Humanidad contra la desmemoria
Más de veinte profesionales cuidan a 72 personas con alzhéimer y demencia en Afade
Cuando no hay fármaco que prevenga ni palie los efectos del alzhéimer, el único tratamiento posible con el que afrontar la enfermedad es la humanidad, el cariño, el buen trato. De eso pueden presumir ampliamente en el centro de día de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer y otras Demencias (Afade). Al igual que pueden presumir de ser uno de los centros especializados en demencia más completos de toda la Región. De hecho, el único que tiene una sala multisensorial interactiva para que los efectos de la enfermedad vayan más lentos cuando ya se han perdido las nociones de memoria más básicas. Además, los usuarios de su centro de día también realizan gerontogimnasia, estimulación cognitiva, talleres de memoria, actividades de la vida diaria, y tienen servicio de fisioterapia, masajes terapéuticos, peluquería, barbería y podología. Tampoco se olvidan de los familiares, que disponen de un taller mensual en el que un especialista les ayuda a saber lidiar con el alzhéimer y que también disponen de atención psicológica gratuita. «También ofrecemos clases de yoga para todo el que quiera venir, tenga relación con nosotros o no, por 25 euros al mes y tres horas semanales. Es una forma de conseguir recaudación», explica Julia Fernández, directora de Afade y una de las familiares que puso en marcha esta entidad alcantarillera en 1999.
«El primer centro de día lo iniciamos con dos personas. A los tres meses ya teníamos doce y a los dos años tuvimos que ampliar el centro», recuerda. Ella se reconoce como una mujer incansable, justa y que lleva «a esta asociación en las venas». Solo así puede tener clara la labor social que realiza Afade, «porque esto no es un negocio, para trabajar en esto tienes que estar hecho de otra pasta, te tienen que gustar las personas mayores; si no, es imposible».
Su implicación y su exigencia con el trato que se da a los usuarios del centro de día han hecho que los 22 profesionales que trabajan en él sean «un equipo multidisciplinar completamente cohesionado y humano. Nos ha costado diez años, pero hemos conseguido un gran equipo», añade orgullosa. Una plantilla que atiende y cuida cada día de 72 personas con alzhéimer y otras demencias. «Esto es muy sencillo, solo tienes que preguntarte cómo te gustaría que te tratasen a ti de mayor si se te va la cabeza». Desde las nueve de la mañana hasta las seis de la tarde de lunes a viernes, los usuarios de Afade viven en el centro. Allí desayunan, comen y meriendan. Tienen unas 48 plazas subvencionadas por la Comunidad para las que hay lista de espera. Las privadas cuestan al mes unos 600 euros.
Julia Fernández: «Hace falta más investigación, porque cada vez nos viene gente más joven, menores de 60 años»
La enfermedad del silencio
Julia cuidó durante más de veinte años a su madre con alzhéimer. Hasta el final de sus días. Por eso y por todos los casos que ha conocido desde entonces, sabe que «esta es la enfermedad del silencio. La mayoría de familiares se niegan a aceptarla. Al principio la justifican o la ocultan con despistes sin importancia, pero cuando la aceptan, entonces no quieren que la gente se entere».
Sin embargo, el silencio sirve de poco, porque el avance de las demencias es inevitable. De hecho, Julia cuenta que «cada vez nos llega gente más joven, menores de 60 años tenemos ahora mismo entre ocho y diez personas. Esto ya no es una enfermedad solo de gente mayor y echamos en falta mucha investigación», demanda.