Desmantelan la parte que restaba del poblado chabolista ubicado tras La Fica en Murcia
Operarios municipales eliminan una docena de chamizos y desalojan a casi una veintena de ocupantes tras la actuación llevada a cabo el pasado noviembre
Impotencia. Eso es lo que sentían los cuatro jóvenes de origen senegalés que, con sus maletas aún en el suelo, observaban como operarios municipales procedían al desmantelamiento de lo que aún restaba del poblado chabolista instalado a espaldas del recinto murciano de La Fica. Vestidos con gran 'flow' -como la juventud dice ahora- y sin querer reconocer -por lo que pudiera pasar- que residían allí, observaban como una excavadora se llevaba por delante la docena de chamizos que habían convertido en su hogar. «Llevaba allí cuatro años», confesaba finalmente uno de ellos.
Mientras, un nutrido contingente policial, compuesto tanto por agentes nacionales como por municipales, apoyaba la operación de limpieza para evitar cualquier problema, algo que finalmente no se produjo. No obstante, hasta 15 de los 17 ocupantes que permanecían en el enclave a la llegada de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad fueron trasladados a dependencias policiales, bien por su negativa pacífica a marcharse, bien para ser identificados en cumplimiento de la normativa de extranjería.
«A muchos te los podrás encontrar esta noche durmiendo por los alrededores, porque no tienen nada; ¿a dónde van a ir si no? No desaparecen porque los eches», clamaba Bassiron Diouf, hermano de dos de los habitantes de dicho poblado. Él lleva 20 años en España, tiene permiso de residencia, trabajo, mujer española y dos hijos nacidos aquí. Por eso se siente con fuerza para reclamar ayuda para estos jóvenes. «Aquí hay buena gente, chicos humildes, algunos de ellos con apenas 15 años, que no dominan a veces el idioma y que se buscan la vida trabajando en lo que pueden, en el campo o en lavaderos, en negro y por una miseria. ¡Y vienen y los desalojan a ellos, mientras hay gente por ahí campando y vendiendo droga!», defendía con vehemencia.
De hecho, profesionales del tercer sector reconocen que es complicado buscar una solución o recursos a todos estos jóvenes, con escasas posibilidades de acceder a un empleo o una vivienda, y que prefieren no acudir unos recursos asistenciales que son temporales y aferrarse a sus chamizos, que son lo único que consideran que les da seguridad. Sin embargo, no hay que olvidar que los asentamientos que crecen de una manera descontrolada acaban generando problemas, tanto a los vecinos del entorno como a sus propios ocupantes, dadas su condiciones de inseguridad e insalubridad, como de hecho ocurría en este, según explicaba el responsable del Servicio de Emergencia Móvil y Atención Social (Semas) del Ayuntamiento de Murcia, José Morales.
Años de evolución
Hay que recordar que esta operación de desmantelamiento viene de lejos, dado que se trata de un asentamiento con años de evolución, y que se ha tenido que desarrollar en dos fases. La primera se ejecutó, de manera subsidiaria, por parte del Consistorio a finales del mes de noviembre, una vez que este recibió la correspondiente autorización judicial, ya que se trataba de un terreno de titularidad privada sobre el que pesaban varios requerimientos municipales. Se procedió entonces a levantar la parte del poblado más cercana a la vía pública, en este caso al camino Orilla del Río. Era este el enclave, ocupado mayoritariamente por inmigrantes del Este de Europa -Bulgaria, en concreto-, que más quejas vecinales habías suscitado, tanto por la presencia de menores que a veces irrumpían en la calzada tras salir de la espesa maleza, como por la enorme acumulación de escombros y basura y por los reiterados incendios sufridos en esta parcela.
Dicho terreno lucía este martes despejado y perfectamente vallado. Sin embargo, no fue en aquel momento posible actuar en la parte de atrás del asentamiento, ocupado principalmente por ciudadanos africanos, dado que contaba con un propietario distinto. Se procedió entonces a concluir el proceso administrativo necesario para poder actuar en dicha parcela, que ha culminado con un reciente auto del Juzgado de Contencioso-Administrativo número 1 de Murcia.
Trasladados los ocupantes del poblado a dependencias policiales, un camión retiraba sus enseres a la espera de que pudieran recuperarlos: bicicletas y patinetes, bombonas de butano y carros de la compra llenos de cosas. Mientras, Jonka, ciudadana búlgara desalojada en noviembre de la primera parcela, deambulaba por la zona. «Ya se ha buscado otro sitio por aquí cerca», comentaban a pie de desalojo: «Porque, aunque los eches, no desaparecen».