La limitación a 30 por hora llega a más calles de Cartagena para evitar accidentes y reducir la polución

En cada 'zona 30', como también se ha llamado a estos viales, los conductores tendrán que levantar el pie del acelerador o dar menos puño, en el caso de los motoristas, para respetar la normativa de tráfico impulsada por el Gobierno central con dos objetivos esenciales. Uno es reducir el número de accidentes, sobre todo los que afectan a los peatones, y entre ellos a los grupos más vulnerables: mayores y niños. También se busca avanzar hacia el cumplimiento de uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas: lograr «que las ciudades sean más humanas», con «calles de vida y para la vida».

Así lo destacó ayer el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, quien presentó en Valladolid las principales novedades de la nueva regulación y afirmó que se trata de una apuesta por la «movilidad segura». El reto es ambicioso: reducir la mortalidad de los siniestros de un 80% a un 10%. Garantizar la fluidez del tráfico en las grandes avenidas de las ciudades y reducir el impacto negativo de la circulación de vehículos en la calidad del aire son otras dos metas del Real Decreto 970/2020, que varía normas de 1998 y 2003.

En Cartagena, la emisión a la atmósfera de partículas PM10, una de cuyas fuentes es el tráfico rodado, llevó al Ayuntamiento en los dos últimos años a restringir el paso de vehículos en el casco histórico. Las autoridades intentaron así recuperar los niveles de calidad del aire.

La nueva normativa establece como excepciones las vías urbanas que son arterias de la ciudad y las que conectan carreteras convencionales en las diputaciones. En ellas, la Concejalía de Vía Pública ha establecido la velocidad máxima «sobre la base de sus características», explicó el concejal de Vía Pública, Juan Pedro Torralba. Y puso como ejemplos.

En las últimas semanas, los servicios municipales han trabajado en la puesta a punto de las zonas afectadas, mediante el análisis de la circulación y las obras de señalización, como el cambio de señales verticales y el repintado de las marcas horizontales. Entre otros lugares del municipio, el Ayuntamiento ha llevado a cabo trabajos en La Aljorra, La Palma, Alumbres, Santa Lucía y San Félix. También ha intervenido en pueblos del litoral.

El programa de adaptación empezó el año pasado y ha supuesto un gasto de 60.500 euros para las arcas públicas, detalló Torralba. Y destacó que en la calle Serreta, y también como consecuencia del nuevo criterio nacional, la disminución de la velocidad supondrá un máximo de 20 por hora. Es la misma que impera desde hace años en las zonas semipeatonales del centro, señalizadas con el disco de zona residencial.

Asimismo, el edil aseguró que «se trata de un trabajo exhaustivo que va a contribuir a mejorar la seguridad vial en todo el municipio», puesto que no solo beneficiará a los viandantes sino también a los ciclistas y al resto de conductores, sean coches, furgonetas, camiones, ciclomotores o motocicletas.

Torralba anunció que este mes la Mesa Municipal de Movilidad abordará las propuestas del equipo de gobierno y de otras instituciones y colectivos ciudadanos para impulsar el proyecto de mejora de los accesos a Navantia.

La muerte en octubre de un trabajador del astillero, atropellado en un paso de peatones de la calle Pío XII, llevó a la administración local a plantear medidas de aumento de la seguridad del tráfico. Una de las acciones ha sido invertir 34.000 euros en la mejora de la visibilidad de ese paso de cebra y de otros dos: uno en la calle Capitales Ripoll y otro la zona de la Pescadería. Los cruces están dotados de fibra óptica, lo que permite su iluminación a partir del atardecer y la medición de datos de tráfico y ambientales, para facilitar «la toma decisiones sobre movilidad».

Una de las asignaturas pendientes de Cartagena en materia de tráfico es precisamente reducir la velocidad máxima en el centro urbano y en el Ensanche, conforme a sus propias promesas. El Plan de Movilidad Urbana Sostenible y Accesible, que está en periodo de exposición pública, plantea la posible peatonalización de varias manzanas y la rebaja de la velocidad máxima a 30 y a 20 kilómetros por hora, según la zona que se trate.

Cuatro calles de la cuadrícula del Ensanche que forman Wssel de Guimbarda, Ramón y Cajal, el Paseo de Alfonso XIII y la Avenida Reina Victoria fueron elegidas por las autoridades para estudiar la implantación de un circuito de 'zona 30'. Y 23 asociaciones, lideradas por la Federación de Asociaciones de Vecinos, pide ampliar ese sector de tráfico calmado y dar prioridad a peatones y ciclistas, en este último caso con nuevos tramos de carril bici.

Por ahora, el Ejecutivo ha descartado ampliar más calles en el centro de la ciudad, si bien hará de tráfico mixto las calles Gloria, Subida a San Diego y Saura. También ha hecho semipeatonales cinco calles de Pozo Estrecho.