Raúl García, la sostenibilidad como motor de arranque
La profesión del presidente de la Fundación SOS Legado Humano es vender coches; su pasión, la naturaleza y la cultura. Por ese motivo ha creado el Festival de Cine y Medio Ambiente Distopía
«Detrás de un problema ambiental siempre hay un conflicto social». Palabra de Raúl García Fernández (Madrid, 1962), socio fundador de la empresa familiar de ... automoción Sedauto –concesionario de Volvo en Murcia– y organizador del Festival de Cine y Medio Ambiente Distopía, cuya primera edición se celebrará del 24 al 29 de octubre con la Filmoteca Regional como sede principal.
Este hombre tranquilo, casado y con una hija, «las dos murcianas», procede de una familia de agricultores y ganaderos de las montañas de Lugo. Su padre prosperó con negocios de exportación de vino a Cuba que frustró la revolución castrista y terminó por asentarse en Murcia, «ciudad de la que se enamoró, seguramente por el clima casi caribeño», aventura este estudioso de la corriente de la ecología profunda y amante de la meditación, que suspira con perderse de cuando en cuando en la Sierra del Caurel lucense y sus bosques primigenios de castaños –O Courel para los gallegos–, donde disfruta del avistamiento fugaz de corzos, ciervos y jabalíes. «También hay lobos y empiezan a llegar los osos», informa emocionado.
La Fundación SOS Legado Humano, que preside y desde la que promueve el nuevo festival Distopía, es la evolución de la obra social de su empresa de venta de coches –que puso en marcha hace treinta años con sus dos hermanos, uno de ellos el reconocido fotógrafo Carlos Moisés García–.
Aficionado al ciclismo y a la meditación, estudia la corriente de la ecología profunda y se pierde en la Sierra del Caurel lucense
«Un poco por rebeldía personal y no conformarme con la realidad», recuerda, «en 2017 montamos un equipo, buscamos voluntarios y comenzamos a limpiar playas utilizando la metodología de la asociación Ambiente Europeo, que consiste no solo en recoger residuos sino en analizar qué recogemos y en qué cantidad, para establecer la trazabilidad de la basura marina. Eso te permite llegar hasta el origen y trabajar con quien produce esa contaminación», explica.
Esas bases de datos alimentadas a pie de playa se ponen a disposición de entidades científícas para que puedan utilizarlas en investigaciones que analizan la tendencia global de los residuos plásticos en el mar. «Esta información sirve para facilitar cambios y mejoras legislativas, lo hemos visto en la normativa de plásticos de un solo uso», destaca. «De hecho, ya empiezan a verse menos bastoncitos y pajitas, aunque muchísimas mascarillas, que además se van al fondo», advierte.
En su compromiso con la sostenibilidad, «y después de ver que has limpiado la misma playa cuatro o cinco veces y siempre va a estar igual», se convenció de que debía apostar por acciones de concienciación. «Más adelante tuvimos claro que no podíamos dejar de lado el principal problema, el cambio climático, y comenzamos a hacer reforestaciones en la Cresta del Gallo [Parque Regional El Valle-Carrascoy], donde nos dieron la tutela del sendero de los Lages».
«El futuro que no queremos»
Su convicción de que la cultura es una poderosa palanca para el cambio le ha llevado a dar otro paso adelante:la creación de Distopía. «El progreso en la concienciación es lento y queremos llegar a más gente, esa es la explicación del festival. Es el vehículo que utilizamos para influir en los que no están concienciados. Para buscar otros públicos, fundamentalmente los jóvenes, usando nuevos lenguajes sirviéndonos de la cultura y la educación. Por eso hemos programado documentales, películas infantiles, videojuegos, mesas redondas y talleres, noche de rap...», anima este aficionado al ciclismo y viajero incansable.
¿Por qué este nombre? «Distopía es el futuro en el que no queremos estar, lo que nos va a pasar si mantenemos la relación con la naturaleza que tenemos ahora. Ese futuro ya está aquí, y basta con ver lo que ha pasado este verano en todo el mundo: olas de calor, incendios, lluvias torrenciales e inundaciones...».
La Región de Murcia está en primera línea 'distópica' del reto climático... «Claro, por eso hay que tener claro que cualquier cambio producirá sufrimiento a muchas personas: migraciones, pérdidas en rendimiento de los cultivos, desaparición de especies... Pero huimos de la idea de apocalipsis medioambiental porque hay soluciones, futuros posibles para transformar la distopía en la utopía». Esto suena mucho mejor.
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