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Crece la tensión entre los ejércitos de China e India en el Himalaya

Crece la tensión entre los ejércitos de China e India en el Himalaya

Ambos países aseguran que no buscan un enfrentamiento, pero suman efectivos en un territorio disputado por ambas potencias

Zigor Aldama

Shanghái

Miércoles, 3 de junio 2020, 08:11

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Hay que tener buenos pulmones para pelearse a 4.000 metros de altura. Pero es evidente que las tropas que China e India tienen destacadas en la frontera que ambos países se disputan en el Himalaya están aclimatadas a la altura. Porque, a principios de mayo, protagonizaron dos extraños enfrentamientos en los que empezaron a puñetazos y empujones y acabaron a pedrada limpia. Uno se registró en Ladakh, al noroeste de India, y el segundo en el este, en el paso de Nakula, que une Sikkim con Tíbet. Ambas zonas están cerradas al público y a la prensa, por lo que la única información sobre lo sucedido es la ofrecida por fuentes oficiales de Pekín y Delhi: en ambas capitales, los dirigentes afirman que la situación está bajo control y que se está trabajando para rebajar la tensión.

Pero los hechos parecen apuntar en la dirección opuesta. Ambos bandos se acusan de haber traspasado la demarcación temporal de la Línea de Control y sus ejércitos han reforzado considerablemente el destacamento de sus efectivos. «Las tropas chinas trabajan para preservar la seguridad y la integridad del territorio nacional, razón por la que responden de forma contundente a las incursiones de India», explicó el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Zhao Lijiang, el pasado día 21. Su homólogo indio, Anurag Srivastava, no tardó en responder: «Ha sido China la que se ha inmiscuido en las patrullas que realizan de forma cotidiana los soldados indios», disparó.

Independientemente de que es difícil determinar quién lanzó la primera piedra, lo cierto es que al gobierno indio le preocupa la creciente fuerza militar de China y el desarrollo de infraestructuras que pueden resultar vitales en un hipotético conflicto armado entre los dos países más poblados del mundo, que ya se enfrentaron en el 'techo del mundo' en 1962. Concretamente, al Ejecutivo del primer ministro ultranacionalista Narendra Modi le preocupan la ampliación de una base aérea, la construcción de carreteras, y la congregación de hasta 10.000 militares chinos. Por eso, ha decidido desplazar varios batallones habitualmente acuartelados en la ciudad de Leh a la frontera. Incluso Donald Trump se ha ofrecido a mediar en lo que consideró «una violenta disputa fronteriza».

Afortunadamente, todavía no se ha disparado ni una sola bala. Pero vídeos publicados en diferentes medios indios demuestran que sí ha habido heridos. Tanto entre las tropas indias, que tuvieron que evacuar a algunos en helicóptero, como entre las chinas. Y los grupos más radicales en ambos países están abogando por recrudecer la situación para preservar el honor de la nación. «Actualmente, la situación es estable y controlable. Entre China e India hay canales de comunicación abiertos tanto a nivel diplomático como militar, y confiamos en que el problema pueda ser solucionado mediante la negociación», afirmó Zhao en tono más conciliador.

Aunque desde 1975 no se ha producido ninguna víctima mortal en esta disputa, y la mayoría de analistas coinciden en que un enfrentamiento de mayor calado es poco probable, la refriega llega en mal momento. Como afirmó el ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, el gigante asiático se encuentra al borde de una «nueva guerra fría» con Estados Unidos, aliado de India. Y también mantiene abierto un creciente número de frentes con otros países de la región: el pasado mes de abril, un barco chino embistió y hundió un pesquero vietnamita mucho más pequeño en aguas disputadas por ambos países -Hanoi incluso publicó un dramático vídeo del suceso-, y en el Mar del Sur de China Pekín también ha ido incrementando la tensión con buques petroleros malasios.

Lo que muchos consideran como una creciente arrogancia internacional de China se siente incluso en Maldivas, donde está extendiendo de forma artificial el territorio de una isla alquilada por medio siglo con fines desconocidos. En cualquier caso, esa técnica de reclamación de tierra ya la ha utilizado en las islas Spratly, situadas en aguas disputadas por varios países del sudeste asiático. Y, por si fuese poco, China también tiene abierta una disputa por el control de las islas Diaoyu, conocidas como Senkaku en Japón. En todos los casos, es evidente que en juego hay intereses geoestrategícos o una pugna por el control de recursos naturales.

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