El incierto día después para los linces en la Región de Murcia
La 'suelta blanda' facilita que los felinos se asienten en la zona de liberación pero sus movimientos son impredecibles, avisan los expertos
«El primer día es maravilloso, la emoción y la ilusión cuando llegan los linces a los nuevos territorios de reintroducción son inolvidables, pero a ... partir del segundo vienen los problemas y hay que estar preparados para todo». Estas palabras las pronunció el jueves en el entorno del pantano lorquino de Puentes, cuando la amplia comitiva oficial comenzaba a retirarse, María Navarro, directora de comunicación del proyecto Life Lynxconnect y veterana profesional ligada a la estrategia de recuperación del gato salvaje, en tareas de información y divulgación, desde hace más de dos décadas.
Sabe bien de lo que habla: ha asistido a decenas de liberaciones de linces en Andalucía –ayer mismo en la Sierra Arana granadina–, Castilla-La Mancha, Extremadura, Portugal y esta semana en la Región de Murcia, saboreando la alegría que supone participar en un momento especial, pleno de fuerza, vida y esperanza. Un chute potente de naturaleza encarnado en un animal tan bello y elegante que parece un superhéroe felino. Pero también ha aprendido a recibir, procesar y transmitir las malas noticias.
Un atropello, una enfermedad, un disparo, un cepo o un lazo. El día a día no es un camino de rosas fuera de la protección del cercado de seguridad en el que permanecerán hasta finales de abril las dos primeras parejas de linces destinadas a crear una nueva población al abrigo de la Sierra del Gigante: 'Tiko', 'Tahúlla' y 'Torrealvilla', más 'Tejo', que llegará el lunes desde Portugal.
¿Qué puede ocurrir cuando abandonen el cómodo cercado en el que cazan conejos a placer, beben cuando les apetece y se cobijan del frío, el calor, el viento y la lluvia para adentrarse, por primera vez en su existencia, en la naturaleza? Nadie puede contestar con rotundidad a esta pregunta, pero la metodología empleada en las pedanías altas de Lorca, conocida como 'suelta blanda', da algunas pistas.
Esta técnica se utiliza cuando los linces se llevan a un enclave donde aún no hay una población establecida. El mes y medio o dos meses que permanecen en el recinto vallado –hay dos de una hectárea cada uno, electrificados y vigilados con camáras de seguridad, además de por personal en el exterior las 24 horas– es un tiempo durante el cual los animales se aquerencian al terreno: los aromas, el aire, la luz, incluso los sonidos.
«Está demostrado que de este modo es más fácil que se queden en la misma zona de suelta», explica a LA VERDAD el coordinador del programa del lince ibérico en España y Portugal, el ambientólogo Javier Salcedo (51 años), que tomó el relevo en enero de 2020 a Miguel Ángel Simón debido a la jubilación de este último, ambos funcionarios de la Junta de Andalucía y con amplia experiencia previa en la recuperación de aves esteparias y el quebrantahuesos, respectivamente.
«Un buen territorio lincero»
Las sierras del Gigante, Pericay, Lomas del Buitre, Luchena y Torrecilla son en principio «un buen territorio lincero», admite Salcedo mientras otea el exterior desde el todoterreno en que le traslada un agente medioambiental de la Comunidad Autónoma desde las cercanías del embalse de Puentes hasta la pedanía de Zarcilla de Ramos: el típico monte bajo mediterráneo con arbustos aromáticos, sembrados de cereales, almendros y bosquetes de pinos que de cuando en cuando examinaba con los prismáticos.
Un paisaje idóneo y además con una condición inexcusable para reintroducir el lince: buena presencia de conejo, más de dos ejemplares por hectárea, además de una amplia superficie de 22.500 hectáreas de montes públicos y espacios protegidos que forman parte de la Red Natura –el espacio mínimo admitido es de 10.000–.
Pero nada está escrito y el instinto y el afán explorador de estos carnívoros pueden llevarles a largas aventuras lejos de los lugares donde fueron liberados. Y ahí están los ejemplos de linces legendarios que recorrieron miles de kilómetros: 'Kentaro', de Castilla-La Mancha hasta Galicia atravesando varias comunidades de la mitad norte de la península; y 'Litio', del sur de Portugal hasta un jardín público en el cinturón metropolitano de Barcelona. El primero murió atropellado y el segundo fue capturado mientras sesteaba en un parterre.
La Comunidad instalará señalización especial y analizará los puntos negros en las tres carreteras del área de reintroducción
Los atropellos son su principal amenaza: la mitad de los cien linces que murieron el año pasado acabaron sus días arrollados en una carretera. El último de ellos, ayer mismo en Doñana: 'Kadir', un macho de diez años.
Para reducir los riesgos en la Región se colocará una señalización especial «en la que ya se está trabajando», informa a este diario el Gobierno regional, «y viendo los lugares donde situarla». En cuanto a la corrección de puntos negros en las tres calzadas que discurren por el área de liberación, ese trabajo se abordará cuando se disponga de la información que aporten los collares con GPS sobre los movimientos del animal, una vez en libertad, «como establece el protocolo de trabajo del proyecto». A este respecto, la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE) ha dirigido un escrito a los consejeros de Medio Ambiente y Fomento en el que les pide que se desestime la anunciada construcción de la autovía Lorca-Caravaca «porque partiría el área de reintroducción».
Si todo sale bien –los linces se quedan y no hay accidentes–, se espera que los primeros cachorros de lince murcianos nazcan en el primer trimestre de 2024. Sería un inicio de año histórico.
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