La historia desconocida de los voluntarios británicos de la Flota Republicana
Tony Fuller es un investigador e historiador británico residente en nuestra zona y vinculado a Cartagena a través de la Asociación de Amigos del Museo ... Histórico Militar de la que es su vicepresidente. Lleva varios años investigando y escribiendo sobre la presencia británica en Cartagena desde 1800 hasta 1975.
Fruto de estas investigaciones ha sido la reciente publicación en la Revista del Archivo Municipal 'Cartagena Histórica' de un interesante artículo sobre la presencia de brigadistas internacionales británicos a bordo de los buques de la Flota Republicana.
La Guerra Civil Española, un conflicto que sacudió los cimientos de España entre 1936 y 1939, atrajo la atención y la participación de ciudadanos de todo el mundo, incluyendo un pequeño pero notable grupo de voluntarios británicos que, desafiando las políticas de no intervención de sus gobiernos, decidieron unirse a la causa republicana. Entre las muchas historias que emergen de este período turbulento, la participación de estos británicos en la Flota Republicana destaca como un capítulo poco conocido, recientemente desvelado gracias al diario del vicecónsul británico en Cartagena, William Leverkus, y a los informes de la Royal Navy y a las investigaciones realizadas por Fuller en varios archivos ingleses.
William Leverkus, cuya figura se erige como un faro de objetividad en medio del caos, mantuvo un diario desde el 21 de octubre de 1936 hasta el 3 de agosto de 1939. Publicado recientemente en español e inglés, este diario ofrece una ventana única a la vida en Cartagena durante la guerra. Lejos de las narrativas propagandísticas, el diario de Leverkus proporciona un relato imparcial y detallado de los eventos, capturando la cruda realidad del conflicto con un sentido del deber inquebrantable y un humor que aligera incluso los momentos más oscuros.
El diario, destinado originalmente a su familia y amigos, se ha convertido en una fuente invaluable de historia local, revelando tanto la vida cotidiana en Cartagena como las operaciones navales y militares que tuvieron lugar. Cartagena, el principal puerto de entrada de la ayuda soviética al gobierno republicano, se convierte en el escenario de una lucha internacional donde se cruzan destinos de diversas naciones.
A pesar de la política oficial de no intervención adoptada por Gran Bretaña y Francia, en la práctica, poco se hizo para detener a aquellos que querían unirse a la lucha en España. Las Brigadas Internacionales, formadas poco después del inicio del conflicto, reunieron a estos voluntarios bajo una estructura de mando unificada dominada por la influencia soviética. Entre ellos, un pequeño grupo de británicos dejó su huella en la Flota Republicana, con base en Cartagena. Su llegada, el 3 de diciembre de 1936, marcó el inicio de una aventura totalmente desconocida y nunca relatada hasta ahora.



Espíritu idealista
Estos voluntarios británicos, cuyo número inicial se estimó en quince pero luego se ajustó a ocho tras investigaciones posteriores, eran hombres de diversa experiencia naval. Algunos habían servido en la Royal Navy, otros en la Marina Mercante, y todos compartían un fervor idealista. Fueron destinados inicialmente a buques torpederos, pero su experiencia los llevó rápidamente a roles más prominentes. Entre ellos, Geoffrey Norton Marshall se destacó, ascendiendo de oficial de navegación de la flotilla de destructores a capitán del 'Alcalá Galiano'. Su historia se tiñe de misterio y espionaje, sugiriendo una doble vida como agente del gobierno británico, sin duda todo un personaje de la época.
Las Investigaciones de Tony Fuller documentan las interacciones de estos voluntarios con la comunidad local y con la inteligencia británica. Los informes, que cubren desde bombardeos hasta evacuaciones humanitarias, revelan la participación de estos voluntarios en la maquinaria de guerra republicana. David Wilson, otro voluntario notable, se desilusionó rápidamente y fue repatriado.
En Cartagena, los voluntarios británicos no solo combatieron, sino que también enfrentaron los desafíos de la vida diaria en tiempos de guerra. Albert Edward Cole, con su vasta experiencia en la Marina Mercante, se destacó como segundo al mando del Torpedero nº14 antes de unirse a la Brigada Internacional nº 129. Cada uno de estos hombres, a su manera, encarnó el espíritu de aquellos idealistas antifascistas que consideraron que la lucha había que hacerla en los frentes de batalla.
A medida que avanzaba la guerra, las tensiones crecieron y las lealtades fueron puestas a prueba. Geoffrey Norton Marshall, acusado falsamente de espionaje fascista, fue detenido y encarcelado en Barcelona. Su posterior liberación y repatriación revelaron una red de espionaje británico que operaba bajo las sombras, destacando la complejidad de las alianzas y traiciones en juego.
La participación de estos voluntarios británicos en la Flota Republicana es un testimonio de la solidaridad internacional y del poder de los ideales compartidos. Ninguno de los miembros de la Sección de Marina pereció en combate, aunque John Steele sucumbió a su combate personal contra la adicción. Los demás regresaron al Reino Unido, algunos continuando su beligerancia en otros frentes, pero todos ellos un tanto desilusionados por comprobar que no fueron a una lucha romántica sino a una guerra cruel en donde podían morir en cualquier momento.
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