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El músico y cantante Jorge Drexler.

«Un cancionista es un gran integrador»

músico

JAM ALBARRACÍN

Jueves, 6 de octubre 2016, 02:28

Mayores Sabina y Serrat y ya desaparecidos De Lucía y Morente, hablar de Jorge Drexler es hacerlo de uno de los más firmes candidatos a nº1 de la música popular en España. Con más nominaciones que premios -ojo, entre ellos Óscar y Grammy-, el nacido en Montevideo ha logrado su estatus sin hacer concesión alguna y solo en base a su talento compositivo, a su capacidad de transmisión escénica y a una personalidad definitivamente singular. Drexler vuelve a Murcia a su querido Romea [a las 21.00 horas, 15, 20 y 25 euros] -«el tipo de teatro idóneo para mí»- para mostrar sus canciones en acústico, algo que en su caso suma antes que restar. Hay tantas cosas, él solo precisa dos: su guitarra y nos.

-Lo inesperado suele ser un elemento cierto en sus directos e intuyo que, en este formato más desnudo, si cabe aún más.

-Sí, lo inesperado es un componente que aparece mucho en mis conciertos. Yo creo que debe de haber una especie de libertad equilibrada que es inversamente proporcional al número de personas en el escenario. Cuando estoy solo siento que tengo mucha libertad de cambiar de rumbo, de seguir para un lado, de ir para el otro. Las canciones se abren, se ven como con una lupa.

-Es un letrista excepcional. Me pregunto si en sus canciones melodía y ritmo se adaptan a la palabra o si es esta, habilidosa, quien acepta el tempo y el formato de la música.

-Bueno, eso ha ido variando. Al principio era estrictamente la letra la que se adaptaba a un ritmo y melodía preexistente. Hasta que en 'Eco' (2004) por primera vez escribí dos canciones a partir de las letras, que fueron la 'Milonga del moro judío' y 'Guitarra y vos', que es precisamente la que da título a esta gira. Pero yo siempre me consideré más un músico que un cantante o un letrista. De hecho, en mis primeros discos en Uruguay buscaba alguien desesperadamente que me escribiera las letras. Escribir es una experiencia muy dura, hay que tener mucha paciencia y mucha humildad para ponerse a escribir, porque rara vez salen fácilmente, hay que entrar en un estado de incorporar cosas y además entrar en profundidad, como una borrachera, algo que te lleva más fuerte de lo que tú puedes controlar. Pero a partir de ese disco he ganado una visión más amplia de la canción. Ahora es como si la canción fuese un gran cuarto de juegos y tuviera muchas puertas. Puedo entrar casi por cualquier lado a una canción: por una temática, por la métrica, por un acorde, por una base rítmica, por una melodía...

-Una visión realmente amplia de la canción.

-Es un género ... Es maravillosa la canción. Está exactamente en la encrucijada entre dos mundos, entre un mundo abstracto como la música y un mundo con un significado concreto como la letra. Está hasta tal punto en esa encrucijada que es muy difícil a veces determinar qué es responsabilidad de qué. Por eso un cancionista no es, en mi opinión, necesariamente ni un poeta, por más que escriba buenas letras de canciones, ni tampoco un gran músico, por más que escriba grandes melodías o tenga hallazgos musicales. Un cancionista es un gran integrador.

-Y usted se considera un cancionista, ante todo.

-Sí. Yo soy un cancionista, por más que escriba poesía a ratos y tenga formación musical. El centro de mi trabajo está en este punto entre melodía y concepto.

-Ha conseguido un 'más difícil': ser una toda una estrella, premiado y aceptado por todos, y al tiempo seguir su propia senda, sin concesiones. Me parece bastante admirable. ¿Cómo se consigue no pagar peaje?

-Soy una persona muy afortunada. Y muy malcriada también, en el sentido de que siempre hice lo que quise. Nunca, ni cuando trabajaba con pequeñas compañías superindependientes en Uruguay, ni cuando lo hice con multinacionales, ha habido nadie que por ningún atisbo ni en ningún momento intentara coartar mi libertad. Siempre he tenido toda la libertad que he necesitado, para acertar y para equivocarme. Empecé tarde, entré en el mundo de la música a los 30 años y el haberla visto tanto tiempo desde lejos, habiendo codiciado la vida de músico sin poder acceder a ella, que cuando lo haces lo demás importa poco.

-Y cuando entró...

-Quien entra a esto descubre que es tan grande el placer de escribir una canción y de tocarla en vivo que no encuentras ninguna sociedad ni siquiera parecida. El reconocimiento es algo muy bonito, pero más es el placer de escribir una canción. No hay nada peor que tener éxito por las razones equivocadas. Cualquier persona puede recuperarse de un fracaso, muy pocas personas pueden recuperarse de un éxito si hacen algo que no quieren hacer.

-¿Hay algún secreto desvelable sobre su modo de componer? ¿Es metódico, intuitivo, se deja llevar por una melodía, un ritmo le asalta?

-Esto es como el 'Tao te king' [ríe]. El Tao verdadero no es el Tao que se puede contar. Uno puede hacer un esfuerzo grande, pero todo lo que te pueda decir va a sonar a lugares comunes. Sí te puedo contar que escribir canciones, como toda la experiencia humana, es un viaje muy personal. Pero hay una cosa sin la cual yo no puedo escribir, que es el contacto emocional. Tengo que tener un contacto real con lo que estoy escribiendo. Con la guitarra en la mano y la hoja de papel enfrente, voy en busca de la emoción como quien busca un perfume en un jardín a oscuras. Lo pillas, se va, viene, lo identificas, lo pierdes. Hasta que llegas a un sitio y al fin lo encuentras. Lo hueles muy fuerte y lo pierdes de golpe, porque un perfume no puede asirse. Esa es mi manera de componer. Aunque la mejor respuesta a tu pregunta es el discurso de aceptación de Leonard Cohen del Premio Príncipe de Asturias.

-Dios me libre de meterle prisa, pero le debo preguntar si algo barrunta por su cabeza que tomará forma de disco.

-Mira, te voy a dar una primicia, que todavía ni la hablé con parte de mi equipo. Es una idea de hace unas horas: voy a sacar un disco para septiembre de 2017. Nos hemos puesto la fecha lejos para que el proceso sea muy reposado. Y muy probablemente sea un disco de guitarra y voz, solamente. Eso es lo que me pide el cuerpo, algo parecido a lo que va a suceder en el Romea.

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