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Dave Goulson, con un abejorro en su laboratorio. AFP
Todo lo que no sabemos de los abejorros

Todo lo que no sabemos de los abejorros

El científico y divulgador británico Dave Goulson advierte sobre la importancia de los insectos polinizadores en el divertido ensayo 'Una historia con aguijón'

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Jueves, 16 de junio 2022, 18:29

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'Una historia con aguijón' (Capitán Swing) no es un libro más sobre el preocupante declive de los insectos polinizadores. Podríamos estar ante el enésimo tostón ecologista, pero el científico y divulgador Dave Goulson (Shropshire, Inglaterra, 1965) apostó por convertir su pasión y curiosidad por los insectos, y en concreto por los abejorros, en un divertido ensayo en la línea de los grandes naturalistas anglosajones. Aunque Hitler entre de lleno y por derecho propio en este relato publicado originalmente en 2013, y del que ahora podemos disfrutar (y aprender, qué importante) gracias a la traducción de Catalina Martínez Muñoz.

Profesor de Biología en la Universidad de Sussex e hijo de enseñantes de Historia (el padre) y Educación Física (la madre) sin apego alguno por la vida silvestre, Dave Goulson creció en la típica casita británica con parcela independiente en la que construyó (he aquí un adelantado a su tiempo) lo que hoy se conoce como hotel de insectos, con todas las comodidades imaginables para un abejorro británico de pelo corto en los años setenta. Una especie ya extinta, por cierto, que el autor no consiguió contemplar en libertad antes de que desapareciera de las islas británicas. Sí vuelan todavía en Nueva Zelanda, a miles de kilómetros de su reservorio original, capricho del destino que Goulson narra en 'Una historia con aguijón', junto con sus intentos por reintroducir la especie en las marismas del condado de Kent.

Aquí debo dar un frenazo antes de continuar: los abejorros no son los machos de las abejas, tampoco abejas muy grandes, ni abejas reinas. Son insectos polinizadores de la familia de las abejas ('Aphidae') pero de otra especie (en Europa hay más de treinta variedades de abejorros, el más común el 'Bombus terrestris'). Polinizan pero no producen miel, pueden picar pero no dejan el aguijón clavado (¿ven?, no les tengan tanto miedo) y son especialmente útiles para el ciclo de la naturaleza (y también en la agricultura, donde se les utiliza cada vez más) porque gracias a su cuerpo velludo son capaces de transportar gran cantidad de polen y además son muy concienzudos en su trabajo. Apenas descansan y no abandonan nunca el tajo (o sea, el invernadero) en busca de flores más atractivas. Es decir, un partidazo.

Dicho esto, nos estamos quedando sin ellos. Una desgracia provocada por el empleo indiscriminado de pesticidas y otras sustancias venenosas para la microfauna en la agricultura intensiva, la pérdida y empobrecimiento de espacios naturales (a menos vegetación, menos insectos, es de cajón) y otras circunstancias provocadas por la (¡je!) sociedad avanzada. No dejamos de dispararnos en el pie.

EL LIBRO

  • Título 'Una historia con aguijón'

  • Autor Dave Goulson

  • Editorial Capitán Swing

  • Traducción Catalina Martínez Muñoz

  • Páginas 280

  • Precio 19 €

Dave Goulson relaciona la extinción del abejorro británico de pelo corto (RIP) y en general el descenso de insectos polinizadores en el Reino Unido con la Segunda Guerra Mundial. Y aquí se justifica la alusión a Hitler en el libro: el aislamiento de las islas británicas en los años cuarenta del siglo pasado como consecuencia del conflicto bélico obligó a aumentar la producción local de alimentos. Y se produjo entonces (no hubo otro remedio) un cambio desde unas técnicas de cultivo tradicionales y sostenibles hacia una agricultura de gran rendimiento que artificializó los entornos rurales y generalizó el uso de productos químicos.

Debido al impacto de esta transformación, de la que avisó antes que nadie Rachel Carson en 'Primavera silenciosa', se escucha cada vez menos el zumbido de abejas y abejorros, en el Reino Unido y en cualquier punto del planeta, también en España.

Una de las muchas escenas prodigiosas relatadas por Dave Goulson: «La capacidad de las colonias de abejorros para conservar la temperatura es impresionante. Una vez, mientras buscaba el modo más inocuo de librarme de un nido de abejorros turcos (criados artificialmente y, por tanto, incapaces de vivir en libertad en el Reino Unido, de donde no son originarios), se me ocurrió que congelarlos tal vez fuera la mejor solución. Metí el nido en un congelador doméstico, a treinta grados bajo cero. Al día siguiente, cuando fui a comprobar qué había ocurrido, la colonia estaba viva y haciendo un ruido atronador: las obreras se habían amontonado sobre las larvas y abanicaban presumiblemente con todas sus fuerzas. La reina se había escondido en el centro y parecíe impertérrita».

Goulson, fundador del Fondo para la Conservación del Abejorro, no sólo es un respetado naturalista en el Reino Unido, sino también un ameno narrador que consigue interesarnos por la vida de unos bichos de los que normalmente huimos en cuanto los vemos aparecer, sobre todo cuando alguno se cuela en casa (¡pánico!). Y sobre los cuales yo he transmitido a mis hijas una creencia heredada de mis mayores: los abejorros rojos traen buena suerte, los negros...

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