Polinizadores, los grandes olvidados
La Ley de Restauración de la Naturaleza promovida por el Parlamento Europeo pretende revertir el declive de su población
Sin la tenaz labor de los polinizadores que transportan el polen de una flor a otra se reduciría considerablemente la habitabilidad de nuestro planeta y ... la agricultura entraría en 'shock' por las cosechas. Por este motivo, la Unión Europea se ha marcado como objetivo dentro de la Ley de Restauración de la Naturaleza, adoptada en junio por el Parlamento comunitario, la ardua tarea de aumentar la población de estos insectos -como abejas, abejorros y mariposas, entre otros-, a partir de 2030. Los Estados miembros, que están negociando en la actualidad su aplicación, deberán poner en marcha medidas eficaces para mejorar su diversidad y, a partir de la próxima década, alcanzar una tendencia creciente tras la entrada en vigor del Reglamento, que se medirá cada seis años.
«Es muy significativo que la ley comunitaria tenga un apartado específico sobre polinizadores, ya que su desaparición acarrearía problemas graves», explica Marco Ros, eurodiputado del partido socialista, que espera que la nueva directiva sea aprobada definitivamente por los gobiernos durante la presidencia española este segundo semestre. Aun así, el europarlamentario reconoce la vaguedad de la ley, al no especificar, por ejemplo, los indicadores que se tomarían como parámetros. «Su mejora redundaría en el beneficio del ecosistema y la actividad agrícola», recalca Ros, al tiempo que señala que España deberá elaborar su propio plan de restauración de la naturaleza con la implicación de las comunidades autónomas.
Los ecologistas creen que se hace mucho esfuerzo en proteger espacios mientras que los insectos pasan desapercibidos
Para que un árbol dé frutos se necesita que estos insectos polinicen sus flores. Por esta razón, los agricultores y los apicultores van de la mano. «Ambos actores son inseparables; los primeros dependen en su totalidad de los segundos porque sin polinizadores no habría cosechas», indica el responsable de Apicultura de la organización agraria Coag en la Comunidad, Carlos Zafra. «Las abejas y los abejorros son los gran olvidados; en una región como la de Murcia, que es bastante agrícola, resulta imprescindible su función», prosigue el también apicultor, quien remarca que «quienes notan más su déficit son los propios agricultores, los que sufren más la escasez de polinizadores».
En la Región, hay cerca de 150 apicultores profesionales, de los cuales en torno a 10 o 12 se dedican en exclusiva a alquilar sus colmenas para polinizar diferentes cultivos, sin producir ni comercializar la miel. «Los agricultores se ven en la obligación de los apicultores para que puedan polinizar sus explotaciones», señala Zafra. «Entre un 10% y un 15% de los ingresos de las personas que se dedican a la crianza de las abejas viene de alquilar sus colmenas», abunda.
Según fuentes del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental (Imida), el grado de recuperación de los polinizadores va en consonancia a la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero; es decir, muy difícil.
El portavoz de espacios naturales de Ecología en Acción en la Región, Rubén Vives, también insiste en que «no hay agricultores sin polinizadores. «Están desapareciendo por productos fitosanitarios, químicos y deterioro del hábitat», detalla el ecologista, que pone el ejemplo de esa tendencia a la baja de cómo el frontal del coche estaba lleno de diversos invertebrados hace 30 años y ahora no se atropella ningún insecto. «Se hace mucho esfuerzo para proteger espacios y grandes vertebrados, pero los invertebrados pasan desapercibidos porque son los que tienen menos repercusión social, pese a ser esenciales, especialmente en la agricultura», concluye Vives.
«Sacan medicamentos menos lesivos para las abejas, pero son poco efectivos contra las plagas»
Uno de los apicultores profesionales que solo ofrece sus servicios a agricultores es Juan Carlos Miguel, gerente de Apicultura 3 Abejas, una sociedad que tiene más de 1.000 colmenas en el municipio de Alcantarilla, desde donde se desplaza por toda la Comunidad Autónoma y también el resto del país con el propósito de propiciar estas labores de polinización. En función del tipo de cultivo y la extensión del mismo, se calcula la cantidad de abejas óptima para garantizar una buena polinización, los lugares dónde se deben ubicar las colmenas y el tiempo que permanecen en la finca.
«Empezamos a últimos de enero con el almendro y acabamos en agosto con la alcachofa; mientras tanto, estamos en campos de azahar, coliflor, calabacín, cebollino y melón, entre otros muchos», indica Miguel, quien asegura que la mortandad de los polinizadores continúa por los productos químicos y el sulfato de las tierras. «Las farmacéuticas sacan medicamentos menos lesivos para las abejas, pero son poco efectivos contra las plagas de los cultivos, además de que resultan caros para los agricultores», precisa Miguel, que lamenta que no se estén tomando medidas más contundentes para invertir el descenso de la población de invertebrados.
El apicultor confía en que la ley de Restauración de la Naturaleza mejore los ecosistemas y, por tanto, el hábitat de las abejas. Sin embargo, advierte de que los resultados dependen de si se cumplen las normas. «Si metemos nuestras abejas en invernaderos tenemos beneficios, pero, entre que sufren las temperaturas y los pesticidas, al final la rentabilidad cae considerablemente», zanja Miguel.
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