«Cuando pinto, parece como si el mundo y yo estuviésemos en paz; y no lo estamos»
Gonzalo Sicre inaugura, en la madrileña galería My Name's Lolita Art, una exposición en homenaje a Lucian Freud
Antonio Arco
Jueves, 23 de junio 2016, 10:51
Lucian Freud (Berlín, 1922-Londres, 2011) pintaba desnudos inmisericordes y tremendamente humanos porque le permitían mostrar, sin tapujos, los instintos, deseos y cuerpos verdaderos de la gente. Como su abuelo, le interesaba el hallazgo de lo que está más allá de lo visible: el auténtico corazón de la carne. Decía: «No es importante copiar apropiadamente al modelo. La pintura es todo lo que se siente sobre ella, todo lo que se piensa sobre ella, todo lo que se pone en ella cuando se la pinta». Y usaba para su trabajo un pigmento granular llamado blanco de Cremnitz, mucho más pesado que los óleos comunes. Él mismo se autorrretrató desnudo, sin piedad, pasados los 70 años. Transcurrido el tiempo, el pintor Gonzalo Sicre, afincado en Cartagena desde hace décadas y admirador inquieto de su obra, le rinde homenaje con la exposición 'Panorámica para Lucian Freud sin blanco de Cremnitz', que se inaugura hoy en Madrid en la galería My Name's Lolita Arte, que dirige el cartagenero Ramón García Alcaraz. La muestra, que podrá visitarse hasta el 29 de julio, demuestra una vez más que estamos ante un artista de una personalidad creativa que se niega a acomodarse en los logros ya conquistados. Sicre es un incendio artístico muy extraño: arrasa con la mediocridad, llega cargado de misterio, te empuja a explorar y a explorarte. Y se agradecen la luz y la oscuridad.
-¿Cuál es el origen de esta exposición en My Name's Lolita Art?
-Siempre me interesaron la obra de Lucian Freud y él como personaje.
-¿Por qué?
-Su pintura trasciende claramente la realidad de lo representado. Y consigue algo tan sorprendente como difícil de explicar: aproximarse al misterio de la vida, a su horror y al alma de los retratados de una forma que logra imponerse al paso del tiempo. Por otro lado, también es sorprendente la colección de arte que tenía en su casa de Kensington: obras de sus amigos Francis Bacon y Frank Auerbach, Camille Corot...; bronces de Rodin, Degas... Normalmente solemos ver estas obras en museos, perfectamente ordenadas y con una buena iluminación. Así es que al verlas en un ambiente doméstico, con montañas de libros por los suelos al pie del cuadro 'Two Figures' de Bacon, o 'Balzac desnudo con los brazos cruzados', de Rodin, sobre una mesa rodeado de platos, trapos de cocina y apenas iluminación, me decidí a pintar una gran panorámica de 140 x 800 cm sobre algunas habitaciones de la casa.
-¿Por dónde empezó?
-Comencé pintando una habitación que tiene un Corot sobre la chimenea, un bronce de Degas y un Auerbach en la pared contigua. Y continué con dos cuadros del dormitorio del pintor desde diferentes ángulos. Entre otras 'joyas', sobre la mesa hay un bronce de Rodin, 'Isis', y un caballo en bronce de Degas sobre el aparador. Y así.
Punto de partida
-¿Le inspiran los cuadros de los demás a la hora de crear los suyos?
-¿Cómo no dejarte influir y conmover por un cuadro de Vermeer, de Mark Rothko, de Hooper, de León Spilliaert...? Obras así siempre me parecen un buen punto de partida para comenzar un cuadro que luego no tendrá nada que ver con ellos, como debe ser.
-¿Por qué el título de 'Panorámica para Lucian Freud sin blanco de Cremnitz'?
-Es el blanco que él utilizaba para pintar; era muy apreciado por los antiguos pintores por sus propiedades, pero hace algunos años lo dejaron de fabricar por contener plomo. Cuando se enteró, llegó a presionar a un amigo que tenía en la Cámara de los Lores para que no dejaran de comercializarlo. Como no lo consiguió, compró todas las existencias que había. Yo también he intentado comprarlo por internet para pintar esta panorámica con el blanco de Cremnitz, pero ha sido imposible. Y cambié el título, pensaba poner 'con blanco de Cremnitz' y finalmente puse 'sin'.
-¿Con qué está de acuerdo?
-Con lo que dice Truman Capote: «Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse». Todos los artistas llevamos a cuestas una especie de cruz. Pienso en ella cada vez que contemplo el 'Cristo' de Velázquez.
-¿A veces se cansa de pintar?
-Qué sería de mí si no pintase. Hacerlo me tranquiliza. Las horas que dedico a pintar son de las mejores del día, horas durante las que no necesito nada, en las que parece como si el mundo y yo estuviésemos en paz.
-¿Y no lo están?
-No. Por un lado, lo dejo que vaya a su rollo y me despreocupo; por otro, no me gustan muchas cosas de las que veo. Tampoco es que yo me guste mucho, ni que esté orgulloso de mí.
-¿Optimista?
-¿Cree que hay motivos para ello? No, mi mirada es más bien pesimista. Muy en general. No soy un tío alegre, no soy alegre por naturaleza y tampoco me voy a empeñar en serlo. Tampoco molesto a nadie. Atiendo a mis hijos, hago deporte, pinto solo, hablo poco, no grito, no le doy la paliza ni a los amigos, procuro dejar vivir a la gente.