El aparato regional del PSOE encaja las piezas para que Lucas sea el nuevo líder

A este punto han llegado las primarias del PSRM-PSOE en una semana que arrancó el lunes con el todavía secretario general, José Vélez, anunciando su renuncia a optar a la reelección. Lo hizo tras reunirse con la dirección nacional de su partido en Madrid, en la sede nacional. El encuentro en la calle Ferraz no fue fácil ni rápido. La conclusión, a última hora de ese día, fue un comunicado donde hacía pública una decisión que aseguraba que llevaba reflexionando «mucho tiempo». Sin embargo, sólo dos semanas antes, exultante tras el 41º congreso federal de Sevilla, se veía «con más fuerzas e ilusión» para seguir al frente del PSOE en la Región.

Pero lo que había pasado después de esas afirmaciones es que, al otro lado del teléfono, lo que llegaba hasta la sede regional desde muchas agrupaciones locales y en boca de destacados dirigentes socialistas era un mensaje de tres palabras: «Cualquiera menos Vélez». Y esto fue lo que inflamó los ánimos renovadores. Muchos secretarios y secretarias generales no vieron con malos ojos en ese momento la vuelta de Conesa, primero, o el salto de Inmaculada Sánchez Roca, después.

Por si eso fuera poco, la situación judicial de Vélez pesaba también como una losa, junto a sus resultados electorales y las perspectivas en los sondeos. Y por eso esa maniobra de retirada que tiene mucho de 'giro lampedusiano': Francisco Lucas, hombre de la Ejecutiva nacional del PSOE, era el elegido por el partido para representar la corriente oficial. En su caso, ensancha la base de apoyos con la que contaba Vélez y desactiva a los que desde dentro pedían abrir una nueva etapa. Basta con ver la foto del viernes de Lucas junto a quien quería disputarle la secretaría general, Inmaculada Sánchez (la verdadera gran damnificada en sus aspiraciones), y también la secretaria de Estado María González Veracruz, que durante mucho tiempo fue esperada como relevo natural de Vélez. Caras nuevas, imagen de unidad y un discurso sin sorpresas que para nada se sale de la línea oficial y orgánica. El puzle resuelto. Veteranos socialistas no sólo ven en todo esto un movimiento que cierra heridas internas sino que evita que se puedan abrir otras nuevas.

Pero el proceso aún sigue. Dentro de la dirección regional, con la cantidad de respaldo de la que ha hecho gala Lucas, creen que «por responsabilidad y habiendo sido secretario general», Diego Conesa debería renunciar a las primarias del partido. Consideran innecesario que la militancia atraviese un proceso así visto lo visto.

Conesa, mientras tanto, mantiene por ahora su intención de ir «paso a paso», con los encuentros con la militancia y con la fase de recogida de avales. «Y después más encuentros con la militancia y más campaña», añade. El lunes, preguntado por los apoyos con los que contaba, respondía a LA VERDAD con una frase críptica: «Hay agua en la piscina». Pero desde entonces han pasado muchas cosas: lo de Vélez, lo de Lucas, lo de Sánchez Roca... La primera y significativa adhesión a su precandidatura ha sido la del alcalde de Los Alcázares, Mario Pérez Cervera, el regidor socialista más respaldado por sus vecinos en toda la Región. Ayer se pronunció también Mª Dolores Muñoz, alcaldesa de Bullas, que gobierna en ese municipio con mayoría absoluta desde 2015. «Está preparado para la organización interna pero también para la gestión de la Comunidad», según Muñoz, que definió al ex secretario general como «cercano, sensible y con una incuestionable vocación pública». Además de esto, con una foto compartida en redes sociales por la diputada regional Magdalena Sánchez Blesa, ésta mostraba su respaldo a Conesa junto al también diputado regional Manuel Sevilla y a las portavoces municipales socialistas en Alcantarilla y Totana, Lara Hernández e Isabel Molino, entre otras personas.

En la batalla digital por hacer público quién respalda a quién, también este sábado, la alcaldesa de Campos del Río, Mª José Cerón, hizo lo propio con Lucas. Otras, como la de Ceutí, Sonia Almela, prefieren no hacer pública una decisión que asegura que en su agrupación local «todos tienen claro», sin desvelarla.

En la órbita de Conesa inciden en la idea de que la militancia es quien tiene la última palabra en las primarias («un militante, un voto») para desafiar a un aparato orgánico oficialista que, después de muchas vueltas, ha conseguido encajar todas las piezas.