La restauración del Baluarte de Berwick permitirá abrir un nuevo mirador al Parque de Artillería de Cartagena
El área municipal de Patrimonio ultima el proyecto técnico para recuperar en 2023 ese tramo de la muralla defensiva de la ciudad
El plan para recuperar trazos de historia muy presentes en todo el centro urbano en forma de murallas defensivas avanzará el año que viene con ... la propuesta de restaurar el Baluarte de Berwick, también conocido como de Carlos V y Bastión Real, para salvarlo de la ruina y convertirlo en mirador sobre las Puertas de la Serreta (antigua plaza de López Pinto). El Área de Patrimonio Arqueológico del Ayuntamiento de Cartagena pretende incluir en el presupuesto municipal de 2023 esta actuación en la histórica muralla defensiva de la ciudad.
Las líneas de actuación están ya definidas. Lo primero será consolidar la estructura, en la que hay sillares en situación inestable, entre otras cosas porque en sus juntas y fisuras brota maleza sin control. Después acondicionarán la parte superior, que será dotada de una nueva balaustrada de madera, dado que la metálica que hay actualmente está oxidada. El presupuesto base con el que se trabaja ronda los 250.000 euros.
El baluarte fue construido entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, aprovechando la formación natural del Cerro de la Serreta para blindar esa parte de la ciudad de posibles ataques desde la zona semipantanosa del Almarjal. El nombre de Berwick con el que se ha quedado se lo dio el duque que conquistó la ciudad para Felipe V en 1721, durante la Guerra de Sucesión. Entonces formaba parte de un conjunto de fortificaciones previas a la construcción de la de Carlos III, entre las que están la de Carlos I o del Deán, en la falda del Molinete.
La singularidad del fragmento que se conserva frente al Parque de Artillería, que actualmente alberga el Archivo Municipal y el Museo Militar, es que en su interior se acumulan varios elementos que lo hacen muy singular. En 1810, en plena Guerra de Independencia para defender la ciudad de los franceses, se construyó en ese lugar un cuerpo de guardia llamado Cristina, de 39 metros y tres arcos. Fue el emplazamiento de varias baterías de artillería.
Derribos a inicios del siglo XX
Sin embargo, no queda nada de él, puesto que fue arrasado durante el derribo general de las murallas que daban a tierra para permitir el crecimiento de la ciudad, a principios del siglo XX. La solidez de la fortificación fue aprovechada en tiempos de la Guerra Civil para habilitar un refugio subterráneo con capacidad para quinientas personas. Tenia tres entradas, la principal de las cuales estaba enfrente de la puerta del Parque de Artillería. Había otras dos auxiliares con salidas a la calle Pozo y a la calle Rosario.
La idea que ahora apuestan por impulsar la alcaldesa, Noelia Arroyo, y la vicealcaldesa y edil de Patrimonio Arqueológico, Ana Belén Castejón, no es nueva. El Ayuntamiento ya puso sobre la mesa un proyecto de puesta en valor de la fortificación en 2016, cuando José López era el primer edil. Las tareas preliminares de limpieza fueron realizadas. También algunas prospecciones y la señalización del conjunto con una placa y un panel explicativo. Sin embargo el proyecto, que incluía la recuperación del refugio, fue abandonado y la zona de intervención quedó perimetrada con un vallado provisional muy endeble, que se mantiene a día de hoy.
La cifra
-
250.000 euros es el presupuesto base con el que trabaja el Área de Patrimonio del Ayuntamiento. Según un portavoz, todavía hay que buscar un encaje presupuestario al proyecto, que incluye la adecuación de la parte superior como mirador, con balaustradas de madera.
Matas y suciedad
La zona, en la que han vuelto a proliferar las matas, es limpiada periódicamente de latas, plásticos y de otros residuos arrojados por personas con poco civismo y que no tienen en cuenta ni la historia tricentenaria ni el valor patrimonial de estos restos. Todo eso es lo que quiere cambiar el gobierno local, en cuanto disponga de los fondos suficientes.
Los elementos que demuestran que Cartagena fue desde muy antiguo una ciudad fortificada con murallas erigidas y modificadas a lo largo de varios siglos están presentes por toda la ciudad. Destaca como la más visible y extensa la Muralla de Carlos III, del siglo XVIII, cuya parte mejor conservada es conocida popularmente como la Muralla del Mar. Discurre desde la Plaza de Héroes de Cavite hasta la Plaza de las Puertas de San José.
Recuperaciones parciales
A ese mismo conjunto, calificado como Bien de Interés Cultural (BIC) pertenece la parte que da a la Rambla de Benipila. Uno de sus baluartes, el número IX, situado frente a la entrada a Navantia, sufrió importantes desprendimientos durante la DANA de 2019 y fue restaurado con 200.000 euros de fondos del Estado.
Otro baluarte y otro lienzo de la Muralla, en la cara de tierra, fueron sacados a la luz en sendas excavaciones para construir dos bloques de viviendas, entre las calles Ronda y Carlos III, cuyo nombre no deja dudas sobre la presencia allí de la fortificación. El segundo ya forma parte de una sala subterránea de exposiciones cedida al Ayuntamiento por el promotor del complejo residencial que hay encima. El primero está protegido en el espacio diáfano que otro constructor ha dejado libre bajo el edificio que construye enfrente del primero.
Menos suerte ha corrido hasta ahora la fortificación que sube por la calle Muralla de Tierra y que daba continuidad al Baluarte de Berwick. Desde hace más diez años, su recuperación se encuentra comprometida por la existencia apenas un metro por detrás, de tres moles de hormigón correspondiente a la estructura sin cerramientos de lo que iba a ser un complejo residencial y que al final se quedó únicamente en el esqueleto.
Un plan director en marcha y un obra de restauración para dos fortificaciones
Aparte de recuperar distintos fragmentos de las murallas de la ciudad, el Ayuntamiento promueve la restauración de recintos fortificados que desde las colinas se ocupaban de la su seguridad. El plan director que debe sentar las bases para restaurar el Castillo de los Moros y su entorno fue contratado en febrero a la arquitecta Isabel Aránzazu Bestué por 59.000 euros. Tiene un plazo de ejecución de nueve meses y no se limita al aspecto arquitectónico, sino que aborda también la rehabilitación social y urbana del barrio de Los Mateos. Antes de eso se apuntaló el cuerpo de guardia de la fortaleza, que corría riesgo de venirse abajo y se aseguró la entrada con un vallado y una sólida puerta metálica. En el caso del cerro de Despeñaperros, se ha completado una primera fase de consolidación, correspondiente a la cara de la fortificación que da a la Cuesta del Batel. Asimismo, está acabado el proyecto para invertir 150.000 euros en una segunda fase, que es de esperar que salga adelante en otoño.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión