la Inspección de Trabajo, que es la que se encarga de determinar si hay algún tipo de incumplimiento de las medidas de seguridad. En este proyecto sobre patologías no traumáticas intentamos determinar si hay algún factor relacionado con la organización o con el contenido del trabajo que haya podido influir. Algunas de las personas que han fallecido por infartos o derrames son gente joven, de entre 40 y 60 años. Es la forma de accidente que ahora mismo más se produce. La UE ya está avisando de que los accidentes cerebrovasculares son la segunda causa de muerte relacionada con el trabajo. Hay que analizar las causas que los originan para poder adoptar medidas preventivas. Hay muchas empresas ya que están adoptando programas de empresa saludable en la Región dirigidos a evitar problemas cardiovasculares, fomentar estilos de vida saludables, facilitar formación a sus trabajadores...
«En 2022 hubo un incremento de accidentes mortales, pero este año están bajando las cifras»
–¿En comparación con la media española, dónde se sitúa la Región en siniestralidad laboral?
–Estamos un poco por debajo de la media; el mes pasado nos situamos los novenos.
–El cambio climático es otro factor. La exposición a las radiaciones ultravioleta, la sobrecarga térmica... afectan a los empleados que realizan su trabajo al aire libre, en el campo, la construcción...
–El pasado año a nivel nacional se atribuían al calor unas 3.000 muertes. Pienso que en el ámbito laboral también pudo haber una influencia del calor en algunos de los accidentes mortales que se produjeron, por ejemplo en algunas caídas de altura pudo influir la elevada temperatura. En esta Región el calor puede producir patologías relacionadas.
–¿De qué tipo?
–El calor puede contribuir a que se produzcan algunos accidentes cuando se trabaja, sobre todo, a la intemperie, en la agricultura y en la construcción. Tenemos que tener en cuenta las nuevas formas de organizar el trabajo, la tecnología, la digitalización, el cambio climático. Tenemos ya implantado el teletrabajo, y son nuevas formas de trabajar a las que hay que atender, porque hay riesgos que aún no conocemos.
–¿No puede establecerse un sistema de alertas que limite el trabajo a las horas centrales?
–Ya se ha limitado mucho, en la construcción y la agricultura está regulado por convenio y se evitan las horas centrales del día. Se ha avanzado mucho también en la reducción de accidentes por exposición a elevadas temperaturas. En los últimos años no hemos tenido ningún accidente mortal relacionado con el calor que se haya notificado al sistema Delta. Las empresas toman sus medidas, que haya zonas de sombra, que los trabajadores tengan agua fresca, que la ropa que utilicen sea transpirable... También es muy importante la formación de los trabajadores en primeros auxilios: que sepan detectar cuándo un compañero está sufriendo un golpe de calor y sepan cómo actuar.
–¿Han detectado un incremento de los riesgos psicosociales entre los trabajadores?
–Los riesgos psicosociales son un tipo muy particular, y no hay legislación específica; contamos con la ley de prevención, que regula todo tipo de riesgos, pero no hay normativa específica que regule los riesgos psicosociales y sus consecuencias tampoco están incluidas como enfermedad profesional. En esas condiciones, no podemos cuantificar si hay un incremento de riesgos psicosociales. Es cierto que hay sectores como el sanitario y la enseñanza en el que hay un tipo de riesgo, que es el 'burnout', precisamente porque son sectores de atención a otras personas.
–¿Y no cree que deberían incluirse como enfermedad profesional?
–Las consecuencias de los riesgos psicosociales deberían de estar incluidas en el cuadro de enfermedades profesionales y contar con una normativa también específica para los riesgos psicosociales, lo mismo que la hay para los ergonómicos, los de seguridad y para los derivados de la exposición a agentes químicos y biológicos. Si hay factores de riesgo psicosocial, hay que intentar reducir esos elementos de la organización que producen el riesgo para que el trabajador esté emocionalmente bien y no se genere una enfermedad. Debe darse el mismo tratamiento que tienen el resto de los riesgos. En cualquier caso, tenemos el amparo de la ley de prevención, que dice que el empresario debe proteger la seguridad y la salud de los trabajadores frente a todos los riesgos laborales.
–Los cambios en la organización del trabajo también están incidiendo en la salud laboral: envejecimiento de las plantillas, subcontratación de tareas, precariedad, horarios maratonianos...
–Son aspectos del trabajo que hay que tener en cuenta en la organización. Estamos ya viendo nuevas formas de organizar el trabajo, las nuevas tecnologías, la digitalización, los 'empleos verdes'... y el cambio climático van a generar seguramente nuevos riesgos que tenemos que atender y prevenir.
–Desempeñar un trabajo de baja cualificación aumenta las posibilidades de tener accidentes, dicen las estadísticas.
–Sí que es cierto que los peones en general, en la construcción en la agricultura y la industria, son ocupaciones en las que se producen más accidentes. Las ocupaciones en las que hay más accidentes son las de baja cualificación.
–Los 'riders', las empleadas del hogar, las cuidadoras... están en los márgenes del sistema...
–Los trabajadores de plataformas digitales, como los 'riders', ya disponen de una normativa. Las empleadas del hogar estaban excluidas de la ley de prevención de riesgos laborales, pero el año pasado ya se publicó una modificación de la ley que las incluía, aunque no se ha desarrollado reglamentariamente todavía. Hay que tener en cuenta que en ese tipo de ocupación es difícil comprobar las condiciones en las que trabajan porque son domicilios particulares a los que no podemos acceder.
–¿Detectan nuevas enfermedades profesionales asociadas a la exposición a agentes cancerígenos?
–Se trata normalmente de enfermedades que tienen una latencia muy larga, que a lo mejor aparecen incluso cuando el trabajador ya está jubilado. Ahora se está prestando más atención, así que en cuanto a números sí hay más, pero no son enfermedades nuevas. El cáncer es la primera causa de muerte en el ámbito laboral en Europa.
«Las ocupaciones en las que hay más accidentes son las de baja cualificación»
–¿Se toma más en serio la importancia de la prevención?
–Se toma más en serio, pero nos falta todavía alcanzar lo que nos dice la ley, que es la cultura preventiva. Que la prevención de riesgos esté integrada en el sistema de gestión de la empresa. Lo más importante es el convencimiento y el compromiso de la dirección de la empresa, que pasa por creerse que la prevención es importante, no solo ya por la salud de los trabajadores, sino también a nivel productivo. Es decir, cuando más sanos y más seguros estén los trabajadores, producen mejor.
–¿Han abordado el estudio de la siniestralidad laboral desde la perspectiva de género? Parece que los accidentes de tráficos tienen más incidencia entre las mujeres... ¿a qué lo achaca?
–A la doble presencia. Las mujeres todavía somos mayoritariamente responsables de las tareas domésticas. Sí que es cierto que los accidentes 'in itinere' tienen mayor incidencia que en los hombres.
–¿Cuáles son las líneas maestras de la nueva estrategia de salud laboral que están elaborando?
–Disminuir la siniestralidad laboral en cuanto a accidentes y enfermedades. También el apoyo a las pequeñas y medianas empresas, que son el 90% del tejido productivo de la Región, y tienen más dificultades a la hora de aplicar la normativa, de contar con medios propios para llevar a cabo la prevención. Queremos atender esas cuestiones relacionadas con el cambio climático, las nuevas formas de organización del trabajo y los nuevos riesgos que se pueden avecinar.
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