Jesús Cruz Villalón: «La jornada laboral de 37,5 horas va a ser un desafío para la negociación»

–¿Cómo afectará a la negociación colectiva un cambio como el anunciado de reducción de la jornada de trabajo en España?

–El proyecto de ley del Gobierno para reducir la jornada laboral, pasando del máximo de 40 a 37,5 horas, cuando los convenios colectivos están en torno a 38,5 de media, tendrá un impacto inmediato y también va a ser un importante desafío para la negociación colectiva. Porque es el convenio quien tiene que reflejar cómo se materializa esa reducción. Por ejemplo, puede crearse una bolsa de tiempo a disposición tanto de los trabajadores como de las empresas para cuando haya que conciliar responsabilidades familiares y laborales; o cuando haya periodos de menos actividad productiva, ampliando periodos de vacacionales o permisos. Y ahí los convenios colectivos van a tener que decir mucho respecto a cómo se hace.

–¿Serán las pequeñas empresas las grandes perjudicadas?

–Las situaciones de las empresas y los sectores productivos son muy diversas, no hay una respuesta única. Lo que sí se intuye es que va a ser mucho más fácil adaptarse a la reducción de jornada por parte de las grandes empresas, tanto porque tienen jornadas más próximas a las 37,5 horas, y porque tienen una capacidad de gestionar los tiempos de trabajo con mucha más flexibilidad. Así que las microempresas son a las que se les van a presentar las principales dificultades. De forma que es bastante razonable que se establezcan fórmulas de ayudas económicas a las que se vean afectadas.

–¿Y la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) en qué medida condiciona los convenios?

–El cambio derivado de las sucesivas subidas del salario mínimo ha supuesto un incremento muy notable que tiene como resultado el que esa cuantía supere en muchos convenios colectivos el nivel más bajo de retribución dentro de las tablas salariales. De hecho, han sido superados por el incremento del SMI hasta el punto que hay grupos profesionales de segundo y tercer nivel que se asimilan en su retribución por ese impacto. Y es indiscutible que la cifra de trabajadores a los que se le aplica la subida hoy en día es mucho mayor que lo era en el pasado. Además, en el caso de territorios como la Región de Murcia afecta ya a sectores de mucha influencia, como agricultura, comercio y hostelería. Sin embargo, la adaptación en la industria va a ser más fácil. Así que obliga a ver qué papel desempeñarán los convenios a partir de ahora, ya que antes estaban siempre por encima del SMI.

–La economía parece digerir bien la subida de las retribuciones.

–Hasta el momento ha tenido mucha influencia lo que negociaron las organizaciones sindicales y empresariales a través del Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva, tanto para la contención salarial como en el crecimiento en retributivo una vez superada la época pospandémica. Pero ahora se detecta que hay factores que presionan hacia una subida más significativa de los salarios con la tensión de la inflación. Eso es un primer frente de dificultad, ya que el papel inicial más importante de los convenios es el de marcar las políticas retributivas. En segundo lugar, hay factores que dependen de los cambios normativos que se han producido o que están a las puertas de producirse. Unas modificaciones que, como indicaba anteriormente, tienen más relevancia en determinados sectores.

–¿Cuáles son los principales puntos que quiere trasladar en su intervención en Murcia?

–Quiero destacar, ante todo, que la negociación colectiva tiene un papel central en la gestión del empleo y en la adaptación de las condiciones de trabajo de cada uno de los sectores y empresas; en la determinación de las condiciones de trabajo y las obligaciones. Y tiene un papel central por dos razones básicas. La primera porque los convenios tienen un alcance tan intenso que prácticamente todos los trabajadores y empresas tienen alguno que los regula. Y es que no hay nadie fuera del fenómeno de la negociación colectiva, salvo casos muy marginales y excepcionales. Y el segundo motivo es porque nos hemos dado un sistema en el que más allá de existir una intervención muy fuerte por parte de la legislación laboral, se da por supuesto que va a ser complementada y adaptada por os convenios. Es decir, las normas que tendrán que ir a después a la negociación y desarrollarse. Por tanto, esto es un elemento decisivo de cómo funcionan las relaciones laborales. Aunque a eso hay que añadir la coyuntura concreta en la que nos encontramos actualmente.

–¿Y cómo influye el momento presente a la hora de negociar?

–Se plantean importantes desafíos porque lo que viene de fuera coloca en una situación de dificultades a la negociación colectiva de cara a afrontar su función. La más inmediata es el escenario geopolítico en el que nos encontramos, particularmente derivado de la guerra de los aranceles, que introduce un elemento de incertidumbre respecto de si este conflicto va a tener impacto en las ventas de productos o prestaciones de servicios de las empresas. Y habrá que ver si esto va a provocar un aumento de la inflación y, por tanto, puede tener una repercusión sobre el empleo, ya que si hay caída de ventas podría haber un efecto de puesta en marcha de procedimientos de regulación del empleo; y si no, en todo caso, presionará sobre cómo se negocian los próximos convenios colectivos.

–¿En qué medida la era de la digitalización, de la IA marcará los convenios del futuro?

–La negociación tiene que tomar en cuenta que la digitalización está universalizada, pero estamos aún en fase embrionaria en los convenios. Además, surgen nuevas formas de empleo que condicionan.