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La filósofa Marta Tafalla, retratada en un parque de Barcelona. MT
Marta Tafalla: «Hay que dejar de comer carne urgentemente»

Marta Tafalla: «Hay que dejar de comer carne urgentemente»

La filósofa e influyente teórica de los derechos de los animales interviene hoy en el ciclo Cartagena Piensa

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Jueves, 25 de noviembre 2021, 02:20

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La voz de Marta Tafalla (Barcelona, 1972) suena dulce y alegre al otro lado del teléfono. Envoltura amable para un mensaje duro: «Destruimos la naturaleza porque estúpidamente nos creemos los amos del planeta y no nos damos cuenta de que estamos arruinando el futuro de la humanidad». Así lo ve esta doctora en Filosofía y profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona, autora de novelas y ensayos y de un título potente, 'Ecoanimal' (Plaza y Valdés, 2019), que la ha convertido en influyente teórica del animalismo. Sobre este libro y sus ideas para lograr una reconexión con la vida silvestre hablará esta tarde, 'online', en el ciclo Cartagena Piensa, que coordina Patricio Hernández. Pese a que nació sin el sentido del olfato, Marta Tafalla siempre recuerda haber comido «muy bien» en la Región de Murcia.

–Una filósofa de la naturaleza, qué oportuno parece eso ahora.

–Siempre hubo autores que reflexionaron sobre estos temas, pero ahora con la crisis ecológica se hace más evidente que necesitamos ese tipo de pensadores. En los años setenta ya se habló mucho de la crisis ecológica. Después todo eso quedó frenado en los ochenta y los noventa por la locura neoliberal y el capitalismo que lo mercantiliza todo. Esta inercia de solo trabajar y comprar cosas nos hace olvidarnos de nosotros mismos y del animal que somos.

–Pandemias, volcanes en erupción, lluvias torrenciales, incendios incontrolables... La naturaleza nos está poniendo en nuestro sitio últimamente.

–Todos estos problemas los estamos provocando nosotros por la manera en que degradamos los ecosistemas y disminuimos las poblaciones de algunas especies, desajustando los procesos ecológicos. Y al final somos las víctimas. Si fuéramos sensatos, dejaríamos de degradar la biosfera, pero no hay manera de que aprendamos la lección.

–¿Somos tontos, torpes o qué?

–La filósofa australiana Val Plumwood decía que nos sentimos tan orgullosos de ser humanos y nos creemos que estamos tan por encima de todo lo demás, que ese antropocentrismo distorsiona nuestro entendimiento del mundo natural. Esa obsesión por creernos tan importantes no nos deja conocer cómo funciona la naturaleza ni tampoco la gravedad de la crisis ecológica. Por eso la gente no está muy asustada.

–Para usted, el hombre no es el centro del Universo...

–Eso no tiene sentido porque la biosfera es una red de especies distintas, cada una con sus funciones ecológicas, y no hay una que sea más importante. Todas lo son y todas deben jugar su papel. Esa obsesión por que haya alguien por encima y que mande es una invención nuestra.

«No sé si contar con derechos jurídicos solucionará los problemas del Mar Menor»

–«Maltratar la naturaleza es pegarse un tiro en el pie». Esta frase es suya.

–Cuando maltratamos a otras especies lo hacemos porque pensamos que estamos por encima del mundo natural. Por un lado, porque nos creemos más importantes y también porque suponemos que aunque dañemos la biosfera, no nos va a afectar. Sabemos que la temperatura del planeta está aumentando pero creemos que eso no va con nosotros, como si estuviésemos en otro nivel.

–«Nuestra civilización está cerca del colapso», afirma. ¿Tan mal nos ve?

–La situación es muy delicada porque tenemos una población humana muy elevada. Antes de que los humanos inventáramos la agricultura, cuando éramos cazadores-recolectores, había poblaciones muy pequeñas, no pasábamos del millón de personas en todo el planeta. Ahora somos casi 8.000 millones y dependemos de la agricultura. Y la agricultura depende del clima y de los combustibles fósiles. Ahora estamos alterando el clima y se nos están acabando los combustibles fósiles, con lo que está en riesgo el sistema de producción de alimentos.

–Hemos desconectado de la naturaleza, no sabemos nada de nuestro entorno, ni de los pájaros, ni de los árboles, denuncia usted. ¿A dónde nos lleva esto?

–Pediría a todo el mundo que se preguntara si conoce los tipos de árboles que hay en su barrio, si reconoce las especies de aves de su región, si tiene unas mínimas nociones sobre la evolución de las especies o el funcionamiento de los ecosistemas. Porque si no se tienen estos conocimientos básicos no se va a entender algo tan importante como el cambio climático.

LOS DATOS

  • Conferencia. 'Ecoanimal', por Marta Tafalla.

  • Ciclo. Cartagena Piensa.

  • Cuándo y cómo. Hoy jueves 25 a las 19.00 horas, 'online' (enlace para conectarse en la web cartagenapiensa.es

–«Mientras invertimos energías en someter la naturaleza y soñamos con liberarnos de ella, no aprendemos a conocerla, a convivir, ni tampoco a apreciarla», escribe en su libro 'Ecoanimal'.

–Esa es la paradoja:dependemos de la biosfera para todo —el aire que respiramos, los alimentos, las medicinas...– y en cambio actuamos como si todo eso no tuviera valor. Como si tuviéramos derecho a maltratar a los animales, contaminar y destruir la naturaleza. Hay en eso un desprecio también a nosotros mismos, en el sentido de que no querríamos ser animales. Es muy significativo que la palabra animal sea un insulto, cuando en realidad es lo que somos. Como si no nos gustara vivir en este planeta ni tener un cuerpo, o quisiéramos ser otra cosa...

–¿Qué cosa?

–No lo sé, ¿qué otra cosa se puede ser? Quizá espíritus inmortales como de fantasía.

–¿Por qué, como defiende, deberíamos dejar de comer carne?

–Claro que sí, y urgentemente. Esto tiene que ver con la sobrepoblación humana. Cuando vemos esos documentales de naturaleza de la sabana africana, siempre hay miles y miles de herbívoros y de tanto en tanto un par de leones, una familia de hienas... Vemos que los herbívoros tienen poblaciones enormes y los carnívoros poblaciones pequeñas. Y así es como funciona la naturaleza, con la cadena alimentaria en forma de pirámide. Las plantas tienen la mayor biomasa, los herbívoros una biomasa algo más pequeña y los carnívoros otra muy pequeña. Mantener un animal carnívoro supone mucha energía, es muy costoso. Los humanos tenemos una gran población, propia de un herbívoro, pero al mismo tiempo queremos una dieta cárnica. Esto es como si quisiéramos llenar de leones el Serengueti, no funcionaría.

–¿Entonces es una cuestión práctica o también ética?

–Las dos cosas. Hay argumentos de tipo ecológico y otros de ética animal, que tienen que ver con la manera en que se trata a los animales en la ganadería, que realmente es muy cruel.

–Es muy crítica incluso con la ganadería extensiva...

–Sí, porque creo que se ofrece como una falsa solución y no es verdad. Se está usando para blanquear la ganadería intensiva y además es engañosa esa idea de que no es mala para los ecosistemas, porque en el prado donde tienes un rebaño de ovejas o vacas no puede haber animales salvajes. La ganadería extensiva le quita el sitio, el agua y el alimento a la fauna salvaje. Y la fauna salvaje es la que hace funcionar los ecosistemas. Esto lo está explicando la ciencia desde hace mucho tiempo, pero hay tantos intereses en la industria ganadera que se hace mucho ruido con el contradiscurso de la ganadería extensiva como algo bueno.

–¿Puedo preguntarle cómo se alimenta?

–Soy vegana.

–El Anteproyecto de Ley de Protección y Derechos de los Animales, ¿es necesario, adecuado, se queda corto?

–Me parece muy importante que se empiece a hablar de estos temas en el Gobierno, porque hace unas décadas se habrían reído de una propuesta así. Pero me parece que se queda corto, vamos con un retraso enorme en estos temas, igual que en las políticas de cambio climático. Por suerte, el movimiento animalista está creciendo en España, sobre todo entre la gente joven. Los animalistas ya no son cuatro y la prueba es que estos asuntos ya están en la agenda política. Y los sectores reaccionarios tienen que darse cuenta de que la estrategia de la burla ya no sirve.

–¿Necesitamos hacer un cursillo para cuidar de un perro?

–Sí, porque los casos de maltrato y abandono son muy elevados. Y en ocasiones hay casos de maltrato por ignorancia: hay mucha gente que tiene un perro o un gato pero que no tiene ni idea de cómo es su conducta y por eso no sabe educarlo ni tratarlo. Y quizá esto derive en una conducta errática del animal y al final termine en un abandono.

«Los animalistas ya no son cuatro; la estrategia de la burla de los reaccionarios ya no sirve»

–¿Los animales nos pertenecen?

–No, ni los animales ni el planeta Tierra. Eso es muy ridículo, me cuesta entender cómo llegamos a pensar algo así, es absurdo.

–Nuestra relación con los animales, ¿cómo debería ser?

–Habría que hacer un cambio muy radical. Las demás especies tienen el mismo derecho que nosotros a vivir en libertad en el planeta y a no ser maltratadas. Así que deberíamos cambiar muchas de nuestras actividades para dejar de causarles daño. Y eso no sería solo una renuncia, porque haría que también nosotros viviéramos mejor.

–¿Por qué no concibe la tauromaquia en una sociedad moderna?

–No puede presentarse como progresista un Gobierno que mantiene estas fiestas en las que se maltrata animales públicamente y de una manera tan cruel. Es difícil confiar en alguien que defiende torturar un animal en una plaza.

–¿Tampoco admite una caza con criterios sostenibles?

–Creo que es otro problema gravísimo y habría que prohibirla. Estamos en una situación de extinción masiva de especies. De todos los mamíferos del planeta, solo el 4% son salvajes, el 36% somos humanos y el 60% restante es ganado. Estamos perdiendo la vida salvaje, y en este contexto es suicida mantener la caza deportiva. No nos lo podemos permitir.

–¿Debe contar con derechos propios el Mar Menor, como si fuese una persona?

–No soy jurista, pero me parece positivo porque supone cambiar nuestra relación con la naturaleza. Solo el debate que ha generado ya me parece muy valioso, aunque no sé si servirá para solucionar sus problemas. Porque si se aprueba y no se traduce en cambios concretos, como prohibir la agricultura y la ganadería intensiva que lo han destruido...

–Nació sin olfato, lo explica en el inicio de su libro 'Ecoanimal'. ¿Cómo se vive sin saber cómo huelen las cosas?

–Como en mi caso la anosmia es de nacimiento, me parece que no oler es lo normal. Lo que me resulta raro es cuando los demás me habláis de olores. Ese es un mundo al que no tengo acceso y no entiendo sus códigos.

–Me gustaría describirle el aroma del jazmín y del romero, pero no me veo capaz...

–Lo comprendo, ¡tiene que ser muy difícil explicarlo!

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