El voraz cangrejo azul da un paso atrás en el Mar Menor
Las capturas de este crustáceo bajan a la mitad en la laguna, donde la nacra resiste a duras penas y hace casi un año que no se ve un caballito
Sorpresa en el Mar Menor: el cangrejo azul sufre un frenazo en una expansión que parecía imparable desde que este gran crustáceo invasor fue detectado ... por primera vez en la laguna en 2015. Solo tres años después de esa fecha, los pescadores de la Cofradía de San Pedro del Pinatar ya capturaban más de cuatro toneladas anuales, un volumen que se dobló en los dos años posteriores y se mantuvo en 2021 con 16.749 kilos. Pero el año pasado la pesquería se redujo a la mitad y el inicio de 2023 también está siendo muy flojo.
¿Le ha afectado a la aguerrida jaiba el mal estado ecológico del humedal, o este altibajo poblacional responde a causas biólogicas de la propia especie? La respuesta está en una combinación de ambos factores, según la bióloga de la cofradía, Visitación López Abellán: «Cualquier especie con una tasa de crecimiento, reproducción y supervivencia tan alta que llega a un territorio nuevo experimenta un crecimiento exponencial. Y además su depredador natural, que es el pulpo, no tiene presencia en el Mar Menor. Pero al igual que pasa con otras especies, pasado un tiempo el crecimiento poblacional disminuye y se equilibra con el medio», explica a LA VERDAD.
«A esto hay que añadirle los episodios de anoxia que se han registrado en el Mar Menor en los últimos años, que han contribuido al descenso de las poblaciones de especies que son su alimento –alevines, langostinos, moluscos...–, y por tanto a la suya propia», agrega. Un giro importante en la jerarquía del 'Callinectes sapidus' en la albufera murciana, donde parecía imposible de erradicar y la única manera de controlarlo, según el coordinador del proyecto científico Life Invasaqua Francisco Oliva Paterna, se reducía a la pesca y a su consumo, puesto que por suerte tiene valor gastronómico.
AÑO A AÑO
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2018. 4.566 kilos
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2019. 8.877 kilos
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2020. 16.364 kilos
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2021. 16.749 kilos
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2022. 8.435 kilos
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2023. 286 kilos (hasta mediados de febrero)
El cangrejo azul –o jaiba–, que procede de la costa occidental del océano Atlántico, se comercializa desde 2016 en la lonja de Lo Pagán a un precio de unos seis euros el kilo de media.
El mal estado de la laguna, afectada por un proceso sostenido de eutrofización y varios episodios de anoxia desde 2016 por un exceso de contaminantes –sobre todo nitratos procedentes de la actividad agraria–, está poniendo contra las cuerdas a otras especies emblemáticas de este espacio natural. Como el caballito de mar ('Hippocampus guttulatus'), que «no se está recuperando de su mínimo histórico en la laguna. Lo tendrá complicado porque su situación es realmente crítica», explica a este diario el investigador del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) Miguel Vivas.
Ese mínimo histórico tiene una cifra concreta: 1.347 ejemplares censados en 2020, el último conteo oficial realizado por los voluntarios de la Asociación Hippocampus, los custodios de este pez singular. Esta impresión pesimista la corrobora el fotógrafo submarino Javier Murcia, quien se sumerge casi a diario en aguas del Mar Menor y a quien no se le escapa ni un detalle de lo que ocurre en sus fondos. Hace casi un año que no ve ninguno.
En cuanto a especies comerciales, Vivas advierte de que la pesca «está siendo mala este año con alguna excepción como la lubina». La anguila y el cangrejo verde se han vedado por el retroceso de sus poblaciones.
Mantener la salinidad
También preocupa la nacra ('Pinna nobilis'), una de las siete especies en peligro crítico de extinción en España, cuya situación está en el aire: se van detectando nuevas mortandades de este gran molusco bivalvo que merman una población estimada de unos mil ejemplares, pero también se encuentran ejemplares sanos no contabilizados anteriormente en un mapeo del Mar Menor que se está realizando en el marco de dos proyectos científicos: Recupera Pinna (Fundación Biodiversidad, Universidad de Alicante e IRTA)y Life Pinnarca (Universidad Católica de Valencia, IRTA e IEO-CSIC).
En ambos participan la catedrática lorquina de la Universidad de Alicante Francisca Giménez Casalduero, el director técnico del acuario de la UMU, Emilio Cortés, y la Consejería de Medio Ambiente: «Desde la anoxia de 2021 hemos detectado mortandades puntuales de hasta el 30% en alguna colonia», informa Giménez Casalduero. «Estamos identificando las mejores zonas para repoblar, pero ese esfuerzo no tiene sentido si viene otro episodio de eutrofización o una bajada acentuada de salinidad».
Por este motivo, insiste, «es importante que se mantengan las condiciones de salinidad del Mar Menor. Si se alteran, podemos quedarnos sin nacras», avisa.
Las praderas marinas se recuperan a medias en un humedal «alterado y sin capacidad de control»
La situación actual de las praderas marinas apoya la teoría del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) de que el ecosistema del Mar Menor ha cambiado de estado desde el colapso que se manifestó en 2016:de una situación previa «en la que se mantenían operativos los mecanismos de control y resiliencia a otra más alterada y simplificada en la que se ha perdido esa capacidad de control», describe a LA VERDAD Juan Manuel Ruiz, el experto de referencia del IEOen vegetación acuática. Tras la pérdida del 85% de la cobertura vegetal del fondo de la laguna, «solo el alga 'Caulerpa prolifera' [conocida como oreja de liebre] ha sido capaz de recolonizar por completo» el Mar Menor, «quedando la angiosperma 'Cymodocea nodosa' relegada a profundidades inferiores a tres metros», añade, cuando «antes de 2016 ocupaba extensiones muy importantes y con praderas bien desarrolladas». Juan Manuel Ruiz indica «la existencia de un cuello de botella en la capacidad de propagación de la 'Cymodocea' en base solo a propágulos sexuales (semillas), lo cual sería un factor limitante para su capacidad de dispersión y recolonización de los fondos. Todo esto apunta a una escasa capacidad de recuperación natural de sus praderas en las condiciones ambientales actuales, lo cual no apoya la viabilidad de acciones de restauración artificial por ahora». Juan Manuel Ruiz destaca estudios recientes del Grupo de Ecologia de Angiospermas Marinas del IEO-CSIC, coordinados por él, que acreditan la capacidad de 'Caulerpa' y 'Cymodocea' de «controlar los nutrientes en la columna de agua y cómo la pérdida de las praderas ha sido un factor clave en el cambio de estado del Mar Menor y su pérdida de resiliencia. La recuperación de la 'Caulerpa' tras el colapso podría haber ayudado a recuperar parte de ese control, aunque es evidente que no lo suficiente», termina.
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