Descendientes de víctimas del franquismo: «Lo lícito y moral es entregar un muerto siempre a la familia»
Juani y su prima Dori lograron localizar en 2002 los restos de su abuelo en una fosa de Cartagena, pero luego «se utilizó para la foto»
«No». Es la primera respuesta que se encontraron Juani Roca y su prima Dori, hace ahora más de veinte años, cuando fueron a pedir ... la partida de defunción de su abuelo al Registro Civil de Cartagena. Un documento necesario para «tirar del hilo» y localizar por fin los restos del familiar, pero que solo pudieron conseguir «diciendo al funcionario que necesitábamos la partida para pedir una pensión».
El abuelo de Juani y Dori era Alfonso Roca Cayuela, cabo fogonero de la Armada nacido en Fuente Álamo en 1899 que fue fusilado el 31 de julio de 1939 junto a otros marinos republicanos en el Arsenal. Unas viejas cartas del propio abuelo promovieron una inagotable búsqueda que les condujo hasta una fosa común del cementerio de Los Remedios, en el barrio cartagenero de Santa Lucía, donde se apilaban los restos de 50 militares represaliados y que los trabajadores del camposanto terminaron abriendo sin mucha convicción en el verano de 2002. Fue en presencia de Juani y Dori, que pudieron comprobar 'in situ' el orificio de bala que presentaban los cráneos. Unos agujeros que dejaban al descubierto el motivo de la defunción y confirmaban todas las sospechas de Juani y Dori, que aquel día se juraron que sacarían de allí los restos de su abuelo, «para enterrarlos en el panteón familiar, en Alcantarilla, con la misma dignidad con la que vivió».
«Politiqueo»
Sin embargo, casi dos décadas después de aquello, los restos mortales de Alfonso Roca Cayuela reposan en el mismo lugar del cementerio de Los Remedios en el que las dos primas los hallaron. Porque, después del emocionante descubrimiento, «solo hubo 'politiqueo'», define Juana Roca. «Nosotras queríamos que se iniciara el proceso para la identificación de los cadáveres. Llegamos a contactar con un prestigioso forense de Granada que estaba dispuesto a llevarse los restos. Pero no fue posible». ¿Por qué?
Una de las nietas reconoce que hay «más deseo que esperanza» de recuperar algún día el cadáver de su familiar
Esta vecina de Alcantarilla, que ahora se dedica a cuidar de su padre enfermo [Andrés Roca, el único hijo vivo de los cuatro que tuvo el militar represaliado], explica que «el único interés que hubo fue político. Solo nos llamaron del Partido Socialista para que fuéramos a hacernos la foto en un acto de homenaje junto a la fosa, y nos negamos. Nunca hemos querido politizar este tema, que se utilizara para la foto de turno». Además, Juana lamenta que sobre esa tumba «se colocó después una lápida de granito, sin autorización ninguna por nuestra parte, con los nombres de las víctimas» Sin embargo, recuerda que «lo lícito y lo moral es entregar un muerto siempre a su familia. Eso no se le puede negar a nadie». En este sentido, Juani recuerda que su familia «aún no ha logrado una reparación completa» y que hay «más deseo que esperanza» de poder recuperar algún día los restos del abuelo Alfonso.
Muertes por hambre, tuberculosis y fusilamientos en la Prisión Provincial
Rufino Garrido, miembro de la Asociación Tenemos Memoria, ha investigado junto a su esposa más de 15.000 expedientes procesales de la antigua Prisión Provincial de Murcia, conocida como la Cárcel Vieja. Esto ha supuesto un pilar básico en este proyecto –subvencionado por el Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática–, ya que «las víctimas confluían hacia las cárceles de la provincia», según puntualizó Miguel Mezquida. De esta manera, buena parte de las muertes se producían en la propia prisión o en el entorno de la misma, por lo que se trasladaban los cadáveres a fosas cercanas. Así ocurrió por ejemplo con la Cárcel Vieja y las fosas localizadas en el cementerio de Espinardo. «Es muy difícil resumir lo que uno se encuentra en esos expedientes, pero lo que tuvieron que vivir aquellas personas fue terrible», resume Garrido, que ha localizado los informes de 514 republicanos fusilados (entre ellos 14 mujeres). También constan otros 141 fallecidos tanto en esta prisión como en el penal de Las Isabelas y en el de Las Agustinas. «Era una prisión en la que estaban recluídas 3.000 personas a pesar de que estaba proyectada para 300. Eso da una idea de las condiciones en las que tuvieron que vivir». Rufino Garrido ha registrado a través de esos expedientes «muchas muertes por hambre pero, sobre todo, por tuberculosis». También hay casos de fallecidos por «disparos de centinelas y por suicidios». Garrido, hijo de un militar republicano condenado a veinte años de prisión por «auxilio de la rebelión» y que tuvo que ver «la etapa más dura de la represión en esa cárcel», también tiene documentados casos de presos que «fueron fusilados cuando iban a recibir la conmutación de la pena».
«Es la primera vez que se realiza esta labor en Murcia de forma tan rigurosa y global, por lo que es necesario continuar con este esfuerzo que busca la visibilización de las víctimas y sus lugares de inhumación», explicó el alcalde de Murcia, José Antonio Serrano, en la presentación del catálogo en el Ayuntamiento de la capital. También acudió al acto el concejal y portavoz de Podemos en el Consistorio, Ginés Ruiz Maciá.
Los archivos y fuentes más relevantes en el proceso de consulta han sido el Archivo General de la Región, el Archivo Naval de Cartagena, los registros civiles, los archivos de cementerios municipales y los archivos parroquiales de diversas poblaciones de la Región.
En el proyecto también ha sido vital el trabajo de campo realizado y que permitido la prospección, identificación, caracterización técnica y geolocalización de las fosas por parte de personal arqueólogo especializado de la Asociación Arqueoantro.
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