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Las cuerdas del cariño

En 1966, Juan se fue en busca de Lennon a Almería para que le ayudara a traducir sus canciones. A sus 89 años, recuerda aquella odisea. «Conmigo fue un caballero»

Daniel Vidal

Jueves, 25 de septiembre 2014, 14:43

Juan Carrión, 89 años, medio ciego y duro de oído, ya se lo había vaticinado a David Trueba: «Vas a arrasar, te apuesto lo que quieras». El director de "Vivir con los ojos cerrados es fácil", alérgico a los triunfalismos, no entró en el juego. Por algo su último libro se llama "Saber perder". Antes de la lluvia de premios -la película triunfadora de los Goya se llevó seis "cabezones"-, ambos ya sabían que la historia de Juan es de esas que arrancan sonrisas y lágrimas. También aplausos. De las que «se quedan para siempre», como atina a definir este viejo profesor de inglés de Cartagena. El mismo que apretaba un benjamín de Moët Chandon en la foto de familia de los galardones, mientras con la otra mano sostenía un Goya prestado, pero casi propio.

En 1966, Juan Carrión, economista, profesor de Escuela Técnica de Empresariales y maestro de idiomas en su academia, cogió un autobús y se fue a conocer a John Lennon sin cita previa al desierto de Almería, donde rodaba la película de Richard Lester "Así gané la guerra", con un único objetivo: que completara las letras de las canciones de los Beatles con las que daba clases a sus alumnos. Escribió una nota en un papel y se la entregó a un ayudante de producción. Lo demás fue pura suerte. Una carambola.

«Bueno, lo primero que hice fue darle las gracias por dejarnos utilizarlas sin pagar un duro», relata bromista. Fue justo después de que el joven Lennon, que entonces tenía 25 años y lucía un pelo más bien corto, le espetara «llegas tarde». Pero el músico estaba entusiasmado con la idea de que su tocayo Juan enseñara a los chavales con sus letras. Sin pensárselo, John Lennon se puso a corregir esas canciones que el maestro cartagenero había transcrito de Radio Luxemburgo «con mucho esfuerzo y muchos errores. Era difícil sacar y traducir algunas palabras incluso teniendo los discos». «"Yellow submarine" era de las más difíciles. ¿Mis favoritas? ¡Elegir es casi imposible! "In my life" es una canción muy bonita que habla de recuerdos: "Hay lugares que recordaré toda mi vida/aunque algunos han cambiado/algunos para siempre, no para mejor/algunos se han ido y otros aún existen". "Hey Jude" también me gusta mucho. Y "Michelle", "Eleanor Rigby", "All my loving"...».

En aquella media hora que estuvieron juntos, Juan le enseñó unos cuadernos con los ejercicios de sus alumnos, textos incompletos de temas de la banda, y le hizo una petición: «Necesitaríamos tener las letras nada más salir el disco». Lennon le aseguró que así sería y que el siguiente álbum de los Beatles se editaría con un librillo. Dicho y hecho. El mítico "Sergeant Pepper", publicado en 1967, un año después de aquel encuentro, incorporaba los textos de las composiciones. Desde entonces, el profesor empezó a recibir en su academia los discos, las letras y las partituras de todas las creaciones del cuarteto de Liverpool. «Hay muchas cosas en la vida que me han salido mal. Pero aquella me salió bien», se llena de orgullo Juan Carrión. Lennon incluso le prometió ir a Cartagena, cosa que nunca cumplió. «Su vida personal dio un cambio brusco (se fue a vivir a EE UU y se lió con Yoko Ono)», le justifica el tocayo. «Aunque esta zona le habría encantado. Es ideal para gente tan famosa como lo era él».

«Un tío cojonudo»

Juan Carrión ya tenía un historia digna de llevarse al cine cuando empezó a dar clases de español a los soldados americanos destinados en Cartagena con coplas y zarzuelas. Siempre le ha vuelto loco la música. Incluso ahora, a un paso de los 90, es fácil encontrarle en la sala de conciertos murciana 12 y Medio disfrutando de algunos de sus artistas favoritos. «Es maravilloso rodearse de tanta gente joven y con música en directo. ¡Y me respetan!». Los responsables de la sala, buenos amigos, le mantienen puntualmente informado de la programación. «De ahora me gustan Fede y sus cachorros y Los últimos bañistas. Son muy buenos». Y lo dice así, tan pancho. Sin atisbo de cansancio después una gala en la que soltó «alguna lagrimilla» y en la que se lió a codazos con David Trueba «para que me fuera contando lo que pasaba; a veces no me enteraba». Fue una noche de muchos nervios, casi tantos como cuando conoció al "beatle". «Se comportó como un auténtico caballero», elogia. «Un tío cojonudo», que aquel día encontró jugando al fútbol con Michael Crawford, compañero de reparto en la película de Richard Lester, y que estaba a punto «de irse a la playa». Quizá por eso se cansó rápido de corregir la letras y la entrevista entre músico y profesor no duró demasiado. Pero que a nadie se le ocurra decir nada negativo. «¿Melenudo? Eso es despectivo. Lennon llevaba el pelo muy cuidado».

De «los Trueba» habla incluso mejor. Los días en que la película se dio a conocer, le acogieron en su casa y se portaron con él de una manera «entrañable». La fama no parece que haya cambiado a este maestro «vocacional», que cree que todos los profesores «deben querer y esforzarse por ser un ejemplo». Se siente «feliz» de que sus alumnos le aprecien «tanto» y de que su sobrino nieto (no tiene mujer ni hijos) «quiera ponerse en la tarjeta de visita que es "sobrino de Juan Carrión"». Una de esas personas, como describió Trueba al recoger uno de los premios, «honesta y humilde, pero sin visibilidad». Una persona que, pese a todo, reconoce que el triunfo es de la película: «No es mío ni de Lennon, aunque seguro que él ha echado un cable desde el cielo». Y que se enamoró cuando escuchó a Natalia de Molina (mejor actriz revelación) tocar "Strawberry fields forever", la canción compuesta por John Lennon durante su estancia en Almería y que da título a la película de Trueba: "Vivir con los ojos cerrados es fácil/entendiendo mal todo lo que se ve/se está poniendo difícil ser alguien/pero todo se resuelve/no me importa mucho". «Daría lo que fuera porque Lennon siguiera hoy aquí».

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