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El barco de transporte 'Castillo Olite' bajo su anterior denominación como 'Zaandije'.
Fotohistoria de Cartagena

Franco y el amargo hundimiento del 'Castillo Olite'

Sábado, 9 de marzo 2024, 09:30

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Esta semana se han cumplido 85 años del hundimiento del barco 'Castillo Olite' durante el transcurso de la Guerra Civil Española, muy cerca de Cartagena, solo a unos cuantos metros de la isla de Escombreras, constituyendo a día de hoy la mayor tragedia marítima ocurrida en las costas de España en todos los tiempos.

Pero a pesar de la importancia de la pérdida de 1.500 vidas humanas, la historia ha tratado este episodio con un velo de silencio y olvido dentro del trasfondo de esta guerra.

El 7 de marzo de 1939, el buque de transporte del ejercito del general Franco 'Castillo Olite' fue hundido por la batería de costa La Parajola. En ese momento, la Guerra Civil Española llegaba a su fase final, con Franco ordenando la invasión de Cataluña y la República desmoronándose. En este contexto, se planificó una operación de desembarco sin precedentes para tomar Cartagena y dar un golpe definitivo a esta contienda, pero la rapidez llevó a una tragedia innecesaria.

La operación para tomar Cartagena implicó cerca de treinta barcos que transportarían a más de 20.000 hombres. La falta de coordinación y la decisión de sacrificar la seguridad por la rapidez resultaron en una cadena de despropósitos. El 'Castillo Olite' se convirtió en el trágico protagonista de esta historia, hundido por un solo cañonazo y causando cientos de muertos a tan solo unos veinte días de finalizar dicha contienda.

Lo que siguió al hundimiento fue un silencio significativo. La desorganización, improvisación e incompetencia que rodearon este incidente rara vez han sido reconocidas como un error militar. La falta de responsabilidad y la omisión de culpables crearon una sensación de olvido oficial. Los homenajes póstumos y la pantomima de reconocimientos no compensaron la pérdida cruel y absurda de vidas humanas.

Pocas veces nos enfrentamos a una realidad tan cruda como esta. ¿Quiénes estaban al mando de esa operación? ¿Qué impulsó sus acciones? ¿Quién fue responsable de liderar el 'Castillo Olite' hacia su trágico destino? ¿Se pudo evitar? ¿Quién disparó? Estas preguntas y otras muchas más, aún sin respuestas claras, nos llevan a reflexionar sobre las decisiones tomadas en aquellos días confusos.

La incapacidad de los sublevados en Cartagena para consolidar el control de la ciudad resulta ser el primer eslabón en la cadena de tragedias. La falta de información veraz sobre la situación real en la base naval lleva a decisiones apresuradas y engañosas, creando un falso sentido de seguridad que confundió incluso a Franco.

La urgencia por reforzar la sublevación debilitada lleva a una expedición precipitada y mal planificada. La decisión de sacrificar la seguridad por la rapidez expone a los barcos a amenazas constantes, sin protección adecuada contra aviones, submarinos y una posible intervención de la Flota Republicana que, aunque había huido, podría regresar en cualquier momento.

La falta de coordinación entre Franco, el vicealmirante Francisco Moreno, al mando de los barcos, y el almirante jefe Cervera genera una orden de operaciones confusa y carente de precisiones. Las contradicciones y la ausencia de instrucciones claras dejan a los barcos desprotegidos, sin advertencia sobre las baterías hostiles que les podían esperar.

La falta de medios materiales para un desembarco efectivo se traduce en planes cambiantes y decisiones erráticas.

La recuperación de Cartagena por la Brigada 206, liderada por Artemio Precioso, marca el desenlace fatal.

La ausencia de comunicación efectiva entre los barcos y el mando operativo refleja una negligencia imperdonable. El alférez de navío Rodríguez Lazaga, al decidir entrar en la bocana del puerto sin confirmar la autorización, pone en riesgo al 'Olite' y a sus dos mil ocupantes.

La Tragedia Inevitable

Pero por encima de todo esto emerge la figura de Franco. Al tomar personalmente el mando de la operación, carga con la responsabilidad del desenlace trágico. Aunque evitó siempre reconocer su parte de culpa, su desesperada necesidad de reforzar la sublevación desencadena una serie de eventos que llevan al 'Castillo Olite' a su trágico destino pues la responsabilidad del desenlace fatal recae en decisiones y acciones tomadas directamente por el Generalísimo.

El propio vicealmirante Moreno señala con sus palabras la responsabilidad última al más alto escalafón de la cadena de mando: «Las doctrinas operativas en las guerras no deben de ser descuidadas, aunque el enemigo esté desmoralizado y en derrota». La épica del 'Castillo Olite' se convierte así en un testimonio desgarrador de las consecuencias de decisiones impulsivas y descoordinación en medio de la guerra.

En el oscuro amanecer del 7 de marzo de 1939, Franco se convierte en el protagonista de un capítulo trágico en la Guerra Civil Española, marcado por la pérdida del 'Castillo Olite'; un Franco que en aquellos momentos se encuentra debilitado físicamente por un proceso gripal importante que no justifica su indiferencia ante los constantes informes que no aseguraban la seguridad de este operativo, algo que fue determinante en la toma de decisiones y que desencadenó en consecuencias irreparables en medio del caos de la guerra.

A pesar de la magnitud del desastre que representó el hundimiento del 'Castillo Olite' y las pérdidas humanas que dejó a su paso, la maquinaria judicial no se puso en marcha nunca para depurar responsabilidades, ni se llevó a cabo ningún juicio oficial. En su lugar, la narrativa de la tragedia se tejía como un suceso más de esta guerra, algo inevitable cuando sí se pudo evitar.

En esta maraña de eventos, los actores y las víctimas se entrelazan en una historia de desastre y desconfianza, donde la falta de juicio oficial deja en la penumbra las responsabilidades reales. La búsqueda de un culpable, ya sea dentro del propio bando o en el enemigo, sirve como un intento de poner fin a una tragedia que dejó cicatrices imborrables en aquellos hombres que por el azar del destino se encontraban embarcados en aquel maldito barco: los que murieron todavía siguen allí, a 24 metros de profundidad y con una losa de hormigón desde que en 2004 fue ampliada la dársena portuaria de Escombreras. Para los que sobrevivieron, la triste sensación de que fueron enviados a una encerrona como carne de cañón sin saber bien qué ocurrió y sin que nadie depurase responsabilidad alguna sobre lo sucedido.

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Franco y el amargo hundimiento del 'Castillo Olite'