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Francisco y Ana Belén, visiblemente emocionados, reciben la noticia de que se aplaza el desahucio, este martes, en su casa de La Alberca. Nacho García / AGM

Evitan el desahucio de un murciano enfermo: «Cuesta mucho decir adiós a la casa de toda tu vida»

Un acuerdo en el último momento entre la abogada de un matrimonio de La Alberca y los secretarios judiciales permite a la familia permanecer en su hogar hasta el 3 de marzo, fecha límite para acometer la compra de la vivienda

Martes, 22 de noviembre 2022, 16:09

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Al dolor incesante que arrastra desde hace dos meses Francisco González por un grave accidente laboral se añadió este martes la tensión, los nervios y la tristeza, que se hicieron dueñas de su cuerpo y de su alma. También entraron de lleno en Ana Belén Bergara, su mujer, cuyas manos no dejaban de temblar desde bien temprano. Las nubes con las que amaneció la jornada anunciaban un día duro, oscuro, pero lo que ninguno de los dos podía esperar es que el sol iba a relucir solo unas horas después. Este 22 de noviembre era el día elegido para echar de su vivienda a un matrimonio de Murcia que sentía pánico de dejar ahí dentro todos sus recuerdos, pero un acuerdo en el tiempo de descuento entre la abogada y los secretarios judiciales le ha dado una vida extra de tres meses para paralizar el desahucio solicitado para poder hacer frente a la deuda que acumulan desde hace casi un año y que no pueden abonar por estar sin trabajo y sin recursos económicos.

Eran las 11.30 horas de la mañana en La Alberca, en el número 19 de la calle Jesús García Canales. En el interior, Francisco, Ana Belén, su abogada y un familiar esperan casi sin aliento. Llevan casi un año sin pagar el alquiler social de su vivienda por la situación laboral y económica que atraviesan. Fuera de la casa, tres secretarios judiciales, acompañados por varios policías, se acercan a la puerta y están a punto de tocar el timbre. En el centro de la calle, la abogada del matrimonio, Mireya Pino, y los secretarios judiciales comienzan una negociación que no se dilatará más de tres minutos y que tendrá un final feliz, aunque momentáneo. «Voy a solicitar la suspensión del desahucio por parte de la parte demandante para conceder un plazo de tres meses a la parte demandada para la posibilidad de la compra de la vivienda. Si la adquisición de la vivienda no llega antes del 3 de marzo, el lanzamiento será inevitable», concluyeron los secretarios judiciales ante una letrada más que satisfecha.

Fue entonces cuando se agotó la tensión, se consumieron los nervios y apareció la emoción y las lágrimas, estas últimas reflejadas en el rostro de los dos protagonistas. «Cuando me han dicho que nos quedamos tres meses más he respirado hondo y llorado de alegría. No puedo más con esta situación, me está quitando la vida», dice Ana Belén, justo después de fundirse en, quizás, el abrazo más esperado con su marido. «Yo no había perdido la esperanza. No es dejar una vivienda cualquiera, es abandonar la casa en la que te has criado tú, tus hijos y se ha forjado tu matrimonio. Costaría mucho decirle adiós», asegura un Francisco preso de su emoción y que no puede cesar el llanto.

Francisco y Ana Belén, visiblemente emocionados, reciben la noticia de que se aplaza el desahucio, este martes, en su casa de La Alberca. Nacho García / AGM
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El golpe más duro, en el peor momento

Hace poco menos de dos meses, el 26 de septiembre de este año, Francisco encontró trabajo de albañil -su profesión- después de años afectado por la crisis. El túnel se acababa, la luz volvía a su vida y a la de su familia, pero en su primer día en la nueva empresa, el golpe de una excavadora le rompió 13 costillas, el tórax, la clavícula y le pinchó un pulmón. Desde ese momento, la UCI y el hospital fueron su hogar hasta hace un mes, cuando regresó a la vivienda que lo vio nacer y que lo quiere ver recuperarse. Su mujer es limpiadora y explora en todos los lugares cualquier trabajo que le pueda suponer un respiro a su familia.

Ambos llevan afectados muchos años por la crisis del ladrillo, momento en el que se quedaron en paro y que truncó sus sueños: «La casa era de los familiares de Francisco. Él y Ana Belén la compraron hace 15 años y han estado viviendo aquí pagando su hipoteca. Aquí nació su hija pequeña. Cuando se quedaron sin trabajo, dejaron de pagar la hipoteca. En ese momento negociaron con el banco y llegaron a un acuerdo de alquiler social, con el que ellos podían levantar cabeza. Hace 10 meses, un día, arbitrariamente, le subieron el precio de 200 a 350 y es donde vino la debacle, donde no pudieron hacer frente al pago», cuenta Mireya Pino.

El sufrimiento es hoy un poco menos fuerte, pero amenaza con volver a adueñarse de esta familia de La Alberca. Ya no pueden volver a la opción del alquiler social. Ahora solo les queda una bala: la compra de su hogar, tal y como se acordó en la negociación 'in extremis' de este martes. «Quiero hablar con la compañía bancaria, gestionar el precio, explicarles que Francisco va a recibir una indemnización, pero que esta no es inmediata. Queremos comprarla, ver lo que ofrece el banco y cómo podemos hacer frente a todo, porque si algo está claro es que esta familia tiene aquí su vida, y no quiere perderla», relata la abogada.

Apenas quedan tres meses y medio para la fecha que decidirá si Francisco y Ana Belén continúan para siempre entre las cuatro paredes que hoy están decoradas por tiernas postales familiares. El 3 de marzo ya rebota en las mentes de todos, pero hoy hay sonrisas y lágrimas en el número 19 de la calle Jesús García Canales de La Alberca. La lucha incansable de Ana Belén recibe su merecido premio. Y hoy, la vida le vuelve a parecer a Francisco eso que le contaban cuando correteaba por esta misma casa de pequeño.

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