La elaboración de los panecillos de San Antón en Murcia logra una cifra récord y llega a los 150.000
La caseta para el reparto se abre de nuevo junto a la ermita del barrio este jueves hasta el domingo con motivo de las fiestas patronales
El año pasado quedaron escasos y hubo devotos que no lograron hacerse con su bolsita de panecillos del barrio murciano de San Antón. Para esta ocasión las voluntarias, y algún voluntario que se va apuntando, que amasan y luego embolsan estos tradicionales recuerdos del patrón de los animales se pusieron manos a la obra e incrementaron en 50.000 el número de piezas respecto al año pasado, alcanzando las 150.000.
«El amasado comenzó en noviembre para que nos diera tiempo y ayer mismo (por el martes 14) ya estaban todos en sus correspondientes bolsitas, a razón de cuatro o cinco panecillos en función de su tamaño», comentó Lola Mena, secretaria del Consejo de Pastoral de la parroquia, y portavoz de las voluntarias. Resaltó también que hasta tres generaciones de amasadoras han colaborado en seguir la tradición: «Hay una linda escuela intergeneracional».
Las piezas fueron bendecidas en una ceremonia el pasado viernes, día 10, tras su traslado desde el Centro de la Mujer en cestos hasta la ermita en un desfile por las principales calles del barrio, que cada vez tiene más adeptos. Una vez terminada, se abrió la caseta y comenzó el reparto. «Había muchas personas haciendo cola, incluso hubo que cortar la calle», recordó Mena. Esa primera entrega se mantuvo el sábado y domingo.
El cocido del pan del santo, como viene siendo habitual, se hizo de manera altruista en el horno de la Confitería Ricardo, y tal y como destacó Mena, «no cobramos ni lo haremos nunca». Eso sí, se aceptan donativos que luego se destinan al mantenimiento de la ermita y a obras sociales en este histórico barrio del norte de la ciudad.
La caseta de reparto se reabre este jueves, con motivo de la festividad de San Fulgencio, patrón de la Diócesis de Cartagena, y seguirá hasta el domingo 19, día que terminan las fiestas patronales en el barrio.
Atraen la fortuna
Cuenta San Atanasio, el biógrafo de San Antón, que este, que vivió más de cien años allá por los siglos III y IV, solo se alimentaba de pan y agua y, al ser el patrón de los animales, los agricultores y ganaderos le ofrecían panecillos al Santo para que bendijese los animales, los cuidase de la peste y de otras plagas, y pudieran dar una buena producción.
Con el paso del tiempo, y cuando la maquinaria sustituyó a los animales de labor y estos dejaron de vivir en las cuadras junto a las casas, la tradición se mantuvo, pero la devoción popular tornó a la creencia de que los panecillos atraen la fortuna, y, por ende, el dinero, del que parte el sustento. Por eso, actualmente los panecillos se guardan junto al monedero o dentro de este de un año para otro.
«Pero la gente no solo va a por ellos por la fortuna, también porque creen que les puede ayudar a tener salud o a conseguir un trabajo o en los estudios; por cierto, es muy importante que los panecillos te los regalen», concluyó Lola Mena.