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LUIS MIGUEL PÉREZ ADÁN HISTORIADOR Y DOCUMENTALISTA
Sábado, 14 de febrero 2015, 00:41
La mañana del 18 de enero de 1980 llegaban a Cartagena los restos mortales del rey Alfonso XIII. Éste había salido hacia el exilio desde Cartagena 49 años antes y volvía con todos los honores al mismo puerto, camino del Monasterio de El Escorial para recibir sepultura.
La relación de este monarca con nuestra ciudad es larga en el tiempo e intensa por su trascendencia política e incluso personal. A las siete visitas oficiales de gran calado, deben contabilizarse otras muchas más de carácter privado.
Por recordar dos de ellas sirva de ejemplo las de 1907, con la presencia en nuestra ciudad de los reyes ingleses, o la de 1913 con motivo de la visita del presidente de la República Francesa. Alfonso XIII elegiría de manera reiterativa a Cartagena para celebrar estos encuentros de alto nivel.
Pero será en abril de 1931 cuando Alfonso XIII abandonaría España hacia el exilio, obligado por la proclamación de la II República, y lo haría por este puerto: «De pie, en una motora alejándose del muelle, dando un último viva a España; desde entonces no volvería a ver tierra de su país».
Su hijo, el Conde de Barcelona, presidió los actos de exhumación celebrados el día 17 de enero de 1980 en Roma. Los restos de Alfonso XIII fueron despedidos con honores de jefe de Estado. Con Don Juan al frente, se celebró una misa en la Iglesia de Nuestra Señora de Montserrat, oficiada por el cardenal Bertoli, a la que asistió en representación del Gobierno italiano el ministro de Justicia.
Posteriormente se procedió al traslado a España, en la fragata de la Armada 'Asturias', que llegó a Cartagena el día 18 por la mañana. La historia volvía a sus cauces después de la reconciliación y el consenso que había traído la Constitución de 1978.
Fotos de Juan Manuel Oujo
Para ilustrar este momento, utilizaremos las fotografías realizadas por nuestro buen amigo Juan Manuel Oujo Sirvent al hilo de los recuerdos del que suscribe, testigo presencial.
A las ocho menos cuarto, el patrullero ligero 'Javier Quiroga' se abarloará a la fragata que trasladaba el féretro de Alfonso XIII, para posteriormente desembarcarlos en el muelle de Levante del Arsenal Militar. Allí se encontraban para recibirlos su hijo Juan de Borbón; el jefe del Estado Mayor de la Armada, almirante Luis Arévalo Pelluz; el capitán general de la Zona Marítima del Mediterráneo, almirante Muñoz-Delgado y Pintó; capitán general de la III Región Militar, teniente general Jaime Miláns del Bosch; el general del Mando Aéreo Táctico, Querol; y demás autoridades regionales y locales, entre las que estaban el obispo de la Diócesis, el gobernador civil, el presidente del Consejo Regional, el presidente de la Diputación, así como los alcaldes de Murcia y Cartagena.
Tras el desembarco del féretro, este se depositó sobre un armón de artillería llevado por una compañía de Marinería, al tiempo que se dispararon veintiuna salvas por la batería del Arsenal mientras se interpretaba el Himno Nacional.
Seguidamente se formó el cortejo encabezado por el clero castrense y la compañía de Marinería que conducía el armón; éste iba escoltado en sus costados por los almirantes Durán, Pieltain y Gil de Solís a la derecha; y a la izquierda por Elizalde y Díaz del Río, así como por el gobernador militar de la plaza, el general Sanchez Jáuregui. Completaban la escolta cuatro cabos verdes del Cuartel de Instrucción de Marinería y otros cuatro del Centro de Instrucción de Infantería de Marina.
Sobre las nueve menos veinticinco, el féretro salía por la puerta del Arsenal a la Calle Real. Todo el recorrido hacia la explanada del Muelle estuvo cubierto por el primer batallón del Cuartel de Instrucción de Marinería mandado por el capitán de corbeta Coelllo Roqueta; un batallón del CIAF, al mando del capitán de corbeta Garau García y otro más de Infantería de Marina, a las órdenes del comandante Larumbe Burgut.
En la fría mañana cartagenera, cerca de diez mil personas asistimos en silencio al traslado hasta la explanada del Muelle en donde se ofició un breve responso a cargo del reverendo, en funciones de teniente vicario, Ricardo Muñoz Juárez.
Inmediatamente se procedió al desfile de la compañía de honores de Infantería de Marina con banda de música, finalizando el traslado a paso lento al helicóptero Sikorsky donde fue embarcado a las nueve y cuarto; desde aquí fue al aeropuerto de San Javier, donde un avión Hércules C-130 esperaba para volar hacia Getafe.
Los restos de Alfonso XIII no permanecerían más de una hora en nuestra ciudad, pero con este acto se cerraba un círculo que había comenzada con la visita de un joven rey a Cartagena en 1903 y con su marcha de España en 1931. Si el monarca se marchó para el exilio por el muelle de Levante del Arsenal Militar de Cartagena, por el mismo sitio fue traído en el amanecer del 18 de enero de 1980.
Como quedó reflejado en los periódicos de la época: «Son fechas de la Historia de España que tienen a Cartagena como protagonista también. Historia que ayer tuvo un día clave a escala nacional».
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