El dolor de los médicos: «¿A nosotros quién nos cuida?»
Documental ·
La salud mental de los profesionales, afectada por un sistema de trabajo saturado, lleva a la geriatra murciana María Montoya a recopilar sus testimonios en una cinta estrenada en la FilmotecaLlegó un día en que la geriatra murciana María Montoya sintió que «no podía más». A sus 36 años, no se veía concatenando más contratos ... temporales en la sanidad pública, ni saltando a un nuevo hospital, ni atendiendo a la carrera a pacientes de una lista de espera inabarcable. «He trabajado en Murcia, Barcelona y Pamplona. Son tres sistemas sanitarios diferentes, pero la experiencia ha sido muy parecida: yo cuidaba de los pacientes, de muchos más de los que podía asumir, y atendía las necesidades del sistema sin que hubiese límites. Hacía horas extra, no comía. Llegó un momento en que me pregunté: ¿A mí quién me cuida? Y decidí buscar otro camino».
Ahora, María trabaja en investigación en la Universidad de Barcelona y tiene claro que si algún día vuelve a la labor asistencial será «en otro país». Pero la pregunta que le llevó a cambiar el rumbo de su vida -¿a mí quién me cuida?- ha seguido con ella «como un mantra», y tras un periodo de reflexión ha cristalizado en un documental que se estrenó ayer en la Filmoteca Regional, en Murcia. 23 médicos de diferentes partes de España ofrecen su testimonio en esta película, dirigida por la propia María Montoya y David Perea.
«Este proyecto surgió de un proceso en el que fui tomando conciencia de que mi experiencia personal es en realidad colectiva -explica Montoya-. Me di cuenta de que el sufrimiento, la incomprensión y frustración que yo sentía con respecto a mi situación no tenía tanto que ver conmigo como individuo sino con el sistema laboral en el que estaba insertada. Algunos de mis compañeros estaban enfermando, física y mentalmente, o abandonando la plaza. Incluso llegué a conocer algún suicidio. Mucha gente estaba pasando por esto, pero todo el mundo lo vivía en soledad».
Uno de los 23 testimonios del documental es el de Francisca Sanz, médica del servicio de Urgencias del Reina Sofía. Lleva diez años en este hospital, y 26 en total dedicada a las urgencias. El año pasado, Francisca y otros muchos compañeros se plantaron en los hospitales de la Región ante la falta de refuerzos de cara al verano. «Tuvimos que hacer de 8 a 10 guardias al mes, cerca de 300 horas. Y no parece que este año vaya a mejorar mucho la situación», lamenta. Aquella protesta «no fue un acto de rebeldía o de insumisión, lo que pedíamos es ayuda», cuenta. Ayuda «de nuestros compañeros, de la administración y de los pacientes, para que hagan una gestión responsable de sus demandas de salud».
La llamada de auxilio se produjo tras constatar que «hacer de forma medianamente responsable el trabajo empezaba a ser muy difícil. Cada vez teníamos más responsabilidades, más enfermos a los que atender y al mismo tiempo cada vez éramos menos trabajadores».
«Es complicado mantenerse alerta después de tantas horas de trabajo y no estar con el miedo de si habrás dedicado el tiempo suficiente al paciente. Tienes que tomar decisiones muy rápido, porque hay más pacientes esperando y, si te equivocas, eso puede implicar consecuencias graves», confiesa Francisca.
Toda esta situación es la que trasladó con su testimonio al documental. Cuando lo pudo ver, antes del estreno, quedó impactada. «Me dejó muy sorprendida, impresionada. Es un trabajo valiente, sincero, muy novedoso, que ha destapado cosas sobre las que no se hablaba. Ha hecho que 'salgamos del armario' muchas personas con problemas derivados de tanta presión», subraya.
«También hay autoexigencia»
El deterioro de la salud mental en el colectivo médico está sobre la mesa. «El sistema te obliga a cumplir unos ritmos, unos turnos, unos objetivos. No solo eso, tú te obligas también. Tenemos un nivel de autoexigencia muy alto», reflexiona la médica de Urgencias. «He visto a una compañera hacer ocho guardias en agosto con cuatro huesos del pie rotos, con zapato ortopédico y muletas. Vienes a trabajar con migraña, con fiebre. Te exiges tanto que raya en el maltrato».
«A los médicos nos han enseñado desde la carrera y la residencia que eso es lo normal, que si no llegas eres débil, o un fracasado. Es un discurso romántico del superhéroe. Y no solo tienes que ser buen médico; también buena madre o buen hija», continúa Francisca.

La salud mental entre los médicos «es un tema muy difícil de abordar», pero en '¿A mí quién me cuida?' se pone el foco en toda su crudeza. Como en el resto de la sociedad, hay depresiones, intentos de suicidio, adicciones. A todo esto trata de dar respuesta el Programa de Atención Integral al Médico Enfermo (Paime) del Colegio de Médicos. Entre 2020 y 2022 (últimos datos disponibles), el Paime atendió a 36 facultativos en la Región. Esta cifra duplica a la registrada durante los dos años anteriores.
La pandemia ha dejado secuelas, y no solo por el coste físico que supuso para muchos profesionales. María Montoya tuvo que lidiar con la covid persistente ante la incomprensión del propio sistema para el que trabajaba. Francisca Sanz vio cómo una parte de la sociedad pasaba de aplaudir a los sanitarios en las ventanas a insultarles cuando van a Urgencias y creen que su espera es excesiva. «Nunca debimos ser tratados como héroes, porque no lo somos. A mí nadie me dio una capa cuando me hice médica», lamenta.
En Primaria
La situación también se ha degradado en Atención Primaria, o al menos esa es la sensación de Félix Martínez, médico de familia en Molina de Segura. «No puede ser que asumamos como normal ver 40 o 50 pacientes al día. Al final, te encuentras con compañeros que hacen cada vez más burocracia y menos medicina», advierte. A Félix le pasó factura no solo esta saturación, sino también la «incomprensión» que encontró en el sistema cuando quiso pedirse una reducción de jornada para cuidar de su madre, que había desarrollado cáncer de pulmón. «Me dijeron que no porque no la había valorado aún el IMAS, que llevaba año y medio de retraso. No entendí cómo el sistema podía hacerle eso a uno de sus peones», confiesa. Terminó pidiéndose una baja por síndrome del trabajador quemado.
No solo mina la saturación del sistema. También el deterioro de la relación médico y paciente. «Te encuentras de todo, pero en general el 'feedback' no es positivo. Cuando asumes que en tu trabajo te van a insultar prácticamente todos los días, te van a faltar el respeto y necesitas seguridad, es que algo no está funcionando», reflexiona Francisca Sanz. «Si generas la expectativa de que la gente tiene derecho a todo, cuando esa expectativa no se cumple viene la agresión».
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Para Félix Martínez, lo que queda en evidencia «es la falta de educación sanitaria», mientras para María Montoya hay «un círculo vicioso»: «si tienes que atender a un paciente cada siete minutos cuando deberías dedicarle 30, no tienes tiempo para recoger todas sus necesidades con amabilidad. Y el enfermo se siente agredido».
Por el documental pasan otra veintena de médicos. Entre ellos, Tamara Contreras, médica intensivista de Madrid que lideró una recogida de firmas para acabar con las guardias de 24 horas, o Ángel Dávila, un cirujano que ha plasmado en una obra de teatro sus años de residencia. Para María Montoya, el objetivo estará cumplido si la población toma conciencia de que «el sistema se nos cae» si no se cuida a quienes nos cuidan.
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