La Intervención de la Comunidad reclama la disolución de la desaladora de Escombreras
El órgano fiscalizador de la Comunidad reclama a Esamur la extinción de la sociedad basándose en dos informes económicos de 2019 y 2020. La escasa actividad de la planta, que puede llegar a costar 540 millones a la Administración hasta 2030, hace dudar de su rentabilidad
A. A. C. / V. R. R.
MURCIA.
Lunes, 1 de agosto 2022, 02:13
La Intervención General de la Comunidad insta en un informe, con fecha de mediados de julio y elaborado a la luz de dos auditorías ... externas correspondientes a 2019 y 2020, a disolver la sociedad de la desaladora de Escombreras, que se ha convertido desde hace años en un monumental problema político y en un gigantesco lastre para las arcas públicas de la Región. Tanto es así que a lo largo de los años motivó reiteradas advertencias del Tribunal de Cuentas, la apertura de una comisión de investigación en la Asamblea Regional durante la anterior legislatura y unas diligencias penales que están casi cerradas en un juzgado.
El origen de toda la controversia sobre esta planta fue una información periodística de LA VERDAD en la que se revelaba en 2013 que la empresa Hydro Management, constructora de la desalinizadora, había presentado una reclamación judicial contra esta sociedad pública dependiente de la Comunidad, exigiendo la rescisión del contrato de arrendamiento, el abono de la deuda y el pago adelantado de todas las rentas futuras, todo por un valor total de 600 millones de euros, más intereses y costas judiciales.
Responsabilidad solidaria
Esta no es la primera vez que la Intervención General duda de la viabilidad económica de la desaladora. Un informe previo llegó justo al Gobierno regional unos pocos días antes de que Alberto Garre pasara el testigo de la presidencia a Pedro Antonio Sánchez, que recepcionó ese informe tan políticamente delicado para el antecesor de ambos, Ramón Luis Valcárcel. Ahora, la Intervención General subraya que de seguir «esta situación de disminución muy acusada de ventas pueden concurrir alguna o algunas de las causas de disolución» establecida en la Ley de Sociedades de Capitales, «por lo que los administradores de la sociedad deberían proceder a la convocatoria de la Junta General de la misma para que esta adopte el acuerdo de disolución de la sociedad». Es más, la Intervención General recuerda a los administradores las consecuencias de no hacerlo: el artículo 367 de la citada ley establece la «responsabilidad solidaria de los administradores respecto de las obligaciones sociales posteriores al acaecimiento de la causa legal de disolución, para el caso de que los administradores incumplan la obligación de convocar en el plazo de dos meses la Junta General para que esta adopte el acuerdo de disolución, así como para los administradores que no soliciten la disolución judicial o, si procediere, el concurso de acreedores de la sociedad». En diciembre de 2015, el Consejo de Gobierno de la Comunidad llegó a adoptar el acuerdo de extinción de la sociedad, pero no se llevaron a cabo todos los trámites para hacerla efectiva.
El documento duda de que, por su delicada situación financiera, la sociedad sea capaz de seguir como negocio en funcionamiento
El informe de la Intervención, que establece una larga lista de recomendaciones, afirma que la sostenibilidad financiera de la planta es «crítica». La situación ya era complicada en 2019, cuando tenía patrimonio negativo neto, pero todo ha empeorado desde que la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) comunicó en octubre del año pasado a Esamur que debía suspender el suministro a los usuarios, hasta que estos no acrediten que cumplen las medidas cautelares para proteger el acuífero del Campo de Cartagena y su incidencia en el Mar Menor.
En junio, la desaladora de Escombreras reanudó la venta de agua a algunos clientes que cumplían los requisitos. «La delicada situación financiera que venía arrastrando la sociedad hasta el ejercicio 2020, unido a las circunstancias sobrevenidas posteriormente, y que se mantienen a la fecha de emisión del presente informe, nos hacen dudar de la capacidad de la sociedad para seguir como negocio en funcionamiento», dice el informe, que fue analizado hace pocos días en un consejo de administración de Esamur, la entidad regional de saneamiento y depuración que es titular actual de la totalidad del capital social de la desaladora. Actualmente, según el informe de auditoría remitido por la firma Audytax, la sociedad de la desaladora tiene patrimonio neto negativo por importe de menos 3.754.772,12 euros, cifra que está por debajo de la del capital social que está obligado a reducir de forma obligatoria dado que no consigue recuperar patrimonio neto. Y no parece que pueda hacerlo porque todas las ventas de agua siguen condicionadas al cumplimiento de las medidas de protección del Mar Menor.
La planta dejó de vender agua en octubre por las medidas de la CHS para proteger el acuífero; en junio se reanudó una parte
La factura de la desaladora creció para las arcas de la Comunidad Autónoma y asciende este año a 27,4 millones de euros por el arrendamiento y mantenimiento de la planta, con IVA incluido. A ello hay que sumar otros 5 millones de euros para inversiones en dicha desaladora, por parte de Esamur. Por la venta de agua, existía una previsión de ingresos de 11 millones de euros, aunque la desaladora se paralizó en octubre y apenas ha recuperado su plena actividad.
Una línea roja rebasada
Justo un año antes, el coste económico de la desaladora superó la «línea roja», según la expresión de los propios servicios jurídicos de la Comunidad Autónoma, porque entonces las cuotas abonadas por la Administración regional en concepto de arrendamiento de la planta desaladora superaron el valor de tasación de esas mismas instalaciones, establecido por una firma auditora en 149.165.432 euros.
El informe se basa en dos auditorías externas y se presentó en julio al Consejo de Administración de la entidad Esamur
Mucho antes ya se había rebasado el coste íntegro de construcción, 125.679.115 euros, que en diciembre de 2005 quedó establecido en esa cuantía en el contrato suscrito entre las sociedades privadas vinculadas a ACS, impulsoras de ese proyecto, Hydro Management y Tedagua. A finales de 2020, la Comunidad ya había abonado más de 183 millones en virtud de los «leoninos compromisos» que, en palabras de la fiscal Maribel Neira, se habían asumido por altos cargos –con el exconsejero de Agricultura y Agua, Antonio Cerdá, a la cabeza–, y por los cuales se comprometieron a abonar a empresas del Grupo ACS ingentes cantidades de fondos públicos hasta 2030 por la explotación de la planta.
Si nada cambia en estos siete años se acabarán pagando con dinero público 540 millones por el aprovechamiento de una planta cuya construcción se presupuestó en poco más de 125 millones.
Diligencias penales a la espera de su cierre para señalar la vista oral
Las diligencias dirigidas a depurar posibles responsabilidades penales en el proceso de construcción y adquisición de la planta de Escombreras, que se abrieron en 2016, están prácticamente concluidas desde que hace justo un año la magistrada dictó auto de procedimiento abreviado. Su escrito, en el que se definían los cargos existentes contra cada encausado, se dirigía contra el exconsejero Antonio Cerdá y otros 16 antiguos altos cargos y funcionarios, abogados, asesores y empresarios privados por delitos continuados de malversación de caudales públicos y/o administración desleal, prevaricación, fraude y fraude de subvenciones y falsedad documental. Tras el auto de la juez, las defensas presentaron recursos y la Fiscalía un escrito solicitando diligencias complementarias, como la entrega de la orden del día de una reunión clave y un estudio de viabilidad de la desaladora. El próximo paso sería la presentación del escrito de acusación de la Fiscalía, lo que daría paso al cierre de la instrucción. El juzgado archivó una segunda pieza en la que se investigaba al presidente Valcárcel como máximo responsable. La Fiscalía recurrió el sobreseimiento y la Audiencia Provincial le dio la razón. Valcárcel sigue investigado pues en el 'caso la sal'.
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