José Antonio Navarro: «Pensar en que haya una vacuna contra la Covid-19 antes de 2021 es una utopía»
«Si en un año no existe la psicosis actual, ¿la gente va a querer vacunarse?», plantea el consultor honorífico permanente de vacunas del Ministerio de Sanidad
Después de 37 años trabajando en la Consejería de Salud, 21 de ellos como jefe del Servicio de Prevención, al pediatra José Antonio Navarro (Murcia, ... 1954) se le considera una autoridad en España en la especialidad de vacunas, hasta el punto de que el Ministerio de Sanidad le ha nombrado este mes de mayo consultor honorífico permanente en esta materia. Poco optimista con el descubrimiento de un antídoto contra el coronavirus a corto plazo, Navarro cree que el éxito de cobertura de la futura vacuna dependerá de la gravedad de la situación y advierte de que «la primera que llegue no va a ser necesariamente la mejor».
–Después de 40 años como funcionario, el pasado 1 de marzo se jubiló usted, justo 14 días antes de que se declarara en España la mayor pandemia de los últimos cien años. ¿Alguna vez llegó a imaginar que pudiera ocurrir algo así?
–No. Yo fui uno de los muchos que, cuando comenzábamos a oír noticias procedentes de China, no pensábamos que esto fuera a tener tal repercusión. Creíamos que si el virus llegaba a España, no sería tan grave. La mayoría no éramos conscientes de que podía ocurrir, a pesar de que hace ya años que varias voces venían advirtiendo de que vendría una pandemia de origen totalmente desconocido.
–Pero nadie les hizo caso.
–Hay un dato importante a tener en cuenta. Y es que la pandemia viene de China, que, a pesar de estar abriéndose al mundo, sigue siendo un país un poco oscuro en cuanto a la publicación de resultados, etc. No es tan transparente como puede ser una democracia occidental, y el mero hecho de que el virus provenga de China, de un lugar tan lejano, creo que nos hizo no saber exactamente la magnitud. Tampoco conocíamos si la República Popular China había sido transparente en cuanto al número de casos y de fallecidos, con lo cual no disponíamos de elementos de juicio como para pensar que se nos podía venir encima una pandemia como esta. Si la epidemia se hubiera declarado, por ejemplo, en Estados Unidos o en Canadá, probablemente se hubiera actuado antes, nos hubiéramos sentido mucho más concernidos... China está a miles de kilómetros de distancia y hasta que no vimos que el virus llegó al norte de Italia no fuimos muy conscientes de lo que estaba ocurriendo.
«Si en lugar de China, el virus hubiera procedido de EE UU o Canadá, se habría actuado antes»
GESTIÓN DE LA PANDEMIA
–A su juicio, ¿en qué han acertado y en qué se han equivocado las autoridades sanitarias?
–En la Región de Murcia se actuó muy bien, en cuanto a la única medida que se tenía a mano. Al contrario que ocurre con la gripe, que conocemos perfectamente y para la que hay vacuna y tratamientos curativos, en el caso del coronavirus todo era nuevo. Las únicas medidas que podíamos aplicar eran las de salud pública: distanciamiento social, lavado e higiene de manos y ciertas restricciones a la movilidad. También se hizo bien el aislamiento de casos, el rastreo de los contactos y la restricción de movilidad de algunas personas que procedían de comunidades autónomas con una alta incidencia de la enfermedad. Todas estas medidas, que en su momento eran poco populares, han servido para que la Región de Murcia haya sido una de las comunidades donde menos incidencia ha habido. A nivel nacional se ha actuado en sintonía con el resto de países. El hecho de que se hubiera declarado el confinamiento unos días antes o unos días después quizás podía haber influido, pero es difícil de saber. Una vez que haya pasado todo, podremos obtener conclusiones.
–Pero en aquellas fechas hubo manifestaciones multitudinarias, actos políticos con miles de asistentes, partidos de fútbol en estadios llenos...
–Debemos tener en cuenta que las medidas de confinamiento son muy impopulares, no estamos acostumbrados a ellas. Por tanto, debes de poner en la balanza la repercusión que esa medida va a tener en la población y el teórico beneficio que vas a obtener, con lo cual son decisiones complicadas. A mí no me gustaría estar al frente del grupo que tuviera que decidirlas; no es fácil.
–¿Y qué me dice de la actuación de la OMS, que en diciembre restó importancia al virus tras su aparición en Wuhan y que ha ido modificando sus consejos generando muchas veces confusión?
–El papel de la Organización Mundial de la Salud no es fácil. En 2009, con la epidemia gripal, también fue objeto de muchísimas críticas. La OMS puede estar sujeta también a presiones políticas; hay que tener en cuenta que su director, Tedros Adhanom, es etíope y salió elegido con los votos de China y los países africanos. Así que para él pudo ser un paso difícil declarar una pandemia procedente de China. También incluso el presidente de Estados Unidos ha manifestado su intención de retirar las subvenciones a la OMS... Es un organismo que, por desgracia, en algún momento puede estar sujeto a presiones políticas. Porque además se mantiene de los fondos voluntarios donados por los países, con lo cual existe una cierta dependencia.
«Es un organismo que, por desgracia, en algún momento puede estar sujeto a presiones políticas»
el papel de la oms
–¿Está de acuerdo con quienes aseguran que el coronavirus ha venido para quedarse, al igual que por ejemplo la gripe?
–Las predicciones que hay actualmente sobre el coronavirus son bastante dispares. La que parece que ahora está más en boga es la que señala que el virus perderá algo de virulencia y de capacidad contagiadora, como ha sucedido con otros muchos virus; perdería capacidad de transmisión, se humanizaría, circularía entre nosotros pero con baja intensidad, lo cual no quiere decir que en algún momento hubiera un repunte que obligara a tomar medidas más estrictas de distanciamiento social. Pero en realidad no se sabe mucho. Lo ideal sería que el virus se humanizara y circulara de forma suave en la comunidad. Todo esto va estar muy condicionado por la aparición de una vacuna.
–¿Pensar en una vacuna antes de 2021 es una utopía?
–Sí, sin duda. Estos días se ha escuchado decir al presidente Trump que va a vacunar a 300 millones de americanos en diciembre, pero yo sería muy cauto. Después de 35 años dedicado casi en exclusiva a la vacunología, estoy convencido de que tenemos que actuar con mucha prudencia. Hay que tener en cuenta que la vacuna se administra a una persona sana y eso es de capital importancia. Cuando uno está enfermo y se encuentra a las puertas de la muerte está dispuesto a recibir cualquier tipo de fármacos, aunque tengan efectos secundarios, con tal de que le alivien la enfermedad, pero cuando una vacuna se da a una persona sana, esa persona exige una seguridad casi infinita, lo que quiere es un riesgo cero. Y la seguridad de una vacuna solamente se obtiene cuando se inmuniza en ensayos clínicos previos a la comercialización, cuando se inmuniza a miles de voluntarios. Por ejemplo, la vacuna del rotavirus se ha ensayado en más de 40.000 niños; la del papiloma, en 50.000. Hablar de una vacuna probada en fase 1 con 25 voluntarios, en fase 2 con 600 y en fase 3 con 1.500, y que se aprueba por un procedimiento de emergencia para uso en personal de primera línea, de sanitarios, y que en diciembre se haya probado quizás en 2.000 o 3.000 personas, resulta arriesgado. Realmente con ese número de personas no tendremos una fiabilidad absoluta de que será segura. Cuando uno ve el resto de vacunas que hay actualmente en los calendarios que han estado en fase de ensayo clínico durante 10, 15 o 20 años, pues el que una vacuna esté en 12 o 18 meses, incluso antes... Y encima que sea segura y efectiva... Es muy difícil.
«Quizás no sea muy alta y probablemente la duración de la protección no pase de dos o tres años»
efectividad de la vacuna
–Los políticos y los epidemiólogos dan por hecho que más pronto que tarde habrá un antídoto contra el coronavirus. ¿Podría ocurrir que este logro científico se retrasara años, que todas las expectativas generadas se vinieran abajo?
–Lo que se quiere oír es que vamos a tener una vacuna en septiembre, como muy tarde en diciembre. Y los mercados económicos también lo quieren escuchar. Pero, vuelvo a repetir, todos los vacunólogos coinciden en que tenemos experiencias previas con el SARS-CoV-1 y con el MERS, la inmunidad que provoca el padecimiento de esta enfermedad es de dos o tres años como mucho, y esta siempre será superior a la que proporcione una vacuna. Por tanto, aún teniendo una vacuna, debemos ser conscientes de la efectividad que puede tener, que quizás no sea muy alta; de la duración de esa protección, que probablemente no pase de dos o tres años. Y luego existe otro dato importante, y es que puede ser que la vacuna no tenga lo que se llama inmunidad esterilizante, es decir, que evite la infección: el vacunado no sufre la enfermedad pero sí transmite el virus. En definitiva, existe una gran cantidad de incertidumbres.
–De las investigaciones que usted conoce, ¿cuál considera que va más encaminada? Parece que las grandes potencias mundiales compiten por ser las primeras en inventar el fármaco que nos proporcione la inmunidad frente al SARS-CoV-2.
–En este caso están apareciendo plataformas vacunales completamente distintas a las habituales. Tenemos plataformas que utilizan vectores víricos, es decir, virus atenuados; otras que emplean el famoso ribonucleico mensajero. Son vacunas que ya han publicado resultados en fase 1 y que no están comercializadas. Y no hay ningún calendario que incluya vacunas como estas que he citado. Creo que es muy pronto para predecir cuál será la más exitosa. Y tampoco se trata de una carrera, porque la primera que llegue no va a ser necesariamente la mejor.
–¿Detrás de este hito habrá un negocio multimillonario?
–Podríamos pensar eso, pero ahora mismo hay muchísimas ONG, organizaciones filantrópicas, consorcios público-privados que están invirtiendo ingentes cantidades de dinero, por ejemplo la Fundación Bill y Melinda Gates, que están donando fondos para plantas de fabricación de esas futuras vacunas, que pueden costar mil o dos mil millones de dólares. Creo que con la cantidad de inversión pública que está habiendo, el negocio aquí va a ser muy relativo. Lo cual no quiere decir que el precio de la unidad se establezca acorde a la renta, al PIB de cada país. Seguramente no costará lo mismo en España o en EE UU que en Burkina Faso o Senegal. Y además debemos tener en cuenta que estamos ante un problema global que requiere una solución global; no sirve para nada que EE UU vacune y el resto del mundo no, porque ningún país estaría libre de otro rebrote.
«Lo ideal sería que el virus se humanizara y circulara de forma suave entre la comunidad»
EVOLUCIÓN DE LA PANDEMIA
–¿Qué fases debe superar la vacuna antes de comercializarse?
–Lo primero es una fase preclínica, en la que se selecciona el antígeno que va a formar parte de una vacuna, y este antígeno se prueba en animales con capacidad de reaccionar a ese virus o bacteria como lo hace el humano, esto es, que sea capaz de enfermar de la misma forma que el ser humano. Y una vez que tengamos ese animal veremos qué dosis habría que aplicarle y se le expone al virus para ver si al contactar con él está protegido o no. En la siguiente fase, la 1, entrarían en juego los humanos, con entre 20 y 25 voluntarios de 18 a 55/60 años, y en ellos se prueba la vacuna para ver si es segura y si experimentan una respuesta inmune del organismo. Si los resultados son satisfactorios, se va a la fase 2, que es exactamente igual, pero con 200 o 300 participantes. Y si es exitosa, se pasaría a la tercera fase, en la que se cogería parte de la población a estudiar y a unos los vacunaríamos y a otros no, y los dejaríamos que se expongan naturalmente a la enfermedad para ver si los vacunados quedan protegidos y en qué cuantía, es decir, cuánto de efectiva tiene la vacuna. Una vez completada esta etapa, la vacuna se probaría también en poblaciones más vulnerables: niños, embarazadas, inmunodeprimidos y ancianos. Y cuando todo eso esté completado, entonces todo el dosier científico que ha generado esa vacuna se llevaría a la FDA, en el caso de EE UU, o a la Agencia Europea del Medicamento, en Europa, que examinan con carácter exhaustivo toda la documentación y emiten un juicio. Y cuando se dé el plácet, entonces el laboratorio ya puede empezar a fabricar la vacuna.
–Y una vez que ya dispongamos de la vacuna, ¿cómo deben prepararse las autoridades para que sea un éxito la cobertura?
–Deberemos plantearnos una serie de cuestiones básicas: qué precio va a tener, cuántas dosis vamos a ser capaces de fabricar, si habrá un reparto equitativo, si vacunaremos a todo el mundo o solo a los que no han pasado la enfermedad, etc. Y, sobre todo, cómo estará el coronavirus cuando tengamos la vacuna. Si dentro de un año el virus prácticamente no circula y no se da la angustia y la psicosis que hay ahora, ¿tú crees que la gente estará dispuesta vacunarse? La aceptación de la vacunación va a estar claramente en función de cómo esté la situación epidemiológica del SARS-CoV-2 en ese momento. ¿Y a quién vacunaremos primero? Teóricamente a los más vulnerables, que serían, por una parte, los mayores de 65 años y, por otra, los trabajadores sanitarios, de atención al público... Y eso tendría que estar claramente establecido. Y luego, ¿quién compra la vacuna? ¿el Ministerio de Sanidad con un concurso centralizado? ¿las comunidades autónomas? Si hay tres o cuatro vacunas en cuestión, ¿por cuál de ellas nos decantamos? Son muchísimas las preguntas y quizás algunas de ellas nos las tendremos que plantear cuando la vacuna ya esté disponible, pero otras convendría que se fuera trabajando en ellas para tener ya más o menos planificada cómo sería su introducción.
«La vacunación obligatoria podría plantearse en los geriátricos»
–Eso nos pasó en 2009. En la primavera de ese año entró la pandemia de gripe y había personas que, si se me permite la expresión, matarían por una vacuna. En octubre llegó la vacuna de gripe pandémica y las coberturas que tuvimos en la Región fueron prácticamente iguales a las de temporadas gripales normales. La aceptación de la vacunación será alta si la situación es grave, con muchos enfermos y muertes; en caso contrario, no lo sería. Francia es el país con más porcentaje de antivacunas del mundo, y en Estados Unidos se permiten exenciones no solamente por causas médicas, sino también por motivos religiosos y filosóficos. Por tanto, estos dos países no pueden ser un ejemplo de lo que puede ocurrir a escala mundial.
–Es un tema que genera cantidad de interpretaciones. Se podría plantear vacunar obligatoriamente en las residencias de ancianos y a las personas en contacto con los internos en estos centros geriátricos, pero siempre que la vacuna sea segura y efectiva.
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