El fiscal reclama 18 años de cárcel al acusado del 'crimen de Halloween' en Murcia

La grabación de las cámaras del Mamy Blue sentará las bases de una vista que el Juzgado de Instrucción número 3 de Murcia ha dejado ya preparada y que aguarda ahora acomodo en la apretada agenda de la Audiencia. Los frames captados en esa madrugada de Halloween de 2023 no dejan lugar a la imaginación. En las imágenes se aprecia claramente como Pedro A. le asesta a Gaspar una única puñalada a la altura del corazón. El hombre se queda parado, se levanta la camiseta, se mira el pecho y ve la herida, por la que ya se le escapa la vida. Da cuatro pasos en dirección a la barra para apoyarse, pero no llega a sostenerse y se desploma en el suelo.

La tragedia se había cruzado en la vida de este vecino de la pedanía murciana de Casillas, de 44 años, apenas una hora antes, en el mismo momento en que atravesó la puerta de ese local de fachada rojiza en la pedanía murciana de Santa Cruz. Aquella noche planeaba tomarse una copa con un amigo en un bar de la zona del Cruce de El Raal, pero estaba cerrado y decidieron ir al Mamy Blue. El Ministerio Público, en su escrito de conclusiones provisionales, al que LA VERDAD ha tenido acceso, explica que, en el local, Gaspar consumió varias bebidas alcohólicas y entabló una «amigable conversación» con Pedro A. y sobre todo con el amigo que le acompañaba, a los que conoció esa misma noche. Llegaron incluso a mostrarse algunas fotografías en el teléfono móvil antes de que la noche se torciera de súbito. Según coinciden todas las partes, un comentario de Gaspar hacia la camarera provocó que las tornas cambiasen y este inició un enfrentamiento con el amigo de Pedro.

Tras este primer enganche con este testigo, el supuesto homicida entró en escena, propinándole un primer empujón a Gaspar que acabaría de la peor de las maneras. La Fiscalía y la acusación particular sostienen que Pedro cogió por la espalda a Gaspar para girarlo y encararse con él, entablándose una pelea que, empleando tan solo sus manos, ambos contendientes aceptaron mutuamente. En ese momento, según destaca la Fiscalía y la acusación, Gaspar presentaba una tasa de alcohol muy elevada, de hasta 2,61 gramos por litro de sangre –el límite para conducir está en 0,5–, por lo que, pese a que lanzó algún puñetazo, estos quedaron en el aire por su falta de coordinación. En ese momento, sostienen las acusaciones, Pedro alteró unilateralmente los términos iniciales de la disputa, sacando una navaja con la que hirió de muerte a la víctima.

La Fiscalía considera que Pedro A. es autor de un delito de asesinato con alevosía por el que debe ser condenado a 18 años de cárcel. Reclama, además, que indemnice en hasta 582.000 euros a la madre, las hermanas y las dos hijas del fallecido.

La acusación particular hace hincapié en que el procesado se colocó de perfil, con las piernas perfiladas en lateral, para poder acometer «con mayor potencia y facilidad» y propinar el golpe mortal en forma de abanico. Remarca, además, que se prevalió de la «condición etílica» de la víctima, que no tuvo opción de defenderse. Esta parte solicita dos décadas de cárcel.

La defensa sostiene en su escrito que Pedro «no conocía el estado o la capacidad de defenderse de Gaspar, y tampoco conocía si este tenía afectadas o alteradas sus capacidades volitivas e intelectivas». Destaca además que la víctima «era más joven y fuerte» que el acusado. Esta parte explica, además que Pedro estaba diagnosticado de alcoholismo y de síndrome depresivo y trastorno de la personalidad grave clúster A, así como de trastornos mentales y del comportamiento por consumo de alcohol, sedantes y múltiples sustancias. En el momento del crimen, recalca, no tomaba la medicación que tenía recetada lo que produjo supuestamente la alteración de su estado de ánimo. La defensa reconoce un delito de homicidio, pero reclama que al acusado se le aplique una eximente por enajenación mental o, de forma alternativa, atenuantes por consumo de alcohol y reparación del daño.