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Los principes Carlos y Andrés. AFP
Un nuevo 'annus horribilis' británico

Un nuevo 'annus horribilis' británico

Carlos y Andrés de Inglaterra dan trabajo a los abogados, el primero por las sombras en el manejo de donaciones y el segundo, debido a una denuncia de violación

Iñigo Gurruchaga

Londres

Sábado, 18 de septiembre 2021, 18:43

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El príncipe Carlos hizo saber a la prensa, a través de un amigo, que la reputación de su hermano Andrés es ya insalvable. Ocurrió días antes de que 'The Sunday Times' rasgara la suya. La dimensión de los reproches al futuro rey no es comparable con las acusaciones al duque de York, pero reavivan otros episodios en los que se ha puesto en cuestión su buen juicio.

Carlos tiene siete residencias. Son mansiones o castillos, en Londres, en el sudoeste de Inglaterra, en Gales, en Escocia, en Sicilia. De las tres que tiene en tierras escocesas, dos –Dumphries House y el castillo de Mey– han sido restauradas por el príncipe de Gales a través de una entidad sin ánimo de lucro. En el sistema legal inglés, una organización de ese tipo se conoce como una 'charity'.

Las empresas caritativas dependen de las donaciones. Los métodos de obtención de dinero y la trayectoria de uno de los donantes han sido desvelados en sucesivos fines de semana por el periódico del patrón australiano, Rupert Murdoch, que demanda en sus editoriales al heredero de la corona que «comience ya a comportarse como un rey».

Carlos pasa tiempo en sus residencias, pero la casa, del siglo XVIII, y el castillo, que era propiedad de la madre de la reina, están abiertos al público el resto del año y generan empleo local. Un atractivo adicional es la jardinería, a la que el príncipe se ha dedicado toda su vida. ¿Por qué se le critica entonces?, era la protesta de algunos lectores del 'Times'.

Se le critica porque obtuvo una donación de un millón y medio de euros para Dumphries House de un ricachón saudí, Mahfouz Marei Mubarak bin Mahfouza, a quien los intermediarios del príncipe le habrían prometido la concesión del título honorífico de Comandante del Imperio Británico por su generosidad. El príncipe entregó personalmente el galardón.

Uno de los intermediarios, que se lleva un porcentaje de la donación, es el propietario de Burke's Peerage, un almanaque anual de los títulos aristocráticos y de las relaciones entre las familias. Sus enlaces no se limitan a las dinastías de sangre azul, porque también obtuvo unos 600.000 euros de un multimillonario ruso, Dmitry Leus, con una condena previa por lavado de dinero.

El caso de Leus es más turbio, porque el dinero que donó para Dumphries House fue desviado a otros destinos y la investigación del periódico concluye que, en el ir y venir entre sociedades caritativas y tras múltiples promesas aplazadas a Leus de que se vería con Carlos, el dinero ha desaparecido. Ha dimitido el presidente de la Fundación del Príncipe y el ente supervisor en Escocia ha abierto una investigación.

También ha dimitido el consejero delegado, Michael Fawcett. Es la tercera vez que cesa como empleado del príncipe. La primera fue por acusaciones de otros sirvientes de comportarse como un matón, tras su ascenso de criado a mayordomo. La segunda, por vender regalos que recibía el príncipe y aceptar comisiones y regalos de proveedores. Pero el heredero ha recurrido a él una y otra vez.

Portavoces de Carlos aseguran que el príncipe no sabía que se ofrecían encuentros con él o títulos honoríficos a cambio de donaciones. Expresa una extraña ingenuidad, porque esos mecanismos son comunes en la historia general de la aristocracia. Sucesivos gobiernos, de diferentes partidos, han sido también acusados de dar títulos a sus donantes, entre los que se cuentan personajes con historial escabroso.

Trabas y evasivas

Mientras el heredero no sabe o no contesta a las censuras de la prensa, Andrés sigue con su exmujer, Sarah Ferguson, y la reina Isabel II en el castillo de Balmoral, propiedad de la familia. Sus abogados intentan impedir que inicie el juicio por la demanda civil contra él, en Nueva York, por tres supuestas violaciones a Virginia Giuffre cuando tenía 17 años.

Una juez del Tribunal Superior de Inglaterra aceptó esta semana enviar a los representantes legales del príncipe la documentación procesal de los abogados de Giuffre, si las partes no se ponen antes de acuerdo sobre la entrega. Y un juez de Nueva York ha sentenciado que aceptará que los abogados de Giuffre entreguen los documentos al letrado que ha representado allí a Andrés.

Los abogados de la demandante han presentado la declaración notarial de un agente que entregó la documentación en la residencia de Andrés, resguardos de la empresa de mensajería que la depositó en el despacho de sus abogados, copias de las respuestas de recepción de los correos electrónicos en los que se anexaban los documentos,… Pero los del príncipe en Londres dicen que tiene entregársela un empleado judicial, diplomático o consular.

«Esto no es un juego del escondite tras las murallas del palacio», ha dicho la abogada Sigrid McCawley, que representa a Giuffre. «No debería permitirse que el príncipe Andrés evite e impida la entrega de la documentación, cuando al mismo tiempo construye su defensa en este asunto», añadió. El príncipe niega haber mantenido relaciones sexuales con la demandante.

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