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El gran desfile de Moros y Cristianos recreó el pasado medieval de la Ciudad de la Cruz. Las tribunas colocadas a un lado y otro de la Gran Vía, así como el resto de asientos colocados en la avenida de La Constitución, se encontraban repletas de un público que esperaba con expectación el paso de kábilas y mesnadas. El bullicio de esta multitud contrastaba con otro de los actos del programa festivo, la Cruz de Impedidos que llenó de emoción los hogares de enfermos y ancianos que abrieron sus puertas a la Sagrada Reliquia.
A la llegada de la comitiva al monasterio de Santa Clara, una lluvia de pétalos descendió sobre la Vera Cruz. Tras el relevo de los sacerdotes, el ritual continuó por el barrio de San Francisco. Casi al mismo tiempo, tuvo lugar el desfile de los pequeños caballistas por la Gran Vía y el concurso de carrera para los ponis junto a las murallas del Castillo. Tras el pasacalles en el que participaron un total de 31 ponis, los pequeños caballistas también corrieron la Cuesta del Castillo y cronometraron los tiempos conseguidos. La peña más rápida fue Mini Flecha Roja, con 11 segundos y 93 centésimas; el segundo puesto fue para Mini Cortijero, con una marca de 13 segundos y 3 centésimas; y el tercero, Mini Furioso, con 13 segundos y 32 centésimas.
Poco después de las 19.30 horas se iniciaba el desfile que encabezaba una representación del Bando de los Caballos del Vino con las dos Amazonas y una carroza con dos caballos enjaezados encabezaba el desfile que arrancó desde la avenida de la Constitución y recorrió la Gran Vía y la calle Puentecilla para finalizar en la plaza del Arco. Las amazonas, las hermanas Andrea y Daniela López Popescu, desfilaron a caballo junto a la carroza que llevaba las piezas de enjaezamiento de las peñas Caprichoso y Escándalo, primeros puestos en el primer y segundo bloque, respectivamente.
La ciudad sigue celebrando las Fiestas de la Vera Cruz y ayer se zambulló de nuevo en su pasado medieval inundando las calles de música, coreografías e historia, reflejada en el vestuario que mostraban unos festeros ilusionados que recordaban la presencia y las contiendas entre moros y cristianos en esta tierra de frontera. Los grupos festeros fueron el centro de las miradas de las millas de personas, unas 10.000, que abarrotaban las tribunas colocadas a ambos lados de la calle principal de la localidad, así como las ventanas y balcones de los edificios de la Gran Vía.
El colorido, el diseño y la belleza se mezclaron con las coreografías de los grupos y kábilas femeninas, y con la marcialidad de caballeros y kabileños; jóvenes y mayores, ofrecieron lo mejor de ellos mismos en esta manifestación que muestra una ciudad y unas gentes abiertas a todo el mundo, que ofrece un espectáculo único en el panorama de las fiestas de Moros y Cristianos.
Entre las novedades de este año destacó la participación de la escuadra de Salvajes, de Villena, grupo que representa a montañeses de zonas tan remotas como los Pirineos y la cordillera Cantábrica. Entre los grupos se fueron intercalando otros boatos como la célebre carga a caballo de los tres reyes de los reinos de Castilla; un espectáculo de caballos de volteo, una catapulta, una ballesta de grandes dimensiones y varias torres de asalto, entre otros elementos.
El Bando Cristiano estuvo presidido por sus reyes, Andrés Navarro y Guillermina Andújar, como Fernando III El Santo y Beatriz de Suavia. También desfilaron los Infantes de Castilla, Los hermanos Javier y Elena Ramírez. Bajo el pabellón cristiano, desfilaron Los Cruzados de la Vera Cruz, el grupo de Maestres de Calatrava, las Mesnadas de Nobles Aragoneses, los Almogávares de Aragón, los Caballeros de Santiago, las Damas y Caballeros de San Jorge, las Damas y Caballeros de Navarra, que celebraron sus 60 años de presencia en las fiestas, las Damas y los Caballeros de San Juan de Jerusalén y, cerrando las filas cristianas, las Damas Templarias y los Caballeros de la Soberana Orden del Temple.
Al frente del Bando Moro desfilaron sus Sultanes, Francisco Martínez y Leticia Guerrero, en sus papeles como Ceyt Abuceyt y la bella Ayla. También desfilaron los Sultanes Infantiles, Enzo Giménez y Aitana Llorca. Abul Khatar, kábila fundadora del Bando Moro, abrió el desfile de las filas agarenas; y, tras Abul Khatar, desfilaron las y los Halcones Negros; las Esclavas Rifeñas junto a los Rifeños; las y los Ceyt Abuceyt; las Mujeres Almorávides y los Almorávides; las dos kábilas de Yusuf Ibn Abderramán Al-Fihiri; la kábila Anara Sweik Bedu; y los Alhakem, que pusieron el punto final al desfile de la Media Luna festera por la Gran Vía.
Todos los grupos ofrecieron su marcialidad y sus coreografías a quienes disfrutaban desde las tribunas. La música, la alegría y la cadencia de los grupos al desfilar se convirtieron en el complemento ideal para este desfile que atrajo hasta la Gran Vía a millares de personas que asistieron a un espectáculo extraordinario lleno de historia, luz y fiesta.
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