Más de 1.100 alumnos de Bachillerato se presentan a la repesca de la PAU

Adriana Conesa y Mikias Sánchez, del Colegio Maristas, se reencontraron después de las pruebas, a las que se enfrentaron por primera vez, «y la última», añaden ambos al unísono. Ella se presentó al examen de Historia de España, mientras que su compañero a Filosofía. Mientras que Mikias salió de la prueba muy contento porque se le 'apareció' Platón, ella salió muy disgustada porque no 'encontró' por ninguna parte ni las Cortes de Cádiz ni el reinado de Fernando VII. Ambos coincidían en que a primera hora de la mañana, 'La Casa de Bernarda Alba' les había regalado una alegría en la parte de literatura del examen de Lengua Castellana.

La convocatoria de julio supone también una nueva oportunidad para aquellos alumnos que en las pruebas de junio no alcanzaron las notas que necesitaban para acceder a los grados universitarios que tenían previsto, y han vuelto, en esta ocasión, a pedir la 'revancha'. Isabel Linares, del IES Licenciado Cascales, que esperaba junto a dos amigas a la sombra del pabellón para ir a comer, ya se presentó a la convocatoria ordinaria de las pruebas, pero se quedó a más de dos puntos de la nota de corte, en este caso, del grado en Educación Primaria en la Universidad de Murcia. Comenta que los nervios le jugaron una mala pasada durante la primera convocatoria y que no podría entrar el curso que viene al grado, pero tiene en mente terminar sus estudios en el Conservatorio de Música de Murcia. «Entraré el año que viene», confía.

En los pasillos, los voluntarios de la UMU, estudiantes de grado, se abanicaban con los papeles que tenían a mano. Elena Molina, Iker Martínez, Rebeca Muñoz, Rosalía Fenoll y María Bermejo hacían este martes, por primera vez, de voluntarios, en una jornada que abarcó desde las 7.45 de la mañana hasta entrada la tarde. Las motivaciones para participar en la actividad son diversas. Iker reconocía: «Por los créditos»; y entre risas, su amiga Rosalía añadía: «Bueno, también por ayudar». Los voluntarios tenían la sensación de que en la repesca los estudiantes estaban tranquilos. «Se nota que es la extraordinaria, están más nerviosos los padres que los hijos», añadía Elena Molina.