Una estufa de leña, un libro y una ventana
Errata Naturae reúne los mejores textos de Henry David Thoreau sobre los meses fríos en 'El gran invierno'
El frío me ha sorprendido sin leña. Me ocurre algún año, cuando el calor se prolonga durante el otoño y cualquier excusa es buena para no asumir la tarea penosa de seleccionar, cargar, transportar y ordenar los leños que calentarán la casa de noviembre a marzo. Cuando por fin crepite la chimenea y la lumbre baile con su movimiento hipnótico, habrá llegado el momento de leer con tranquilidad 'El gran invierno', un libro recién publicado por Errata Naturae que recoge los mejores textos de Henry David Thoreau (1817-1862) sobre el periodo del año en el que la naturaleza se ralentiza y tendemos al recogimiento.
Para disfrutar este breviario delicioso, traducido por Silvia Moreno Parrado, conviene silenciar el teléfono y apagar las luces generales. E idealmente disponer de un flexo, un sillón cómodo frente a la ventana y un fuego (quien pueda) para recrear en lo posible el ambiente austero en el que Thoreau leía y escribía en su cabaña monacal junto al lago Walden (Concord, Massachusetts, EE UU) en la que se confinó durante dos años, dos meses y dos días entre 1845 y 1847 (aunque regresaba con frecuencia a la ciudad, nunca fue un ermitaño).
Naturalista, filósofo, precursor del ecologismo y pionero de la resistencia pacífica frente a la guerra y la esclavitud, este 'padre fundador' de la literatura norteamericana nos dejó una obra monumental ('Walden', 'Un paseo invernal', 'Desobediencia', 'Todo lo bueno es libre y salvaje'...) que incluye pasajes y reflexiones de ritmo lento, aunque de pegada profunda:
«Cuando salgo al atardecer, preparo la estufa de manera que, a mi regreso, encuentre siempre un buen fuego ardiendo en ella, aunque, de estar presente, habría requerido mi atención frecuente. Así, cuando sé que voy a estar en casa, a veces hago como si fuera a salir, para ahorrarme molestias. Y éste es también el arte de vivir: dejar nuestra vida en un estado en el que pueda funcionar sola y no exija una supervisión constante. Entonces nos sentaremos tranquilamente a vivir, como si estuviéramos junto a la estufa».
Thoreau vivió sólo 44 inviernos, pero les sacó partido. Y aprendió que, «una vez recogida la cosecha, preparadas las conservas y almacenada la leña» (como recuerda la editorial), llega el momento de la meditación y los placeres domésticos. Incluso desde nuestra perspectiva actual, acelerada y urbanita, se comprenden reflexiones como esta:
«Quiero marcharme pronto y retirarme a vivir junto a la laguna, donde sólo oiré el viento suspirar entre los juncos. Será un logro si consigo dejarme atrás a mí mismo. ¡Pero mis amigos preguntan qué haré cuando llegue allí! ¿No será ocupación suficiente contemplar el avance de las estaciones?».
Lamentablemente, algunos sólo podemos aspirar a ese jubileo en la naturaleza si nos toca la lotería. Así que, mientras tanto, sólo nos queda seguir jugando (con moderación y responsabilidad) y leer a Thoreau. Con placer y un punto de envidia.
EL LIBRO
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Título 'El gran invierno'
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Autor Henry David Thoreau
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Editorial Errata Naturae (Colección Libros Salvajes)
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Páginas 244
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Precio 20€
PD. Para terminar, atentos a este consejo de HDT: «Hoy la nieve vuelve a caer y cubre la tierra. Para apreciar el valor de la tormenta, debemos pasar largo rato fuera y adentrarnos mucho en ella, de forma que pueda atravesar bien nuestra piel y nos volvamos, por así decirlo, de dentro afuera hacia ella, y no haya parte alguna en nosotros que no esté empapada ni curtida, y así nos convirtamos en hombres de la tormenta en lugar de ser hombres del buen tiempo. Algunos hombres relatan la ocasión en que se calaron hasta los huesos como un acontecimiento memorable en su vida al cual, a pesar de los agoreros, sobrevivieron». Es lo que toca ahora.