Los radares móviles cazaron en Cartagena en 2024 menos de la mitad de infracciones que en el año anterior
Los cinemómetros de la Policía Local solo pillaron a 437 conductores que excedían la velocidad máxima, frente a los 1.075 detectados un año antes
Los conductores que circularon el pasado año por la ciudad lo hicieron de una forma más prudente o los radares municipales hicieron menos salidas a ... la calle. Sea como sea, según los datos facilitados por el Ayuntamiento a LA VERDAD, las multas derivadas de excesos de velocidad se desplomaron notablemente en 2024 respecto al año anterior.
Según los registros municipales, el año pasado se sancionó a un total de 437 coches que iban pasados de velocidad y fueron cazados al vuelo por los cinemómetros con los que cuenta la Policía Local. Una cifra que contrasta fuertemente con las multas que se incoaron por el mismo motivo en 2023, que fueron nada menos que más del doble. En aquel ejercicio, 1.075 ciudadanos fueron llamados a contribuir a las arcas municipales por infringir el Reglamento General de Circulación (RGC).
LA CIFRA
1,1 multas
al día pusieron los radares móviles municipales frente a las 3,3 multas al día que ponían en el año 2022.
Dentro del cómputo de infracciones detectadas, el artículo que más veces se vulnera de la citada normativa es el artículo 50, que tipifica los excesos de velocidad calificados como «graves». De estos, los agentes del cuerpo municipal detectaron 433 el año pasado. Otras cuatro infracciones fueron calificadas como «muy graves».
En 2023, el número de multas que se contabilizaron como graves fue de 1.074 y solo se detectó y sancionó una muy grave. En 2022, fueron más todavía las propuestas, 1.231, lo que da idea de la tendencia descendente en el número de veces que la Policía Local deja al conductor el recado en su buzón o directamente nota en mano. En otros términos, los radares han pasado de poner 3,3 multas al día a poner en 2022 a poner 1,1 multas al día en 2024.
El RGC establece que el límite genérico de velocidad en zonas urbanas es de 20 kilómetros por hora en vías que dispongan de plataforma única de calzada y acera y de 30 kilómetros por hora en vías de un único carril por sentido de circulación. El límite es de 50 kilómetros por hora en vías de dos o más carriles por sentido de circulación. Las multas van de 100 a 600 euros e incluso pueden acarrear la pérdida de hasta seis puntos del carné de conducir.
Según explican fuentes municipales a este periódico, la política del Ayuntamiento cartagenero es que sus radares vayan cambiando de ubicación, según el criterio de los agentes. «Las zonas van cambiando. Es decir, hay lugares que presentan incidentes puntuales porque la calzada está deteriorada, pero en el momento que se arregla, deja de ser problemática. Lo mismo cuando se intensifica la presencia policial en algún punto problemático, esa presencia disuade a los infractores y también baja el porcentaje de accidentes», señalan portavoces municipales.
En anteriores años, el departamento de Comunicación del Consistorio solía mandar notas en forma de aviso sobre las ubicaciones de los radares móviles, sobre todo con motivo de campanas especiales. Si bien antes se daba detalle de las calles, el año pasado, para verano, no fue así. Algunos de los sitios más recurrentes son el polígono Cabezo Beaza, la carretera de La Unión o la Gran Vía de La Manga.
Inversión reciente
Este pasado año, además, la Policía Local del municipio recibió los equipos comprometidos dentro de un gran contrato de material valorado en 800.000 euros impulsado por la Concejalía de Seguridad Ciudadana, que ostenta José Ramón Llorca (PP). La novedad fue la adquisición de las primeras pistolas táser, pero dentro del paquete habían también dos nuevos radares.
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El equipo de gobierno descarta poner aparatos fijos repartidos por distintos puntos del municipio
Cada vez son más las ciudades españolas que se lanzan a minar sus calles de radares fijos para cumplir el límite 30 en el centro de sus cascos urbanos. Bilbao o Vitoria son solo algunos ejemplos, pero Cartagena, de momento, lo descarta. Así lo afirman fuentes del equipo de gobierno local a LA VERDAD. «De momento se está funcionando con móviles, siendo este un sistema versátil y efectivo que permite la ubicación de los mismos en aquellos puntos en los que se detecta una mayor incidencia de la accidentalidad, ya sea por los propios agentes o por quejas o denuncias vecinales».
En estos momentos, para encontrar radares fijos, es preciso otear el extrarradio, con ejemplos como el cinemómetros instalada en la autovía, a la altura de Cabezo Beaza, o el que a la llegada a Cabo de Palos y La Manga. También otros dos situados en Miranda y La Aljorra.
Dentro de la ciudad, la experiencia más próxima fueron las cámaras que se instalaron en algunos puntos semafóricos durante el mandato de la exalcaldesa Pilar Barreiro. Situados en lugares conflictivos buscaban sancionar a aquellos que se saltaran de forma temeraria los semáforos en lugares como la Alameda. Finalmente estos dispositivos fueron retirados posteriormente por el exalcalde José López.
En otros municipios cercanos como Torrevieja, estos dispositivos cada vez proliferan más con el fin sobre todo, en este último caso, de minimizar el riesgo de atropellos en pasos de peatones ubicados en avenidas anchas y largas.
También hay ciudades que, además, ante el alto coste de estos medidores de velocidad, optan por situar cajas con la señalización de radar en varios puntos y que el propio cinemómetro se vaya cambiando mensualmente de sitio. De este modo, el conductor no no sabe realmente si está frente a un radar, pero el efecto disuasorio es el mismo. Al final, por no jugarse la sanción, acaba levantando el pie del acelerador.
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