Editor, ingeniero agrónomo y exministro de Trabajo
Pimentel: «No se puede despreciar el campo y luego querer productos buenos, bonitos y baratos»«La agricultura ha sido muy maltratada por esta sociedad con el 'síndrome de Bambi', así que en cierta forma se toma su venganza»
Manuel Pimentel Siles (Sevilla, 1961), editor, ingeniero agrónomo y exministro de Trabajo y Seguridad Social bajo la presidencia de Gobierno de José María Aznar, participó ... el pasado viernes en Murcia en un encuentro con empresarios agrícolas, exportadores, y representantes de otros sectores relacionados, en un acto organizado por la consultora agroalimentaria BIA3. En su ponencia, desgranó los retos que tiene por delante esta actividad fundamental para la Región desde su propia perspectiva como hombre de campo. Antes respondió a las preguntas de LA VERDAD sobre la situación y los condicionantes que afectan al futuro del sector primario.
-El título de su conferencia, 'La venganza del campo', ¿es un aviso a la sociedad ante lo que viene, sobre todo, en el contexto actual con los precios de los productos frescos disparados?
-Es que se trata de un tema muy importante, que afecta muchísimo y que obliga a entender lo que está pasando con el campo, con los precios y con las políticas agrarias. No nos damos cuenta, pero desde hace algunas décadas en España y en todo Occidente lo importante es la sociedad urbana y sus valores, que dominan los imaginarios colectivos. Así que cada vez se conoce menos el campo. Mientras, sobre todo por la globalización, se ha vivido un momento de precios agrarios históricamente baratos. Tanto que los productores han sufrido mucho en estos años. ¿Qué ocurre entonces? Pues que, ahora mismo, el campo se está tomando la venganza.
-¿El mundo agrario nos pasa su propia factura por abandonarlo?
-Me refiero en un sentido metafórico, porque no es que la agricultura sea vengativa. Pero si te dedicas a legislar para poner más dificultades a la producción y olvidas por completo cuál es su papel, pues eso lleva a esta situación. Así que seguirán encareciéndose los productos debido a las exigencias y condicionantes que obligan a repercutir ese aumento de la presión sobre la cadena alimenticia en su conjunto. En el fondo, esta crisis lleva años creándose.
-Entiendo que para nada se vislumbra una bajada de precios.
-No se puede despreciar el campo y luego querer productos buenos, bonitos y baratos. Es imposible bajar los precios frente al sobrecoste por la línea inflacionista en este contexto económico. Hay productos que, por supuesto, podrán bajar, pero si nos agarramos a un promedio la alimentación va a subir en conjunto, por desgracia para el consumidor y también para el agricultor, que ni quiere que ocurra ni se beneficia de ello. Además, cada vez se ponen más impuestos y encima está el agravante de los problemas geopolíticos.
«Suben por desgracia para el consumidor y también para el agricultor, que ni quiere que ocurra, ni se beneficia»
-¿Son tantos los condicionantes?
-La propia globalización, con el transporte, ha causado un encarecimiento. Igualmente, la sostenibilidad supone una limitación cada vez mayor, ante los impuestos al plástico, las limitaciones de los productos fitosanitarios, fertilizantes. En suma, se ponen todas las trabas. Las mismas granjas ganaderas, si no pueden ampliarse, no pueden ser competitivas. De forma que, si cada vez se ponen más dificultades, las producciones serán más caras. Una realidad que al final alguien tiene que pagar. Por tanto, hay que pensar si se analiza que es razonable que los precios agrarios medios vayan a seguir en un ciclo alcista. Por otra parte, venimos de décadas donde estuvieron en mínimos históricos.
-Pero la impresión es que los productos agrícolas no han estado tan caros como hasta ahora.
-Nunca la alimentación estuvo tan barata como durante estos últimos veinte años. Y era así porque la propia agroalimentación lo permitía. Se daba una descompensación muy clara entre productores y compradores, y todo eso hizo que los precios tocaran fondo. Si comparamos con la serie histórica, probablemente no estemos ahora ni siquiera en los momentos de mayor encarecimiento. En un análisis a más largo plazo se aprecia que en los años 50, 60 o 70 del pasado siglo estaba todo más caro.
- ¿No se le da el valor suficiente a la aportación de la agricultura?
-El campo ha sido muy maltratado por el imaginario colectivo, por eso digo, a través de esa figura metafórica, que tal vez ahora se toma su venganza en forma de precios más altos, así como por la escasez de algunos alimentos. Porque hay que soportar que la sociedad urbana quiere salir al campo, pasear en libertad y ver animales. En fin, se idealiza el mundo rural bajo el 'síndrome de Bambi'. En cambio, no se dan cuenta de que penalizar al agricultor limita directa o indirectamente la producción. Así, se explicaría lo que está pasando.
«Quienes atacan el Trasvase olvidan que provocan un daño económico irreparable»
-¿Cómo se cambia esa visión?, ¿de qué manera se puede fortalecer más el sector primario ?
-El campo tiene que darse a valer, debe trabajar el discurso de su mensaje para la sociedad, que se conozca. Al final, se trata de contar con políticas productivistas, hay que ayudar al que produce o, por lo menos, permitirle que lo haga. Asimismo, elevar la apuesta por la innovación tecnológica. Porque la comida no es algo que aparece por generación espontánea en un supermercado de forma abundante, sana y baratísima. Muchos se han olvidado de que tiene que producirse y de que hay un sector detrás.
-El problema es si existe el marco adecuado, ya que la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europa siembra algunas dudas.
-Es que la nueva PAC refleja claramente lo que decía con el 'síndrome de Bambi'. Otra vez ni un guiño a la producción. Porque todos estamos de acuerdo en ser sostenibles, pero luego nos encontramos con el desamparo de que parece que la agricultura moleste. Por tanto, el campo, que está muy centrado en lo suyo, en producir, ha sido arrinconado. De ahí que es incuestionable que hay que alzar la voz y utilizar argumentos sólidos para que se empiece a tomar en serio su papel, ya que es el momento de producir no solo tomates y pimientos, sino de producir también ideas.
«El sector tiene que transformarse, pero no puede ser el chivo expiatorio»
-Los agricultores no se benefician del incremento de precios, porque lo que se abona en origen no tiene nada que ver con lo que paga el consumidor.
-Está claro que en absoluto, pero todo es complejo. Es cierto que el agricultor percibe más dinero por lo que vende, pero al mismo tiempo los costes le han subido más todavía. Por lo tanto, el agricultor no se beneficia de esta tendencia alcista de los precios. Diría que, incluso, en algunos casos se le está perjudicando vivamente, porque al mismo tiempo le imponen nuevos impuestos, tasas, limitaciones..., aparte ya de otros factores puramente económicos, como los insumos, que se han disparado.
-En la Región de Murcia se añade encima el problema de la falta de agua, ¿cómo afecta de forma adicional?, ¿ve amenazado el futuro del Trasvase Tajo-Segura?
-Este es un ejemplo ilustrativo de lo que decía de una sociedad urbana que idealiza el campo. Se oponen a los trasvases porque el agua tiene que discurrir solo por la cuenca natural y critican que vaya a la agricultura de Murcia o Almería porque son muy intensivas. Por lo tanto, apuestan por limitarlo dentro de ese imaginario. Claro que olvidan que eso supone un daño económico irreparable, a la vez que reduce las producciones y encarece los alimentos. Algo que es una paradoja, además de un hecho muy grave. Pero la realidad es que los partidos políticos van a tender a limitar los trasvases.
-¿Y el cambio climático?
-No sé en qué grado influirá el cambio climático. Pero hay varios enfoques: uno que es puramente agronómico, en cuanto a técnicas de regadío, uso de fertilizantes. También los agricultores están siempre a la vanguardia técnica para el aprovechamiento de los recursos hídricos, adaptándose e invirtiendo, lejos de lo que cree mucha gente. En ese sentido, no tengo ningún miedo, el sector lo va a hacer.
-¿Qué importancia tiene el cumplimiento en sostenibilidad?
-Estamos en un sector que tiene que ser sostenible. Y, por supuesto, creo que el agricultor debe transformarse, pero no puede convertirse en el chivo expiatorio de todos los males. Es el caso del control de los nitratos, para lo que hay que buscar soluciones técnicas. Aunque, insisto, hay que conseguir una agricultura que sea sostenible, pero también rentable.
-Precisamente, en esta Comunidad existe la dicotomía entre agricultura intensiva y Mar Menor.
-Es que al sector agrario se le ha señalizado y culpabilizado con el tema del Mar Menor. Y claro que se han hecho esfuerzos en sostenibilidad y seguirán haciéndose. Hay que transformar esa imagen, ya que al final es la misma leyenda negra de que empezó el agricultor. Porque hay otros factores, de hecho parece que no hubiera urbanizaciones hasta la misma orilla.
-Quisiera preguntarle, para terminar, por los movimientos de capital que se dan en el sector, con la entrada de grandes inversores.
-Hay diferentes tipos de producciones, unas pequeñas y otras grandes que necesitan de dimensión y automatización. Son muchos los caminos y no se puede satanizar a los que lo hacen de forma intensiva. En cuanto a la entrada de capital, es un proceso natural en función de la rentabilidad.
«Que no haya dudas, podría haber un problema de desabastecimiento»
-¿Si no se protege más la agricultura, podemos enfrentarnos en el futuro a un desabastecimiento de productos?
-Que no exista ninguna duda. Si seguimos por esta vía de encarecimientos a la producción, de limitaciones continuas, el primer nivel de la venganza del campo será el encarecimiento de precios; y el segundo es que podría haber un desabastecimiento, no tengo dudas. De por sí, vemos cómo en las últimas décadas cada vez hay menos gente dedicada al campo, menos agricultores, es decir, existe un problema de abandono.
-¿Cómo afecta la falta de cambio generacional, la falta de jóvenes que se incorporen al sector?
-Para atraer a la gente joven, primero hay que ver el aspecto económico puro, que exista la garantía de acceder a una renta y de que se pueda vivir con dignidad. Y después está el tema de la imagen, ya que otras actividades aparecen como más atractivas. De hecho, conozco buenos agricultores de siempre, en tierras buenas, con inversiones importantes, que están muy desanimados. Y es que son despreciados, están bajo sospecha, atenazados con normativas que cada vez les penalizan más. Así que llega un momento en el que te vas agotando.
-¿La Administración debe ofrecer más ayudas para el relevo?
-La gente joven no volverá al campo por ayudas. Para que lo hagan son necesarios tres requisitos. Primero, que la actividad sea rentable; segundo, que exista un desarrollo profesional que permita estar a la vanguardia en tecnología; y, tercero, que el imaginario social otorgue prestigio a la actividad. Creo que eso es posible, pero tenemos que hacerlo desde dentro.
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