Biodiversidad 0-Ladrillo 1
La sentencia judicial que deja sin castigo la destrucción de una población de flora protegida en La Manga envía a la sociedad un mensaje desalentador
A mí también me ha sorprendido que se fuera de rositas el propietario de una parcela en La Manga que destruyó concienzudamente (como está acreditado en la sentencia) una población de la escasa y valiosa 'Echinophora spinosa' (zanahoria marina), una planta protegida que al parecer le estorbaba para la venta del solar. Unos hechos denunciados en su día por la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), de la que informé el miércoles en LA VERDAD y que ha provocado numerosos comentarios y todos en la misma línea: incredulidad e indignación por una sentencia que se considera, como poco, demasiado permisiva.
Las dos roturaciones, en noviembre de 2013 y abril de 2014 (que no dejaron ni un ejemplar vivo de esta especie catalogada como vulnerable, son hechos probados), más una «posible aplicación de plaguicidas» en agosto de 2014 (maniobras que dejan como un aprendiz al caballo de Atila), no han sido circunstancias suficientes para que la titular del Juzgado de lo Penal número 3 de Cartagena, Teresa Álvarez Medina, aprecie culpabilidad en el dueño del solar.
Se ha librado de los veinte meses de prisión y 1.187 euros de indemnización que pedía la Fiscalía porque alegó que en un principio desconocía la presencia de esa planta protegida en su propiedad. Y sobre el segundo desbroce, que ordenó ya plenamente informado, la juez explica en su dictamen que no lo tiene en cuenta porque ya poco había que destruir en el arenal, uno de los pocos espacios libres en La Manga. Esos que el Ministerio para la Transición Ecológica quiere recuperar para que sirvan de freno a la subida del nivel del mar. Pocos van a quedar, o casi ninguno, cuando haya que aplicar el futuro Plan de Protección del Borde Litoral del Mar Menor.
Esta sentencia absolutoria es una inesperada victoria del dueño del terreno, sobre el cual se levanta ahora mismo el edificio que veis en la foto principal (y justo encima de estas líneas, la parcela aún sin construir, donde crecía el 90% de la población regional de zanahoria marina). Pero es sobre todo un fracaso colectivo, porque pese a que la presencia de esta planta protegida era bien conocida por la Administración desde el año 2005, ni la Consejería de Medio Ambiente ni el Ayuntamiento de San Javier han sabido, podido o querido protegerla. «Otra merma de la credibilidad de las administraciones responsables de la conservación», según el director de ANSE, Pedro García.
Todo huele a chapuza en este asunto: apenas dos semanas antes del primer y casi definitivo movimiento de tierras, técnicos de la Comunidad se reunieron con los del Ayuntamiento para informarles sobre la necesidad de conservar ese reducto de vegetación. Pero la Administración local no consiguió advertir al propietario: no lo localizaron, se dice en la sentencia, pese a que en el solar había un cartel enorme con su teléfono móvil.
Lo dicho: otra derrota en la Región de Murcia para la biodiversidad, tan necesaria en espacios costeros donde cada vez es más escasa, como La Manga y el Mar Menor.