Un belén murciano en la fría Letonia
Manuel Alhama, embajador de España en Riga, logra que el más antiguo mercado de la capital cuente con un Nacimiento tradicional
Más de 3.500 kilómetros, si va usted todo derecho, separan nuestra calurosa Murcia de la más fría y báltica Riga, capital de Letonia y ... cuyo precioso centro histórico es Patrimonio de la Humanidad. Esa distancia recorrió hace un par de años el murciano Manuel Alhama Orenes para hacerse cargo de la embajada de España en aquel país de hermosas playas, bosques densos, coquetos edificios 'art nouveau' y, últimamente, peligrosa frontera con Rusia.
El embajador Alhama, quien estudio en el Alfonso X y la Universidad de Murcia, iba curtido por otros destinos anteriores como Puerto Príncipe, Luxemburgo o Ginebra.
Riga presume de ser la primera ciudad que instaló un árbol de Navidad. Sucedió allá por 1510. Si eso llega a ocurrir en Murcia ya no se acordaría ni el Tato. Y menos se celebraría el acontecimiento, quite usted. Los letones serán más fríos, pero también más respetuosos con su pasado.
- ¿Se refiere usted a los letones que acompañan a las huevas?
- No, hombre. Esos son murcianos. Como las rechigüelas.
Resulta que en Riga se conserva la tradición de los mercados navideños, como el que se instala en la plaza de la Catedral, con sus cabañas de madera iluminadas por más lucecitas que nuestro árbol de la Redonda, que ya es exagerar. Todo aderezado, porque hace un frío que pela, con vino caliente especiado o guisantes grises con tocino.
Esta es la Navidad en Riga pues, al contrario que en Murcia, no existe allí el llamado primer día de Pascua, cuando las abuelas cocinan grandes ollas de caldo con pelotas que reviven a más de uno. Ni mucho menos existe en letonia un San Antón hasta donde alargar la Navidad si hace falta. Ni una Candelaría, que es realmente el epílogo sonoro de nuestras fiestas navideñas.
Cuento esta historia porque Riga tampoco atesora la tradición de instalar un Nacimiento. Pero sí tiene un embajador que, además de serlo de España, lo es de su querida tierra, como murciano practicante.
Miren si practica que no es raro verlo en esa Riga que está donde Cristo dio las tres voces, dando cuenta de una Estrella bien helada, con su poquico de hueva y leyendo LA VERDAD, que también es reputado columnista de esta casa.
Total: don Manuel Alhama ha logrado que el más antiguo mercado de la capital letona luzca un belén murciano. Por vez primera en su interminable historia. Nacimiento que, como resulta inevitable, es obra de la casa del maestro Jesús Griñán.
Los mismos artesanos lucen cada año en la embajada de Tokio, por su ustedes no lo saben, otro nacimiento de un metro de altura. Y en muchos países más. Mientras aquí, válgame el Niño, algunos desocupados claman contra tan espléndida tradición por considerar que atenta contra no sé quién y tal.
El nacimiento murciano de Riga ha encantado a aquellas gentes que denotan poseer un espléndido paladar cultural. Fíjense cómo será la cosa que una letona que pasaba por allí, al ver las figuras de Griñán, ha exclamado de repente. «¡Chacha, qué cosica más graciosa!».
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