La asignatura pendiente de las necesidades especiales
Familias de nueve centros de la Región de Murcia reclaman la incorporación de un auxiliar técnico educativo para que sus hijos, que tienen problemas como ceguera o trastorno del espectro autista, tengan el apoyo que requieren
Diego tiene solo cuatro años, pero sus padres ya intentan familiarizarlo con el bastón que será clave en su vida. Es ciego de nacimiento a consecuencia de una enfermedad ósea por la que tuvo que someterse a un trasplante de médula cuando contaba con un año de vida. Su débil estado de salud provocó que pasara prácticamente aislado sus dos primeros años. Hoy, con esfuerzo y tras pasar por múltiples terapias y sesiones de estimulación, es capaz de comer y de caminar, y ha salvado la situación acumulando un retraso en el desarrollo de apenas un año. «Ahora es como si fuera un niño de tres», cuenta su madre, Adoración Marín, preocupada por las dificultades que tendrá que afrontar en su escolarización. «Aún tiene que aprender cómo es el mundo y necesita ir de la mano de un adulto para desplazarse», señala.
Por eso, a la hora de elegir centro en Ceutí, donde reside la familia, buscó «el que tuviera los recursos para atender sus necesidades especiales», es decir, que contase con un auxiliar técnico educativo (ATE). «Vimos que había dos. Echamos en uno de ellos -el CEIP San Roque- y nos aceptaron», señala, aunque «la sorpresa» se la llevó al conocer la situación en que se encuentra ese auxiliar técnico educativo. «El centro tiene 12 alumnos con necesidades especiales, y cuatro son de Infantil con alta dependencia, por lo que un ATE es claramente insuficiente. Necesita otro».
Los ATE se encargan de cuidar del alumno en el centro y brindarle el apoyo que requiera según sus circunstancias, y tiene un papel clave para que el escolar pueda estar en una aula ordinaria. En el caso de Diego, la necesidad pasa por un apoyo permanente, ya que necesita del guiado de un adulto para moverse, ir al baño o comer.
Por ello, tanto el centro como la familia han solicitado un profesional más, pero a día de hoy todavía no sabe si contará con él cuando llegue septiembre. «Tienes al niño inscrito y no sabes todavía nada, aunque sospechas que cuando llegue septiembre no vas a tener ese ATE», dice angustiada. «El centro hizo todos los informes pertinentes, la Dirección General de Apoyo a la Diversidad lo ha aprobado, pero en Función Pública nos dicen que no se puede contratar a más gente ahora mismo. Así que, hasta que se resuelva, no podré dejar a mi hijo en el comedor porque nadie va a poder darle de comer, y no sé cómo va a salir al patio».
La falta de auxiliares técnicos educativos en la Región de Murcia ha sido un problema recurrente en los últimos años, pese al paulatino incremento de la plantilla, debido a que el número de alumnos con necesidades especiales crece.
Ante esta situación, el Defensor del Pueblo reprochó el pasado marzo a la Consejería de Educación su insuficiente esfuerzo por incorporar a los profesionales necesarios y le pidió que revisara sus criterios para calibrar las incorporaciones. El organismo señaló que entre 2020 y 2023 se produjo una marcada caída de la cobertura de los ATE. Mientras los profesionales pasaron de 421 a 478, el número de escolares con necesidades especiales se elevó de 1.906 a 3.289 y la ratio pasó de 4,52 a 6,88, lo que equivale a una merma en la atención a los alumnos del 34,2%. A preguntas de LA VERDAD, Educación señala que en el curso 2023-24 ha contado con 552 ATE en los centros públicos y concertados. El incremento sigue dejando la ratio lejos de la que había en 2020.
La plataforma 'Ningún niñ@ sin ATE', que lleva diez años luchando para incrementar la dotación en la Comunidad, tiene identificados al menos nueve centros que requieren incorporaciones urgentes, ya sea porque no cuentan con ningún ATE o porque la cantidad de escolares que los requieren desborda su capacidad. Estos son el CEIP Fuensanta Caravaca Hernández, en Santomera; el San Antón, de Fortuna; el San Roque y el IES Felipe de Borbón, en Ceutí; el San José, en Las Torres de Cotillas; el Jara Carrillo, en Alcantarilla; el San Francisco, en Jumilla; el San José del Consejero, en Zarcilla de Ramos; y el Príncipe de España, en Alhama.
En este último batallan por matricular a su hijo de tres años Lorena Blázquez y Alfonso Cánovas. Víctor tiene trastorno del espectro autista (TEA), por lo que la familia ha solicitado la incorporación de un ATE al centro, que no tiene. Allí estudian sus dos hermanas, de 5 y 11 años, una de ellas también con TEA, aunque con menores necesidades, y otra presenta trastorno de déficit de atención con hiperactividad. «El niño no se ha matriculado porque la Inspección le ha asignado otro centro y está a la espera de que se resuelva», señala la directora del centro, Isabel Huertas. «Estamos agraviados respecto a otros colegios por no tener ese recurso».
«En la Consejería me dijeron que cambiara a mis hijas a otro centro, pero la pequeña ha pasado por un proceso de adaptación muy complicado y sacarla de ahí sería dar un paso atrás muy grande en un trabajo de tres años -lamenta Lorena-. Y no puedo partirme y estar en dos centros a la vez para recoger a mis hijos».
La Consejería señala que aún se están estudiando las necesidades de cara al nuevo curso, incluidos los centros de Ceutí y Alhama y que «el proceso está preparado para continuar los llamamientos en septiembre». Una respuesta insuficiente para las familias, que piden certezas y que ya tienen en la agenda una protesta junto a 'Ningún niñ@ sin ATE' y la plataforma 'ATE CARM', el próximo 5 de septiembre frente a la Dirección General de Función Pública.